Título original en inglés: THE GOSPEL ACCORDING TO COCO CHANEL de Karen Karbo; con ilustraciones de Chesley McLaren
Copyright © 2009, Karen Karbo
Ilustraciones © 2009, Morris Book Publishing, LLC
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Diseño del texto: Sheryl P. Kober
Los Datos de Catalogación de la Biblioteca del Congreso están disponibles en archivo.
ISBN 978-0-7627-8656-5
Impreso en Estados Unidos de América
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
LECCIONES DE VIDA
DE
COCO CHANEL
DE LA MISMA AUTORA
FICCIÓN
Motherhood Made a Man Out of Me
The Diamond Lane
Trespassers Welcome Here
NO FICCIÓN
How to Hepburn: Lessons on Living from Kate the Great
The Stuff of Life: A Daughter’s Memoir
Generation Ex: Tales from the Second Wives Club
Big Girl in the Middle
(co autora, con Gabrielle Reece)
PARA JÓVENES ADULTOS
Minerva Clark Gets a Clue
Minerva Clark Goes to the Dogs
Minerva Clark Gives Up the Ghost
Dedicado a Danna
Donde esté, estará lo chic
y
A la memoria de mi abuela,
Emilia Burzanski Karbowski, también conocida como Luna of California
“Una joven debe ser dos cosas: elegante y fabulosa”.
U na de las primeras fotografías de Gabrielle Chanel se tomó en un parque en Vichy, Francia. En ella, Gabrielle tiene veintitrés años y está parada junto a su tía preferida, Adrienne, que era tan solo unos pocos años mayor que ella. Me entusiasma informar que la mujer que Giorgio Armani denominó “la mujer más elegante que alguna vez haya existido” no tenía una belleza típica. Aquella a la que todavía nadie conocía como Coco tenía una maraña de cabello oscuro, ojos negros y una boca ancha como la de un pirata. Tenía la apariencia de la joven que en la escuela convencía a alguien de romper las reglas junto con ella y luego le dejaba cargar con toda la culpa. Tanto la escritora Colette como Diana Vreeland (editora de Harper’s Bazaar y Vogue) pensaban que tenía el aspecto de un toro. Tal vez en aquella época, los toros, al igual que los clósets y los tamaños de las porciones de comida, eran mucho más pequeños. Chanel era una diablilla, ligera y ágil. Vreeland diría, al recordar cuando Chanel tenía cincuenta años: “Tenía un amplio rostro, de color dorado oscuro y brillante, y una nariz que la hacía resoplar, como si fuera un pequeño toro, y tenía las mejillas coloradas como el Dubonnet”.
Sin embargo, en esta fotografía, Coco claramente no era la chica bonita. Las dos jóvenes ocupan el lado izquierdo de la imagen. Un hombre con un bombín y una mala postura cruza el camino detrás de ellas.
La fotografía es estimulante. Ya era posible observar los primeros indicios del icónico estilo Chanel. Adrienne, con su belleza más clásica, está inmersa en el típico vestuario para pasear por el parque de aquella época: una túnica cruzada sobre una falda que llega hasta los pies, ablusada con un cinturón oculto con tela adicional, un tipo de camisa de cuello alto abotonada y apretada alrededor del cuello y uno de esos infames sombreros de fin de siglo que tenían el aspecto de una bandeja de pastelitos. Su vestimenta parece no tener una relación especial con su cuerpo; no expresa nada más allá de la moda de esos días.
En cambio, Gabrielle luce fresca y prácticamente garbosa. Su falda es elegante, con un corte en A y llega hasta los tobillos. La chaqueta hace juego y llega hasta las caderas, tiene un cuello de la misma pieza y está levemente tomada a la altura de la cintura. Su blusa es lisa, el cinturón es ancho y su canotier está inclinado hacia un lado, como si fuera un mosquetero. Lleva unos volados alrededor del cuello, que feminizan todo el estilizado conjunto. Su atuendo parece haber sido muy pensado, y las proporciones son las correctas.
Uno no puede dejar de pensar que el gusto de Chanel debe haber sido genético, que siendo joven descubrió en quién se convertiría y que nunca perdió la fe en sí misma, del mismo modo que algunos de nosotros. No hubo una mañana en la que se levantara cansada de sus perlas y chaquetas increíblemente bien confeccionadas y pensara: “Lo que necesito en realidad es un sombrero con forma de zapato o un sari de rayón color fuego adornado con diminutos cimbalillos dorados”. Los tiempos avanzaron y cambiaron bajo ella, pero a lo largo de las décadas Chanel se dedicó a elaborar lo que prefería, lo que sabía que se veía bien en ella y lo que consideraba cómodo y práctico. Por lo menos, a ella le eran totalmente ajenas las vergonzosas compras compulsivas, y tan solo por ello, deberíamos hacerle la venia.
Es imposible resistirse a sobreanalizar la fotografía: Adrienne contempla a Gabrielle, mientras que Gabrielle está mirando directamente al fotógrafo y, de este modo, hacia el mundo.
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Durante casi cien años, Coco Chanel ha sido sinónimo de cada prenda que consideramos elegante y de muchas otras cosas a las que no prestamos atención. Abran la puerta de sus clósets de par en par y hallarán el espíritu de Chanel. Si tienen una colección de chaquetas para tirarse sobre un par de vaqueros, para verse mejor como si se hubieran vestido para la ocasión, en lugar de simplemente haber aparcado la podadora de césped y haberse pasado el cepillo para uñas una sola vez antes de salir por la puerta, eso es Chanel. Todo vestido negro es un descendiente directo del modelo corto de seda de Chanel de 1926. ¿Una falda tubo o con un corte en A a la altura de las rodillas? Chanel. ¿Tejido de punto en cualquier prenda? Nuevamente, Chanel.
Ella nos dio los bolsillos de verdad, los pantalones campana, los trajes de dos piezas, la cintura baja, los cárdigan con cinturón, los vestidos cortos para la noche, la ropa deportiva, incluidos los pantalones de montar, y la necesidad de agregar accesorios con frenesí en todo momento. Todas las prendas con líneas sencillas, que rozan el cuerpo, con las cuales es fácil moverse y que pueden ir acompañadas de muchas alhajas son Chanel.
También lo es todo lo que permite que la belleza triunfe sobre la extravagancia. Chanel huía de los gritos de las últimas modas pasajeras. Las consideraba expresiones de una presunción de pacotilla, y, de todos modos, no cumplían con sus estándares de sencilla elegancia. Por ello, los ponchos, los pantalones de estribo o los vestidos sin espalda cortados de tal manera que dejan ver hasta la tanga, definitivamente, no son Chanel. Si tienen alguna prenda con charreteras (y no forman parte de las fuerzas armadas), una cantidad innecesaria de tejido, mangas no entalladas u hombreras inmensas, no son Chanel. ¿Tienen prendas que pertenecen al renacimiento del grunge, con pantimedias rasgadas que las hacen ver como si acabaran de escapar de un atraco? Oh, no.
Toda prenda con la cual no puedan respirar, sentarse o subirse a un automóvil sin exhibir sus partes femeninas… bueno, no es necesario que lo diga. Cuando Chanel observó que “no todas las mujeres tienen la figura de Venus pero aún así no deberían esconderse”,
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