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Cornelius Ryan - La última batalla

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Cornelius Ryan La última batalla
  • Libro:
    La última batalla
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1966
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La última batalla: resumen, descripción y anotación

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La batalla de Berlín fue la contienda definitiva, la que culminó la Segunda Guerra Mundial y la última ofensiva contra el Tercer Reich de Hitler, que devastó una de las capitales históricas de Europa y provocó la caída definitiva del nazismo.

Fue, sin duda, uno de los momentos más decisivos y sangrientos de la guerra, cuyo resultado ha sido determinante en la construcción de la política internacional durante las décadas posteriores.

Cornelius Ryan La última batalla La caída de Berlín y la derrota del nazismo - photo 2

Cornelius Ryan

La última batalla

La caída de Berlín y la derrota del nazismo

ePub r1.1

Rob_Cole 23.05.2016

Título original: The Last Battle

Cornelius Ryan, 1966

Traducción: Rafael Vázquez Zamora

Retoque de cubierta: Rob_Cole

Editor digital: Rob_Cole

ePub base r1.2

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Este libro va dedicado al recuerdo de un muchacho nacido en Berlín durante los últimos meses de la guerra. Se llamaba Peter Fechter. En 1962 fue ametrallado por su propio pueblo, que lo dejó desangrarse hasta morir junto a ese trágico monumento conmemorativo de la victoria aliada: El Muro de Berlín.

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CORNELIUS RYAN (Dublín, Irlanda, 5 de junio de 1920 - Nueva York, EE. UU., 23 de noviembre de 1974). Periodista irlandés-estadounidense, pero igualmente también un escritor especialmente conocido por sus populares obras sobre Historia militar, especialmente la relativa a la Segunda Guerra Mundial.

Ryan se instaló en Londres en 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, donde, tras pasar por la Agencia Reuters, ejerció como corresponsal de guerra para el diario Daily Telegraph en 1941. En primer lugar cubrió la guerra aérea sobre Europa antes de unirse a las tropas del general estadounidense George Patton, cubriendo las acciones militares de éste en el Frente Occidental hasta el final de la guerra en Europa.

Ryan emigró hacia los Estados Unidos en 1947 con la finalidad de trabajar en la revista Time, pasando luego por un corto período de tiempo a trabajar en la revista Newsweek. En 1956, por sus artículos «One Minute to Ditch» y «Five Desperate Hours in Cabin 56», obtuvo tres premios periodísticos: el Benjamin Franklin Award, el Overseas Press Club Award y el University of Illinois Award.

Sus dos libros más populares son El día más largo (1959) y Un puente lejano (1974). El primero de ellos recoge la historia del Día D, el día del desembarco en Normandía el 6 de junio de 1944, mientras que en Un puente lejano trata la operación aliada Market Garden en septiembre de 1944 en Holanda.

Cornelius Ryan está considerado como uno de los más eminentes escritores sobre la Segunda Guerra Mundial.

Notas

[1] No he visto el panfleto de Ehrenburg. Pero sí lo leyeron muchos de los que he entrevistado. Además, está mencionado repetidas veces en los documentos oficiales alemanes, diarios de guerra y numerosos relatos, siendo la versión más completa la que figura en las Memorias del almirante Doenitz, página 179. No me cabe duda que el folleto existió, pero no me fío de esa versión porque las traducciones alemanas del ruso eran notoriamente inexactas. Sin embargo, Ilya Ehrenburg escribió otros panfletos de propaganda que eran tan malos como ése en su redacción, como puede verse en sus obras. Por lo menos, los que fueron publicados oficialmente en inglés durante la guerra por los propios soviets en Soviet War News, 1941-1945 , vols. 1-8. Su tema «Matad a los alemanes» se repetía incesantemente y, por lo visto, con la completa aprobación de Stalin. El 14 de abril de 1945, en un editorial sin precedentes aparecido en el periódico militar soviético Estrella Roja, Ehrenburg fue oficialmente censurado por el jefe de propaganda, Alexandrov, el cual escribió: «El Camarada Ehrenburg exagera… No estamos luchando contra el pueblo alemán, sino sólo contra los Hitler del mundo». Esta reprobación habría sido desastrosa para cualquier otro escritor soviético, pero no para Ehrenburg. Éste continuó con su propaganda de «Matad a los alemanes» como si nada hubiera sucedido, y Stalin cerró los ojos ante la crítica. En el quinto volumen de sus Memorias, «Gente, años y vida», publicado en Moscú en 1963, Ehrenburg olvidó prudentemente lo que había escrito durante la guerra. En la página 123, dice: «En muchos ensayos he insistido en que no debemos —en que no podemos— cazar a la gente, pues somos soviéticos, después de todo, y no fascistas». De todos modos, hay que decir que por malo que fuese lo que escribió Ehrenburg excitando a los rusos, no fue peor que lo dicho por el jefe oficial de la propaganda nazi, Goebbels, un hecho que muchos alemanes han olvidado también por conveniencia.

[2] Se conoce el número de supervivientes judíos por una estadística del Senado alemán preparada por el Dr. Wolfgang Scheffler, de la Universidad Libre de Berlín. Esas cifras han sido negadas por algunos expertos judíos, entre ellos, Siegmund Weltlinger, que era Presidente de los Asuntos Judíos en el Gobierno de la posguerra y que da como número más exacto el de 1400 tan sólo. Además de aquellos judíos escondidos, el Dr. Scheffler daba la cifra de 5100 judíos, hombres y mujeres, casados con cristianos y que vivían en la capital bajo condiciones llamadas «legales». Pero en el mejor de los casos, la situación de esos judíos era como si viviesen en un limbo, pues nunca sabían cuándo podían ser detenidos. Actualmente, viven en Berlín unos 6000 judíos —una pequeña parte de los 160 564 que constituían la población judía en 1933, el año en que Hitler subió al poder—. De esa cifra, nadie sabe cuántos judíos berlineses salieron de la ciudad, emigrados fuera de Alemania o deportados y exterminados en los campos de concentración.

[3] Había otra categoría de trabajadores: el obrero voluntario. Miles de europeos, algunos de ellos entusiastas simpatizantes de los nazis (y otros porque suponían que así combatían al comunismo), se marchaban a trabajar a Alemania. Pero la gran mayoría no eran más que cínicos oportunistas que habían contestado a los anuncios alemanes ofreciendo ocupaciones muy bien pagadas en el Reich. A éstos se les permitía que viviesen con absoluta libertad cerca de los sitios donde tenían sus trabajos.

[4]Unser Giftzwerg significa literalmente «Nuestro venenoso enano» y la expresión solían aplicársela a Heinrici los que le tenían rabia.

[5] En efecto, Zossen había sido bombardeado por los americanos siete días antes, a petición de los rusos, el 15 de marzo. El mensaje del mariscal Khudyakov, del Estado Mayor rojo, al general John R. Deane, jefe de la Misión Militar de los EE. UU. en Moscú, documento que ahora está archivado en Washington y en Moscú y que aparece aquí por primera vez, es asombroso por lo que en él se trasluce del Servicio de Inteligencia soviético en Alemania: «Querido General Deane: Según la información que tenemos, el cuartel general del Ejército alemán está situado a 38 km al sur de Berlín. Es un refugio subterráneo especialmente fortificado que los alemanes llaman “La Ciudadela”. Está localizado de 5,5 a 6 kilómetros al sur-sureste de Zossen y de 1 a 1,5 km al este de una ancha carretera (la Reichsstrasse 96), que va paralela al ferrocarril de Berlín a Dresde. El área ocupada por las fortificaciones subterráneas tiene una extensión de 5 a 6 kilómetros cuadrados. Todo ese terreno está rodeado por alambradas de varias filas y muy guardada por un regimiento de las SS. Según la misma fuente, la construcción de la fortificación subterránea comenzó en 1936. En 1938 y 1939, la resistencia de las fortificaciones fue probada con bombardeos aéreos y fuego de artillería. Le ruego, mi querido General, que no me niegue la amabilidad de dar instrucciones lo antes posible de bombardear “La Ciudadela” con bombas de gran potencia. Estoy seguro de que se conseguirá el resultado de que el Estado Mayor General alemán, si aún se encuentra allí, sufrirá daños y pérdidas que interrumpirán su trabajo normal… y tendrá que trasladarse a otro sitio. Así perderán los alemanes un centro bien organizado de comunicaciones y un cuartel general. Adjunto un mapa con la localización exacta del centro del Estado Mayor General alemán».

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