Terry Felber - La leyenda del monje y el mercader: Doce claves para vivir exitosamente

© 2014 por Grupo Nelson®

Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América. Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente a Thomas Nelson, Inc. Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc. www.gruponelson.com

Título en inglés: The Legend of the Monk and the Merchant

© 2005, 2011, 2012 por Terry Felber

Prólogo © 2011 por Lampo Licensing, LLC

Publicado por Thomas Nelson

Para más información, llamar a 866-267-6116 (EE.UU.) o visitar en línea

www.thelegendofthemonkandthemerchant.com.

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A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usados con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo licencia.

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Editora en Jefe: GracielaLelli

Traducción: Eugenio Orellana

Adaptación del diseño al español: www.produccioneditorial.com

ISBN: 978-1-60255-973-8

ISBN: 978-1-60255-974-5 (eBook)

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DEDICATORIA

A Linda, mi esposa y mejor amiga y a mis adorados hijos Lia, Kristi y David que siguen junto a mí en nuestra misión familiar: amar a Dios, amar a la gente; servir a Dios, servir a la gente.

CONTENIDO

por Dave Ramsey

CAPÍTULO NUEVE: EL SEXTO ENCUENTRO

Referencias bíblicas

SESIÓN DOCE: UNA VIDA QUE DA ES UNA VIDA QUE VALE LA PENA VIVIR

Q uiero agradecer a mi buen amigo John Bolin, que colaboró conmigo en la redacción e investigación de este libro, y a Steve Hickey, que ayudó con la guía de estudio. Ambos continúan siendo una bendición en mi vida.

H e notado que entre los cristianos estadounidenses de hoy día hay una tendencia a ir de un extremo a otro cuando se trata del éxito que los creyentes pueden alcanzar en el mundo de los negocios. El primer error es creer que la riqueza es mala, y que si yo trabajo duro y, como resultado alcanzo una riqueza personal, algo malo tiene que haber en todo eso. No importa cómo haya logrado esa riqueza ni importa lo que decida hacer con ella; lo que importa es que la riqueza o el éxito financiero en los negocios o en el hogar son moralmente malos.

El segundo error es creer que la riqueza es, de alguna manera, un indicador de la bendición o el favor de Dios; que Dios quiere que sus hijos sean unos ricos asquerosos y que si usted no es rico, es porque tiene una fe muy débil. Yo creo firmemente que ambos puntos de vista no solo son incorrectos sino que distorsionan la opinión del cristiano respecto de los negocios.

El problema con estas perspectivas es que ninguna es bíblica. Ambos puntos de vista plantean supuestos sobre la riqueza que no se encuentran en ninguna parte de la Escritura. De hecho, yo creo que el concepto está ligado a una creencia pagana según la cual las posesiones materiales son inherentemente malas. Pero yo nunca he leído eso en la Biblia; al contrario, siempre he encontrado que la Escritura está más preocupada de nuestros corazones y nuestros hechos y creencias en torno a las riquezas que tenerlas. Desde un punto de vista bíblico, las riquezas y el éxito en los negocios son amorales; es decir, son sin moral. Las «cosas» no son más que recursos que podemos usar como queramos. Así, yo puedo usar mal mis riquezas o puedo ser generoso y desprendido con ellas. No es cuestión de dinero; es cómo decido hacer uso de él.

Como propietario de un negocio —y propietario de un negocio exitoso— tratar este asunto se transforma en un gran problema para mí. Siempre he creído, más o menos como lo hace Bob Briner en su libro Roaring Lambs [Corderos rugientes] que los cristianos tenemos una responsabilidad en el mundo de los negocios; que deberíamos tomar decididamente para Cristo posesión de segmentos del mercado en lugar de dejarlos en manos del otro lado. No podemos pretender que el territorio de Dios sea la iglesia y el de Satanás el mundo de los negocios. Estamos vivos, activos y nos movemos en ambos. Yo creo que Dios puso en nuestras vidas un llamado a redimir el mundo de los negocios para su Gloria. Esa ha sido mi meta durante toda mi carrera.

En cierta ocasión, cuando realmente estaba trabajando a través de lo que creía sobre esto, un miembro de mi equipo me dio un libro titulado La leyenda del monje y el mercader. Dios siempre tiene una forma de darnos exactamente lo que necesitamos cuando lo necesitamos. Me enamoré de este pequeño librito. Pintaba un cuadro increíblemente exacto de lo que yo estaba tratando de hacer, enmarcando perfectamente el debate en una manera tal que no pude sino identificarme con él.

Terry Felber, su autor, me ayudó a poner todo el asunto de iglesia/negocios bajo una nueva luz. Por fin podría decir que el monje es santo ¡y que igualmente lo es el mercader! Lo que este hace es un ministerio. Todo lo que nosotros como creyente hacemos podemos y debemos hacerlo desde un paradigma de ministerio. No hemos sido llamados a separar nuestra vida espiritual de nuestra vida laboral ni a separar nuestra asistencia a los cultos de adoración los domingos con las sesiones de trabajo del lunes por la mañana. Dios está en ambos y tiene sus bendiciones también para ambos.

Creo tan firmemente en esta idea que de inmediato ordené una caja de este libro y pedí a todo mi equipo de trabajo que lo leyera. Desde entonces, a cada persona que contratamos le exigimos que lo lea dentro de los primeros noventa días con la compañía. Y no solo porque crea que se trata de una «buena lectura» sino porque este libro realmente define lo que somos y cómo vemos nuestra función en el mercado. Si contratamos a alguien para el departamento de envíos, no solo trabajará en poner libros en cajas; estará enviando mensajes de esperanza y de aliento a alguien que necesita que se le tienda la mano. Si contratamos a alguien para el departamento de atención al cliente, no se limitará a contestar el teléfono y a leer un manuscrito sino que estará tocando vidas y dando una palabra de paz a alguien que se encuentra en medio de una tormenta. Todos en el edificio saben que están trabajando bajo un llamado muy alto, porque nuestro trabajo es santo. Nadie pone esto en duda.

Cuando nosotros, como pueblo de Dios vemos algo como impío, lo estamos empezando a ver con cierto nivel de desdén. Me temo que hoy día los negocios tienen tal reputación; sin embargo, es tiempo de cambiar la forma en que nuestra gente, dentro y fuera de la iglesia ve los negocios. Mi deseo es que usted, al leer este libro, comience a experimentar un cambio de paradigma, que llegue a ver cada cosa que hace en el mercado como un acto de santidad que cambiará para siempre la forma en que ejecuta sus negocios.

Mi equipo y yo amamos este libro y oramos para que usted lo disfrute tanto o más de como hemos aprendido a hacerlo nosotros.