Cherise Sinclair
Maestro de la Montaña
Master of the Mountain, 2009
Para mis lectores,
Este libro es ficción, no realidad y, como en la mayoría de la ficción romántica, el romance está comprimido en un muy, muy corto período de tiempo.
Ustedes, mis queridas, viven en el mundo real y yo deseo que ustedes se tomen un poco más de tiempo que las heroínas acerca de las que leen. Los buenos Doms no crecen en los árboles y hay personas extrañas por ahí. Así que mientras que estás buscando a ese Dom especial, por favor, ten cuidado.
Cuando lo encuentres, date cuenta de que él no puede leer tu mente. Sí, tan atemorizante como podría ser, vas a tener que abrirte y hablar con él. Y escucharlo, a cambio. Compartir tus esperanzas y temores, lo que quieres de él, lo que te asusta. Ok, él puede tratar de empujar tus límites un poco, él es un Dom, después de todo, pero tú tienes tu palabra de seguridad. Tú debes tener una palabra de seguridad, ¿soy clara? Usa protección. Encuentra a alguna persona para apoyarte. Comunícate.
Recuerda: seguro, sano y consensuado.
Espero que encuentres a esa persona especial y cariñosa, que comprenda tus necesidades y te sostenga cerca. Déjame saber cómo lo estás haciendo. Me preocupo, ya sabes.
Mientras tanto, vamos a pasar el rato con los Maestros.
Cherise
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Ahora todo el mundo piensa que los romances de verano no llevan a ninguna parte, ¿verdad? Bueno… eso no es siempre cierto.
Conocí a mi alma gemela, cuando estaba de vacaciones en el Caribe. Ahora no voy a decir que fue amor a primera vista. En realidad, dado que él estaba de pie por encima mío, disfrutando de la vista de mi parte superior del traje de baño, podría incluso haber estado un poco molesta, así como atraída. Pero a pesar de que nuestro tiempo juntos fue menos de dos días, y aunque vivimos en lados opuestos del país, el amor no puede ser controlado por el tiempo o el espacio.
Hemos estado casados por muchos, muchos años. (Y él todavía mira hacia abajo a mi parte superior del traje de baño.)
Hoy en día, yo vivo en el oeste con este irritante, amado marido, dos hijos y varios animales, entre ellos tres gatos que gobiernan el hogar. Soy jardinera, y me encanta cultivar pequeñas plantas hasta que se ponen grandes, saludables y productivas… y rasgar las indefensas malas hierbas de raíz cuando estoy enfadada. Disfruto las tormentas eléctricas, jugando Scrabble y Risk [5], y ser una mamá futbolera. Mi forma favorita de pasar una tarde es acurrucada en un sofá junto al dueño de mi corazón, mirando el fuego, leyendo, y… bueno… si estás leyendo este libro, obviamente sabes qué otras cosas suceden en frente de las chimeneas.:)
Cherise
– ¿Qué ha pasado, nena? -Matt sonaba como si estuviera apretando los dientes mientras bombeaba dentro de ella. -¿Quieres que te frote un poco más?
La frustración congeló el interior de Rebecca como avena fría. Ella no estaba en ninguna parte cerca de estar excitada, y cada vez que él le preguntaba qué hacer, su orgasmo retrocedía aún más. No tenía sentido continuar. -Oooh, -ella suspiró, sacudiendo sus caderas hacia arriba y hacia abajo y apretando la vagina.
– Oh sí. -Gimió él en respuesta, y otra vez cuando se corrió un segundo después.
Bueno, ¿no había sido esto emocionante? No. Cuando Matt dio la vuelta sobre el colchón con un gemido satisfecho, Rebecca consideró obligarlo a irse de la cama. Pero no era su culpa. Él lo había intentado. Siempre lo intentaba, preguntándole si esa técnica funcionaba o aquélla otra. ¿Cómo podría decirle que ella quería que él sepa exactamente qué hacer?
Sí que no podía decirle que simulaba una buena medida de sus orgasmos. Estaba resentida por no poder decírselo, lo que era aún más injusto. Ella no se calentaba de una manera inconfundible, después de todo. Para ella, un orgasmo se sentía más como un estornudo, ciertamente no el terremoto que sus amigas describían, y ni de cerca como los gritos de placer desde el apartamento de al lado. ¿Cómo se sentiría? ¿Estar tan abrumada como para gritar de verdad?
Matt dijo lo que pensaba como si hubiera seguido su tren de pensamientos. -Tú sabes, Rebecca, nunca pareces demasiado entusiasmada cuando follamos. Y mi técnica es fantástica.
Así había sido informado por todas sus anteriores novias, sin duda. Era bueno saberlo. Gracias, Matt. Ahora se sentía realmente fuera de lugar. ¡Qué diablos!, justo habían firmado conjuntamente un contrato de arrendamiento y se habían mudado juntos hacía sólo un par de semanas, y él ya estaba aburrido de ella. Ella tragó para pasar el nudo en su garganta. -Tal vez no somos una buena pareja. -Se levantó y miró por la ventana de su dormitorio, donde el edificio de apartamentos de al lado resplandecía por la puesta de sol.
– Oh, no te pongas así. -Matt le dio unas palmaditas en su hombro. -Estamos muy bien juntos. ¿Dónde encontraría a una mujer que pudiera ser tan cortés durante las cenas de negocios?, ¿y qué otro tipo te permitiría arrastrarlo por una amplia muestra de arte en La Misión?
– Bueno, eso es verdad. -Ella había pensado que eran una pareja perfecta casi desde el principio. Imitando a su terriblemente práctica madre, Rebeca había creado una lista de las características de su hombre ideal, y cuando conoció a Matt, se había sentido aturdida por lo bien que acertaba con sus requisitos. Él era agradable y encantador. Acicalado con un sentido del estilo. Disfrutaban de las mismas películas, libros y amigos. Ambos tenían empleos profesionales, ganaban la misma cantidad de dinero, y él era más metrosexual que machista. Realmente podía conversar acerca de temas de películas, y le gustaba la comida china.
Tal vez debería haber incluido el sexo en algún lugar de la lista, pero nunca lo había considerado muy importante. Dejando a un lado el sexo, ella y Matt eran muy compatibles. Ella se volvió con un suspiro. -Supongo que tienes razón.
Tendido de espaldas, Matt tenía un aspecto bien cuidado con su cabello rubio recortado en un moderno salón de belleza, los músculos formados con dedicación en el gimnasio, y un persistente bronceado de un viaje de negocios a San Diego. Al día siguiente él se levantaría, comería algo bajo en grasas y asquerosamente saludable, y se dirigiría a su trabajo en la agencia de bolsa, satisfecho con la vida.
Su satisfacción coincidía con la de él. Realmente. Después de todo, el gerente general de su agencia de publicidad la estaba considerando para el puesto de director general de arte, acelerándole su llegada a la cima. El viento de agosto azotaba las cortinas hacia el interior, trayendo el olor del mar de la bahía de San Francisco y el aroma de una lluvia de primavera. Ella vivía en la mejor ciudad del mundo.
– Tengo una idea, pero es probable que a ti no te guste. -Matt se volvió hacia ella y se apoyó sobre un codo. -Yo pertenezco a un grupo, y vamos a pasar el fin de semana largo por el Día de los Caídos[6] en las montañas.
– Recuerdo que me dijiste que estarías afuera de la ciudad. -Se mordió el labio. Tal vez ellos no eran tan compatibles como había pensado. Él nunca había mencionado pertenecer a otra cosa que no sea su gimnasio y a algunas asociaciones empresariales. -¿Qué grupo es ese?
– Es un club de swingers.
– Muy gracioso. -Sólo que él no mostraba ninguna sonrisa. No estaba bromeando. -¿En serio? ¿Swingers, del tipo de intercambio de parejas, swingers?
Se encogió de hombros, medio avergonzado y medio presumido. -Eso es todo. Nos reunimos un fin de semana cada dos meses… Uh, me parece que la última vez que nos reunimos, tú estabas en Chicago para un seminario. De todos modos, somos alrededor de veinte en el club y…
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