Ivanna Ryan - Crónicas de un amor anunciado
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- Libro:Crónicas de un amor anunciado
- Autor:
- Genre:
- Año:2014
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Crónicas de un amor anunciado: resumen, descripción y anotación
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1ra. Edición. Todos los derechos reservados.
@IvannaRyan
Dedicatoria
A mi familia.
Mi madre, que desde el cielo me guía y me acompaña siempre.
A mi padre, que desde la distancia me acompaña y me ayuda.
A mis hermanas, Rosina y Natalia por su apoyo en cada proyecto.
A mis hermanas del corazón y amigas del alma que siempre están animándome a continuar.
A Victoria Aihar, por ser la impulsora de ésta gran historia.
CAPITULO 1
Amo mi carrera.
La carrera que elegí es la que quise ser desde pequeña. Ser psicóloga era mi gran sueño, y desde el año pasado era mi gran logro. Mi hermano Alex, mayor que yo, se había recibido un par de años atrás de Administrador de Empresas. Nuestros padres no podían negar que nos habíamos asegurado nuestro porvenir y éramos las estrellas de la familia.
Era un viernes caluroso de enero, el verano estaba en su máximo esplendor. Tenía un par de consultas en la mañana y otro par en la tarde, cerca del mediodía era imposible trabajar. No había aire que aguante, imposible salir a la calle.
Después de las consultas de la mañana, me preparé para comer en el consultorio. Una comida liviana para así luego del almuerzo ponerme a estudiar para el postgrado. A la noche tenía organizado, como todos los viernes, una salida con mis amigos y mi hermano, que siempre salía con nosotros. Nos juntábamos desde compañeros de infancia, hasta compañeros de estudio, siempre lográbamos juntar más de diez personas.
A eso de las cinco de la tarde llegan mis citas coordinadas.
—Hola Vera, Adelante.
—Hola, buenas tardes Mayra. Permiso…
—¿Cómo estás?— pregunté acercándome a ella para dejarle un beso en el cachete.
Vera era de mis pacientes favoritas. Sí, uno no tiene que tener “pacientes favoritos” pero yo adoraba trabajar con ella. Era muy centrada y agradable. Una persona muy sensible que creía ser débil, pero con una fuerza interior que ella no podía reconocer, aún.
—Bien. Al fin es viernes, pero no sabes lo que tengo para contarte.
—¿Ah, sí? Bueno, vamos a sentarnos y me cuentas.
Ya me imaginaba por donde podía venir. Vera estaba esperando la contestación para una nueva vacante en su trabajo. Quería ser Inspectora de Tránsito y estaba esperando la oportunidad desde hacía varios meses. El lunes pasado me había enviado un mensaje que decía que tenía buenas noticias. Me supuse que finalmente se la habían otorgado.
—¡Sí! ¿Viste que te envié un mensaje el lunes? —preguntó ansiosa.
—¡Sí!
—¡Es mío! —exclamó exaltada —¡El puesto es mío!
—Bien Vera. ¡Te felicito!
La felicité porque realmente se lo merecía. No solo había estudiado un montón para el concurso, sino que me parecía una oportunidad genial para que se demostrara a sí misma que sí era una persona fuerte.
—Pero no sabes lo que me pasó hoy. Ya tuve mi primer choque con un hombre súper pedante. Me quiso sobornar. ¿Y sabes qué? No acepté.
Obviamente estaba excitada con la novedad de su nuevo puesto de trabajo. Esta historia sonaba interesante, así que me acomodé para escucharla.
—Me mantuve fuerte. Estoy contenta por ello.
—Me alegra por ti Vera. Tú eres fuerte, ya es hora que lo empieces a notar.
Vera venía de una ruptura amorosa importante. Su primer amor, su primer novio, la había dejado hacía cinco meses y a ella le estaba costando bastante recomponerse de esa ruptura.
—Pero déjame contarte bien lo que sucedió hoy, fue muy extraño.
—¿Extraño? ¿Extraño cómo?
Quedó pensativa antes de contestarme. Indudablemente había sido una experiencia importante.
—Extraño en la forma como me sentí.
Extraña era esa respuesta. ¿Qué sería lo que la puso así?
—Te cuento cómo fue… El lunes me asignaron como nueva Inspectora de Tránsito de la sección. Todos mis compañeros festejaron y estaban muy contentos con la noticia. Sabían que la estaba buscando hacía un tiempo. Acordaron entre todos que la primera semana saldría con uno de ellos de apoyo, para observar cómo se trabajaba, aunque yo ya lo sabía de memoria.
Nos fuimos a trabajar a algunos semáforos importantes cerca de la gran rotonda del aeropuerto. Ahí siempre se comenten infracciones. Desde el lunes observo la forma de proceder del Inspector Pérez que es mi compañero asignado. Es un gran amigo y gran trabajador. Hoy ya era mi último día como observadora, a partir del lunes ya puedo salir y tener acciones por mí misma. Estaba deseosa de salir y hacer cumplir la ley por mano propia.
Cerca del mediodía observamos un gran BMW color negro, hermoso la verdad, iba rebalsando autos por el lado incorrecto a una velocidad no permitida por la ruta.
Yo escuchaba atentamente la historia. Rebosaba de entusiasmo. Quería saber que era lo que había pasado que la había llevado a tal estado de excitación.
—Enseguida el Inspector Pérez se paró al costado de la carretera y le hizo señas al súper auto para que se orillara a la ruta. A medida que el auto se acercaba a nosotros, se escuchaba el alto volumen de la música que el conductor o conductora venía escuchando. David Guetta a todo trapo. Yo me quedé unos metros atrás ya que el Inspector era el que tenía que actuar. Al momento que el auto frenó, el inspector se acercó a la ventanilla e hizo un ademán con la mano para que el conductor bajara el vidrio. El conductor así lo hizo, el vidrio negro comenzó a bajar lentamente y ahí apareció él. Era un adonis Mayra, un hombre hermoso. Pelo engominado y punteado hacia arriba castaño claro. Estoy segura que bajo esos lentes " Rayban " que lucía había unos ojos hermosos también.
—Bueno, es bueno que alguien te haya llamado la atención Vera… —desde lo sucedido con Germán ningún hombre parecía visible para ella, ni digno de su atención.
—Sí, pero eso no es todo. El inspector le pidió los documentos, yo lo escuché. Él de malos modos y haciendo ademanes con las manos, entregó lo que le solicitaban. Cuando me empiezo a acercar para escuchar lo que estaban hablando él fija la mirada en mí. Creo que me estaba desnudando con la mirada, lo sentí penetrarme con ella. Fue increíble.
—¿Y qué pasó?
—Espera. No me interrumpas. ¿Sabes lo que dijo?
—No.
—Con una actitud y voz de petulante le dijo al Inspector.
—Quiero que me atienda ella.
—El inspector lo miró incrédulo y le preguntó, mientras me señalaba levemente con la mano.
—¿Ella?
—Sí. Ella.
—¿Y usted se piensa que esto es un supermercado que usted decide quién lo va a “atender”?
—¿Acaso no es lo mismo? ¿Usted o ella? – Preguntó desafiándolo.
—Sí, señor.
—Esto se iba a poner muy interesante. Con las ganas que tenía yo de desquitar mi ira y se aparece justo éste Adonis como saco de piñata. No lo dudé y me acerqué. Le hice un ademán con la cabeza a mi compañero para que confiara en mí y viera que tenía todo controlado. Quise aparentar una imagen serena y controlada, creo que lo logré pero te confieso que con la intensa mirada de ese hombre no me sentía tan segura. Era mi oportunidad de demostrarlo, así que me preparé. Me acerqué al auto al mismo paso que el inspector se alejaba. Mi compañero me pasó los documentos que ya los tenía en la mano para que yo continuara con el procedimiento. Con mi mejor cara de pocos amigos tomé sus documentos y comencé.
—Hizo dos rebasamientos incorrectos… —empecé mi perorata mientras continuaba revisando los papeles del auto.
—Hola, agente.
—Inspectora —le corregí.
—Perdón. Inspectora —continuó en forma sugerente.
—Se pasó un semáforo en rojo e indudablemente tenemos problemas con la señal de Ceda el Paso. — proseguí obviando su elegante voz.
—No venía nadie —se defendió encogiéndose de hombros en forma inocente.
—Traté de evitar su mirada May. Era increíble, se bajó los lentes para tratar de hipnotizarme, no podía dejarlo.
—Es bueno eso… —comenté levantando la mirada para encontrar sus ojos color miel
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