Dr. Jennifer Trachtenberg - Buenos Ninos, Malas Costumbres: La Guia Realage Para Criar Ninos Saludables

Esperando un Futuro Saludable

F altaban sólo tres semanas para que terminara definitivamente este libro cuando me invitaron a la fiesta de cumpleaños de un niño—una fiesta que no podía perderme. Audrey era una amiga de infancia de mi hermana y éste era el primer cumpleaños de su primer hijo. Yo había conocido a Audrey por años—ella prácticamente vivía en nuestra casa—y casi toda mi familia pensaba que nunca elegiría tener chicos. Pero ahí estaba, la mamá orgullosa de un saludable niño de un año.

Mis chicos (mis dos hijos y mi maridito) planearon un día de excursión y descubrimiento de pájaros en el parque sólo para hombres; yo me llevé a mi hija, Emily, conmigo en mi viaje al campo.

Cuando llegamos, miré a mis hermanas como únicamente “miran las hermanas.” Audrey estaba transformada. La chica tranquila y seria que yo siempre recordaba tenía ahora alrededor un círculo de chicos riéndose incontrolablemente mientras ella y Tookie el payaso hacían locos animales con globos—la maternidad había hecho aparecer su lado infantil. Además del payaso, había contratado a una adolescente del barrio para que hiciera arte y artesanías con los chicos, y mi hija Emily rápidamente descubrió un tubo de purpurina roja y lo derramó en la mesa para crear una brillante obra maestra.

Después de las presentaciones me instalé en un sillón tapizado con flores en la animada sala. Todos tenían al menos un niño. Algunos eran padres solteros, algunos casados. Conocía al menos uno que compartía la custodia con su ex. Un par de las amigas de Audrey estaban embarazadas y todas—incluyéndome a mí—les ofrecíamos a las dos mujeres consejos y sugerencias sobre la crianza de los hijos que habíamos atesorado al criar a los nuestros. Estábamos muy entusiasmadas por la diversión y los años de desafíos que tenían por delante estas futuras madres.

Yo pensaba que tenía que escribir este libro para compartir todo lo que había aprendido como pediatra sobre cómo ser el mejor padre posible, sobre ayudar a los niños a desarrollar costumbres saludables y a ser lo más feliz, saludable y exitoso posible en los años venideros. Pero algo interesante sucedió en el proceso. Aunque sabía que tenía el don para interpretar las relaciones padre-hijo en mi consultorio, después de estudiar minuciosamente todas las investigaciones para el libro me di cuenta que había adquirido una nueva perspectiva sobre la dinámica familiar. Más que nunca, me di cuenta que no existe un “único talle que les quede bien a todos” de estilo de vida saludable que funcione para todas las familias.

Una mujer a mi derecha entabló una conversación comenzando con “De modo que eres pediatra?” Sonreí y pregunté por sus hijos (dos niñas, de seis y diez años) y sus intereses (leer y gimnasia), y esperé a que ella inevitablemente comenzara a hacerme preguntas sobre la salud de las niñas. No es que me moleste escuchar—ser pediatra es mi amor, mi orgullo—es sólo que siempre me he sentido incómoda al dar consejos específicos sin conocer al niño primero. Entiendo que es allí donde aparece mi nueva perspectiva; me descubrí con ansias de contarle todo lo que había aprendido mientras investigaba para este libro. Quería explicarle que son las rutinas y los rituales diarios de sus niñas lo que realmente hará que la buena salud perdure. Al mismo tiempo, sabía que no lo podía resumir todo en un par de oraciones, de modo que me mordí los labios.

Ella había estado hablando acerca del alivio que sería cuando sus hijas fueran lo suficientemente grandes como para quedarse solas en casa por períodos cortos de tiempo, cuando ella no tuviera que ser tan diligente sobre el cepillado de dientes, o el ejercicio o el cuidado para que no se lastimaran. Sentí tanta discrepancia. Sí, los niños de trece años son más responsables de su propia seguridad y bienestar que los niños de seis. Sin embargo, los padres tienen que ser al menos tan diligentes durante esos primeros años de adolescencia como lo son con los niños que recién empiezan a caminar. Cuando los adolescentes comienzan a encontrar su propio camino, necesitan guía e inspiración para elegir, más que nunca, el camino más saludable.