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Cassandra Austen, de Londres a Chawton
Miércoles 2 - jueves 3 de marzo de 1814
Henrietta Street, miércoles 2 de marzo
Mi querida Cassandra,
Te equivocaste al pensar que anoche estábamos en Guildford; nos encontrábamos en Cobham. Apenas llegamos a G. nos dimos cuenta de que John y los caballos habían continuado el viaje, de modo que hicimos lo mismo que habíamos hecho en Farnham: permanecimos en el carruaje mientras cambiaban los caballos e inmediatamente continuamos hasta Cobham, donde llegamos hacia las siete; a las ocho ya estábamos sentados ante una deliciosa ave asada. En general fue un viaje estupendo, y en Cobham todo fueron comodidades. ¡No pude pagar al señor Herington! Esa fue la única desgracia del trayecto; de modo que devolveré la cuenta y las dos libras de mi madre para que puedas probar fortuna. No empezamos a leer hasta Bentley Green.
Anoche terminé The Heroine. Ahora estoy escribiendo a solas en la mesa nueva del salón grande. Está nevando. Ayer tuvimos algunas ventiscas y una buena helada por la noche, lo que dificultaba el camino de Cobham a Kingston; pero, dado que todo estaba comenzando a embarrarse y ponerse pesado, Henry hizo colocar un par de caballos delanteros desde allí hasta el final de Sloane Street. Sus caballos, por tanto, no trabajaron demasiado. Yo iba buscando velos mientras recorríamos las calles, y tuve el placer de ver algunos sobre varias cabezas vulgares.
Y ahora, ¿cómo estáis todos? Especialmente tú, después de las preocupaciones de ayer y el día anterior. Espero que Martha haya hecho de nuevo una visita agradable, y que mi madre y tú pudierais comer el pastel de carne. Cuenta con que me acordaré del deshollinador mañana, apenas me despierte. Tenemos plazas reservadas en Drury Lane para el sábado pero, el entusiasmo por ver al señor Kean. Me ha dicho que lo debemos el tintado de la seda a su patrono. Mi pobre y vieja muselina nunca ha sido teñida. Se ha comprometido a hacerlo varias veces. ¡Qué malvados son los tintoreros! Comienzan sumergiendo su alma en un pecado de color escarlata. Dile a mi madre que las seis libras y quince chelines han sido debidamente recibidos, pero se ingresaron en mi cuenta en lugar de la suya; acabo de firmar algo para hacerle un traspaso.
Es de noche. Hemos tomado el té, y he leído sin parar el tercer volumen de The Heroine en el buen sentido; quiero decir, como un hombre inteligente y agradable. Te cuento todo lo bueno que se me ocurre, pues sé que será de tu agrado.
John Warren y su esposa fueron invitados a cenar, y decidirán ellos mismos el día en las próximas dos semanas. No espero que vengan. Wyndham Knatchbull será invitado el domingo y, si es tan cruel como para aceptar, alguien deberá encontrar la manera de acogerle. Hemos oído que el señor Kean es más admirado que nunca. Es probable que las dos plazas libres de nuestras dos filas sean ocupadas por el señor Tilson y su hermano, el general Chowne. Estaré pronta a reírme cuando vea a Frederick de nuevo. Parece convenido que el viernes dispondré del carruaje para hacer mis visitas, de modo que tengo pocas dudas sobre la posibilidad de visitar a la señorita Hares. Iré a ver a la señorita Spencer: ¡qué divertido!
Ya no hay buenas localidades en Drury Lane para las próximas dos semanas, pero Henry piensa reservar algunas para dos semanas después del sábado, cuando se espera que estés aquí.
¡Me pregunto qué cosa peor que Sarah Mitchell te verás obligada a soportar en este punto!
Dale recuerdos a la pequeña Cassandra; espero que anoche se encontrara cómoda en mi cama y no la haya llenado de pulgas.
Aún no he visto a nadie en Londres con una barbilla tan larga como la del doctor Syntax.
Afectuosamente tuya,
J. Austen
Jueves. Anoche no llegó mi baúl. Imagino que llegará esta mañana; de lo contrario, voy a tener que pedir prestadas las medias y comprar zapatos y guantes para mi visita. Fui tonta al no proveerme mejor para estas eventualidades. No obstante, tengo grandes esperanzas de que escribir de este modo me traerá el baúl al instante.
INTRODUCCIÓN
E n base a la frecuencia con la que Jane Austen (JA) escribía cartas, y teniendo en cuenta los períodos en los que las dos hermanas —Jane y Cassandra— estuvieron separadas en el transcurso de sus viajes y visitas a parientes y amigos, se estima que pudo escribir más de dos mil cartas. Actualmente se conservan ciento sesenta y una de ellas, transcritas en la edición de Deirdre Le Faye de 2011 Jane Austen's Letters, totalmente renovada con la adición y revisión de varias cartas.
Echando la vista atrás, en el mes de diciembre de 1817 —unos meses después del fallecimiento de Jane Austen—, el editor Murray publicó las dos novelas que Jane había dejado manuscritas: «The Elliots» y «Miss Catherine», que Cassandra y Henry decidieron titular Persuasion y Northanger Abbey, donde aparece por primera vez el nombre de la autora. Henry se encargó entonces de escribir la nota biográfica de su hermana —el día 13 de diciembre de 1817— que se incluiría en la edición de estas dos novelas editadas póstumamente, y el día 20 de ese mismo mes añadió un epílogo con extractos de dos cartas de Jane, de quien destacaba su ingenio, bondad y modestia. Eran las primeras cartas publicadas de Jane Austen.
Tras la muerte de Jane, Cassandra quemó o censuró muchas de las cartas que conservaba de su hermana, tal vez porque eran demasiado personales, habían sido escritas en épocas difíciles y contenían confidencias y comentarios indiscretos —o quizá demasiado sinceros— que no debían trascender.
En el año 1870, el reverendo James Edward Austen-Leigh, sobrino de Jane, publicó A Memoir of Jane Austen, que amplió y revisó al año siguiente, y en dichos recuerdos incluyó algunos extractos de unas pocas cartas. Posteriormente, en el año 1884, Edward, lord Brabourne (sobrino nieto de Jane e hijo de Fanny Knight, una de las sobrinas más queridas por JA), publicó The Letters of Jane Austen en dos volúmenes —incluyendo las cartas que habían sido legadas a lady Knatchbull (Fanny Knight), madre de Edward, por su tía abuela Cassandra Austen—, con la intención de ofrecer «un retrato de la autora que muestra su quehacer ordinario, lo que era su día a día, permitiendo obtener una descripción suya tan real como ninguna historia escrita por otra persona podría obsequiarnos». […] «Entre los detalles más ordinarios y los temas más comunes centellea de vez, en cuando la misma gracia y humor que iluminan las páginas de Pride and Prejudice, Mansfield Park, Emma, etc., que han propiciado que muchos miles de lectores se hayan encariñado con el nombre de Jane Austen».
En lo que respecta al interés que estas cartas tienen para los lectores de las obras de JA, los razonamientos más convincentes son los aparecidos en la introducción de la primera edición de Chapman:
¿Carecen de interés estas cartas? Yo no lo creo. Incluso si Jane Austen no tuviera otro motivo por el que ser recordada, sus cartas serían dignas de ser conocidas. Leídas con atención, proporcionan un retrato de la vida de la clase media alta de aquel tiempo que seguramente no conoce rival, y no describen solo modos de vida, sino también los caracteres de las personas. La propia familia de Jane Austen, con sus ramificaciones a través de distintos matrimonios, es en sí misma un argumento más exhaustivo —diría casi más ambicioso— que cualquier otro que tratara en sus novelas. E, incluso, si la caracterización es secundaria, es de la misma mano que creó a lady Bertram y la señora Norris. En torno a la familia está reagrupada toda una galería de personajes secundarios —aparte de aquellos que solo nombra— dotados de una cierta individualidad. Es difícil incluso no recordar al señor Robert Mascall, si bien de él no conocemos nada a excepción del hecho de que «come una gran cantidad de mantequilla»