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miguel angel garcia martin - WOKABAWK. De Mochilero por Europa Occidental: Un viaje en furgoneta por la historia y las ciudades de Europa. (Spanish Edition)

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miguel angel garcia martin WOKABAWK. De Mochilero por Europa Occidental: Un viaje en furgoneta por la historia y las ciudades de Europa. (Spanish Edition)
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    WOKABAWK. De Mochilero por Europa Occidental: Un viaje en furgoneta por la historia y las ciudades de Europa. (Spanish Edition)
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    UNKNOWN
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    2017
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WOKABAWK. De Mochilero por Europa Occidental: Un viaje en furgoneta por la historia y las ciudades de Europa. (Spanish Edition): resumen, descripción y anotación

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MOCHILERO POR EUROPA OCCIDENTAL

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NOS VAMOS DE VACACIONES

Luis pasará a recogerme por Alcorcón con su coche a las doce. Hemos quedado en la parada del autobús de mi barrio donde me suelen dejar cuando volvemos de fuera de Madrid. Como de costumbre, no es puntual, pero esta vez sólo se ha retrasado unos diez minutos. Diez minutos es el margen de cortesía que se suele dar a la gente que suele llegar tarde. Después de ese tiempo, me da uno de mis ataques de ansiedad. No me gusta que la gente llegue tarde. Si yo soy capaz de estar en la otra punta de Madrid a la hora a la que he quedado con otra persona ¿por qué motivo los demás no pueden hacer lo mismo?. Es algo que no entiendo y que me saca de mis casillas. Y ahora con el teléfono móvil es peor, resulta que aquellos que no son puntuales han encontrado la mejor manera de seguir siendo impuntuales, te llaman cuando llevas ya un buen rato esperando y te dicen más o menos:

- Oye, que estoy llegando, que hay un atasco que no veas (la excusa más frecuente).

- Pero, amoavé – suelo decir yo, que no me gusta esa excusa – ¿a qué hora has salido?, ¿y cómo se te ocurre traer el coche al centro?. Sabes de sobra que a estas horas suele haber atasco, y encima aún tienes que aparcar, ¡no fastidies!, tenías que haber salido antes.

- Ya. Venga, que estoy llegando que ahora te veo – dando por finalizada la conversación.

Antes, si después de estar 20 minutos esperando no aparecía nadie, solía marcharme, ahora, directamente llego yo siempre 20 minutos tarde. Lo que me fastidia es que, por tarde que yo llegue, los demás siempre llegan aún más tarde. Es algo que no tiene arreglo, así que, aplicando la filosofía oriental, si un problema tiene solución, por qué preocuparse, y si no la tiene, por qué preocuparse.

He quedado con Luis para recoger la furgoneta que hemos alquilado para el viaje, así que le tengo que esperar. Por lo menos esta vez no ha sido muy grande el retraso y yo estoy aún tranquilo. De hecho, me estoy mentalizando para nuestro viaje, ya que la gente con la que voy no suele ser muy puntual. Trato de mentalizarme diciéndome: Paciencia, total, yo ya he estado en todos los sitios donde vamos a estar.

El coche de Luis lo aparcamos en mi barrio y tomamos el 513 que nos deja en la Estación del Norte, ahora conocida por todos como Estación de Príncipe Pío. ¿Qué queréis que diga?. Llevo toda la vida llamándola Estación del Norte, y me resulta difícil llamarla de otra manera. Lo mismo me pasa con los autobuses que unen Alcorcón con Madrid, toda la vida llamándoles “camionetas” y cada vez que me preguntan ¿cómo has venido?, respondo: en ‘camioneta’. Siempre alguien me suelta que parece que al sur del Manzanares no hemos evolucionado.

El 513 tarda unos 20 minutos en llegar a Norte, y desde allí, andando hasta la Plaza de España, donde vamos a retirar la furgoneta, son otros diez minutos... cuesta arriba, pero no me entra en la cabeza tomar el metro para hacer un trayecto tan corto.

En la oficina hay bastante gente para retirar su vehículo. Se nota que es verano y que la gente quiere marcharse. Una vez que llega nuestro turno, nos dan los papeles, firmamos los que tenemos que firmar y bajamos al aparcamiento subterráneo de Plaza España a retirar nuestra furgoneta: una Volkswagen Transporter de seis plazas, ideal para nuestras necesidades, ya que cabemos perfectamente los seis que vamos, y además todo el equipaje que llevemos. Según vamos a la oficina del aparcamiento, veo una Citroën Jumpy, y comento a Luis que con esa furgoneta hice el primer viaje hace dos años a esta misma zona:

- Está bastante bien, y además es como un coche grande, no una furgoneta, pero es más cara, así que nos conformamos con la Transporter que no está tampoco nada mal.

El encargado del aparcamiento nos muestra nuestro vehículo, y comenzamos a revisar si se encuentra en buenas condiciones. Si hay algo mal y no lo dices al recogerlo, luego dicen que lo has hecho tú y te lo hacen pagar, y pagar por algo que has hecho, pues bueno, pero por algo que no has hecho....ni hablar. La revisamos cuidadosamente, y vemos que le falta una tulipa de uno de los intermitentes delanteros y que además éste no luce bien. El encargado intenta quitarle importancia, pero aplicando la ley de Murphy, esa que dice que si algo puede salir mal, saldrá, insisto en que así no podemos hacer un viaje, expuestos a que se estropee la bombillita y, lo que es peor, que nos multen cada cinco minutos por llevarlo mal.

El encargado nos dice que no disponen de ninguna otra Transporter y que va a ver si en alguna otra oficina la pueden tener. Después de unas cuantas llamadas, no hay suerte. Ya estaba yo pensando en armarla, cuando nos comentó que si nos parecía bien llevarnos la Jumpy.

- ¿La Jumpy?.No sé – dije – Creo que es algo más pequeña y no nos va a entrar bien el equipaje, ¡que somos seis personas!.

- Sí hombre, sí, ¿cómo no os va a entrar?, si esta es más espaciosa que la otra, y además tiene aire acondicionado y todo. Vamos, es mucho mejor que la Transporter.

- ¡Que me vas a contar a mí! – pensé, pero tenía que parecer que me no estaba muy conforme por esa solución de última hora, aunque, la verdad no sé muy bien por qué - ¿Y dices que es mejor? – pregunté dubitativo.

- Hombre, claro que sí. La otra es una furgoneta de carga. Esta es casi como un coche. Un monovolumen, vamos.

Miré a Luis, que ya sabía por dónde iban mis tiros, y se metió en el papel de poli bueno:

- Que sí Cepi, que es mejor.

- ¿Seguro? – pregunté insistente.

- Que sí, que sí – dijeron ambos al unísono.

- Bueno, pues nos la llevamos, pero si al final no entra bien el equipaje tendremos que venir a devolverla.

- No hay problema – sentenció el chico, que llamó a la oficina para que nos modificasen los papeles y nos diesen las llaves del nuevo vehículo.

- ¡Qué dabuten! – dije a Luis según íbamos hacia la oficina – Además, el alquiler de una Jumpy es más caro que el de una Transporter ¡Qué Guay!. Luis sonreía.

Después de retirar las llaves y la documentación, y revisar la furgoneta, por si acaso tenía algún otro desperfecto, decidimos que estaba en perfectas condiciones y nos pusimos en marcha.

- Oye Cepi, que el freno de mano no va – dijo Luis tímidamente.

- ¿¡¡¡Cómo que no va!!!? – respondí yo un tanto alterado - ¿¡¡¡Qué quiere decir que no va!!!?

- Pues eso, que parece que la palanca está rota.

- ¡¡¡No puede ser!!!.

Después de hacer varias pruebas, ni Luis ni yo fuimos capaces de soltar el freno de mano, así que fuimos a ver al encargado del aparcamiento, pero al ser más de las dos, ya no estaban. Les dejamos una nota en la puerta explicando sucintamente lo sucedido y nos volvimos a casa a comer.

Sobre las cuatro volvimos a Madrid a retirar el vehículo. El chico nos acompañó al coche a ver qué pasaba.

- No le pasa nada. El freno de mano funciona perfectamente.

- ¿¡¡¡Qué!!!? ¿¡¡¡Cómo!!!? – exclamamos sorprendidos Luis y yo

Después de cerciorarnos que iba bien, nos dimos cuenta que no funcionaba exactamente igual que el freno de mano de los nuestros coches propios. Éste tenía dos posiciones, una activado, por llamarlo de alguna forma, y otra desactivado, para que no moleste la palanca al conductor. Obviamente, nos reímos...por no llorar ante una situación un tanto vergonzosa.

No es la primera vez que me pasa a mi algo similar, por lo vergonzoso, con un coche. Durante mi viaje por Escandinavia, nos dieron un coche automático. Ninguno de nosotros conocía el funcionamiento de un coche automático, ni en qué posición hay que colocar la palanca para arrancar, ni para marcha atrás, ni nada de nada, así que tuvimos que solicitar un vehículo con cambio manual, que era de categoría más baja que el primero. A todos los que se lo cuento se ríen de nosotros...obviamente.

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