Rosario Moreno Concha es periodista y escritora, licenciada en Comunicación Social y licenciada en Historia de la Universidad Católica de Chile. Fue socia de Azerta Comunicación Estratégica, gerente de cuentas de Hill & Knowlton Captiva, editora del diario El Metropolitano y periodista en La Segunda. Actualmente es profesora de Periodismo en la Universidad del Desarrollo, asesora comunicacional y columnista.
Dedicado a todas las Amelias
que han callado,
a las que se han atrevido y a las
que romperán sus ataduras…
Agradecimientos
Gracias encarecidas a todas las fuentes que dieron sus testimonios para que este libro de denuncia periodística viera la luz. Especialmente, a las mujeres de la clase alta chilena, víctimas de abuso sicológico, sexual, físico o económico por parte de sus parejas, ya sea casadas o pololeando, y de tres generaciones, pues hubo mujeres valientes, desde los diecinueve a los setenta y un años, que relataron —descarnadamente— lo que se sufre en una sociedad que disimula los golpes, castiga el escándalo y se guía demasiado por lo que pueden opinar sus pares.
Les agradezco también porque, si bien al ir oyendo sus historias la tarea se hizo cuesta arriba, me dieron la fuerza para seguir. Sentía sus voces y soñé con ellas. Una de estas mujeres me regaló una escultura de un ave que encumbra el vuelo y la instalé afuera de mi escritorio. En minutos de flaqueza, la miraba en paz, y volvía a escribir. Tenía que terminar esta encomienda, porque hay que gritar al mundo lo que muchos saben, pero esconden.
Quiero reconocer también a las que quisieron hablar, pero luego se arrepintieron. Es que el miedo muchas veces es más fuerte y, a medida que me fui adentrando en esta investigación, no solo lo fui entendiendo, sino que empatizando con él. Sus conversaciones y encuentros igual aportaron, y mucho.
Hubo dos jóvenes periodistas que perseveraron en querer participar de la investigación del libro. Fue tanta su insistencia, que finalmente formaron parte del proyecto y fue un tremendo acierto. Muchas gracias a Sofía del Río Rau e Isidora Lermanda Aguirre. Me enseñaron, una vez más, que en las nuevas generaciones también hay hambre de aprender, colaborar y hacer un buen trabajo.
A mi familia; sin su apoyo, yo no sería. Muchas gracias a Felipe y Rosario, por el ánimo, la paciencia y el cariño incondicional. Lo son todo.
Asimismo, a editorial Planeta y sus colaboradores, por apoyarme nuevamente con gran profesionalismo a denunciar este tipo de prácticas con las que debemos terminar. Si todos nos levantamos, es algo que podemos lograr.
Gracias especiales a Carabineros de Chile, al Servicio Médico Legal, al Tribunal Eclesiástico, a la Subsecretaría de Prevención del Delito, al SernamEG, jueces de familia, siquiatras, sicólogos, ortodoncistas, familiares de víctimas, trabajadoras de casa particular, peritos forenses, centros de apoyo, abogados de familia y penalistas, etc., porque sus miradas fueron de gran ayuda en la investigación. Habría sido de gran utilidad que la Fiscalía Nacional Oriente o Nacional hubiese participado, pero, luego de insistir en reiteradas ocasiones para tener su versión oficial, no hubo respuestas afirmativas. Igualmente, el libro incluye testimonios de exfiscales y de personas ligadas hoy a la Fiscalía. Muchas gracias a estos últimos.
Rosario Moreno, 2021
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Introducción
Miedo. Esa es la palabra que más se escuchó en el proceso de investigación de este libro. Las cinco letras de miedo se aparecían en cada párrafo de la trascripción de las cerca de seis mil páginas de entrevistas. Miedo en las caras y posturas de muchas de las mujeres entrevistadas; algunas lloraban amargamente, con angustia; otras tiritaban, unas pocas se arrepintieron de seguir hablando. Todo por el miedo, ese que abre la puerta a que te paralices, anules, desprecies, humilles, te chantajeen, insulten, golpeen o violen.
Tras caras y cuerpos delgados, ojos verdes y azules cristalinos, pelos rubios y manos finas, se escondían historias desgarradoras que uno nunca pensaría que ocurren en la clase más educada, con más tradición y riqueza de nuestro país. Estamos en pleno siglo XXI y pareciera que nada ha cambiado. Ojalá esta investigación sea el primer aliento de una gran transformación necesaria, ahora, ¡ya!
Cuando comencé a reportear me puse como meta en un año entrevistar a veinte víctimas mujeres ABC1 que hubiesen sufrido abuso crónico sicológico, más abuso físico, sexual y económico por parte de sus parejas. La meta de un año se debió a que al revisar la literatura al respecto no existía ningún libro dedicado exclusivamente a esta problemática. Era tocado solo tangencialmente en libros antiguos, en un reportaje de alguna revista o en estudios y estadísticas. Realidad muy distinta a lo que sucede con las clases sociales más bajas, sobre lo cual sí existe material asequible y más actual. ¿Por qué ocurre esto?, al leer las páginas del libro el lector se irá dando cuenta.
En tres meses ya tenía a veinte víctimas que cumplían con el patrón: que además de violencia sicológica hubieran sufrido violencia física o sexual, lo que se entiende como abusos más «objetivos». Las primeras entrevistas fueron muy duras, no podía creer lo que estas mujeres me relataban (además de ubicar a varios de los abusadores nombrados).
Ingenuamente, pensé que iba a ser un tema más bien liviano, más aún cuando venía saliendo de una investigación de dos años sobre el Servicio Nacional de Menores, Sename, junto a alumnos de Periodismo de la Universidad del Desarrollo. Sin duda, las cloacas y el lado oscuro del ser humano no distinguen barrios, clases sociales, sexos, etc.
Finalmente, el libro incluye treinta testimonios de víctimas directas; mujeres desde los diecinueve a los setenta y un años —tres generaciones—, para que el lector pueda apreciar si el tipo de violencia ha cambiado o no con los años.
Si bien las mujeres entrevistadas firman con seudónimo, por un tema de seguridad para sí mismas y sus hijos, sus edades y colegios de los cuales egresaron son reales. Entre ellos están los colegios Villa María Academy, Los Andes, San Benito, Las Ursulinas, Monjas Francesas, Mariano, Nido de Águilas, San Esteban, Apoquindo, Alemán, Universitario Inglés, La Salle.
Asimismo, entre los colegios de los victimarios, sobresalen el Verbo Divino, Tabancura, San Ignacio del Bosque, Cumbres, Alemán de Viña, San Esteban, Suizo, Padres Franceses, Craighouse, San Benito, Santiago College, Saint George. Es decir, estas malas prácticas y delitos ocurren tanto en colegios tradicionales católicos como ingleses, cuna de la elite tradicional del país.
De las entrevistas a las víctimas, también me llamó la atención que la mayoría prefirió mi casa para hacerlas, ya sea porque tenían niños chicos que podían oír o porque no querían mostrar el lugar donde vivían, ya que muchas, luego de la separación, han quedado casi literalmente en la calle. Varias vivían de allegadas.
Hubo algunas a las que costó semanas convencerlas de que dieran su testimonio y otras que, al comenzar a correrse la bola de que se estaba haciendo este libro, me llamaron directamente para ofrecerse a participar.
Pasó de todo. Hubo una mujer a la cual le hice la entrevista que me llamó a las dos semanas para pedirme que fuera a su casa. Ahí me contó que no había podido dormir desde que había entregado su testimonio, que tenía miedo y que prefería no salir en el libro. Le expresé que no había problema, que la idea no era atormentar a nadie, pero fuerte fue mi impresión cuando me pidió la grabadora para borrar el audio de la entrevista. Si bien le dejé en claro que debía confiar y que una cosa así no se pedía, se lo iba a conceder, porque —le insistí— no quería atormentar a nadie más de lo mal que ya lo había pasado. Tomó mi grabadora de manera desesperada y buscó hasta apretar