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Sinopsis
Ni los operadores nucleares son como Homer Simpson, ni en España se puede producir una catástrofe como la de Chernóbil, ni hoy en día podemos prescindir de la energía nuclear sin aumentar las emisiones de dióxido de carbono y la contaminación atmosférica. Así que, si queremos seguir conectando los patinetes, los smartphones y los coches a la red eléctrica, es importante que empecemos a ver esas denostadas centrales nucleares con otros ojos.
Alfredo García, alias Operador Nuclear, nos sumerge en el fascinante mundo de la energía nuclear tratando de resolver las grandes cuestiones que la rodean y respondiendo a todos los mantras que siempre se repiten (las centrales caducan a los cuarenta años; el uranio se está agotando; un reactor puede explotar; o la industria nuclear es opaca). El resultado es un libro entretenido, didáctico, esclarecedor y sorprendente con una conclusión clara: todavía no se ha descubierto una manera más limpia y eficiente de producir energía eléctrica de forma independiente de los fenómenos meteorológicos.
A LFREDO G ARCÍA @OperadorNuclear
LA ENERGÍA NUCLEAR
SALVARÁ EL MUNDO
Derribando mitos sobre la energía nuclear
A Lourdes, Alfre y Álvaro, por formar el mejor equipo que cualquier hombre puede llegar a soñar
Vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de la ciencia y la tecnología, en la cual prácticamente nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología.
C ARL S AGAN
Nada en la vida debe ser temido, solo entendido.
Ahora es el momento de entender más, para temer menos.
M ARIE S KŁODOWSKA- C URIE
Solo la energía nuclear puede detener el calentamiento global.
J AMES L OVELOCK
Me gustaría que la fusión nuclear se convirtieraen una fuente de energía práctica. Proporcionaría un suministro inagotable de energía, sin contaminación ni calentamiento global.
S TEPHEN H AWKING
Prólogo
«Un gran poder conlleva una gran responsabilidad», le dijo el tío Ben a Peter Parker, el joven debajo de la máscara de Spiderman.
Es una frase que nos encanta, que nos llega al corazón, porque expone el lado humano de un superhéroe y algo que todos sentimos: conflictos. Es paradójica porque, a la vez que muestra algo positivo, un poder, lo relaciona con algo negativo, una responsabilidad, y es precisamente ese conflicto lo que humaniza al héroe y lo hace más cercano. La resolución del personaje es acogerse a su máxima: servir al bien común, al bienestar de todos por encima de sus intereses, incluso al precio de su propia vida, en el mayor acto de generosidad concebible. Al final siempre gana el bien. El pueblo lo aclama en absoluto consenso, el héroe descansa triunfal. El público se emociona y rompe en aplausos.
Nos encantan los superhéroes; es normal, reflejan las emociones humanas en la lucha del bien contra el mal y la dificultad para tomar decisiones vitales. Pero la vida es mucho más compleja: en la vida real el bien y el mal no están tan claramente definidos, no todo es blanco o negro, las diferencias se difuminan y surgen dilemas, la historia se enriquece. Por eso hay un tipo de cómic que me gusta especialmente.
Una historia clásica de cómic tiene tres elementos: un villano, un héroe y un mundo al que salvar. Y así ocurre con los grandes cómics de la historia: Spiderman, Hulk, Flash o Superman . El villano pone en riesgo el bienestar en el mundo, el superhéroe intercede y lo salva, el superhéroe es aplaudido y vitoreado por la multitud.
Pero la historia se vuelve más interesante cuando además de estos tres elementos aparece un cuarto elemento, un dilema, cuando la máxima del bien común del superhéroe es llevada al extremo y el bien y el mal se difuminan. ¿Hasta qué punto el protagonista es capaz de sacrificar su interés por el bien común? ¿Podría llegar hasta el punto de convertirse en un villano a los ojos de los demás? ¿Estaría haciendo el bien? Fruto de este dilema surge un personaje diferente, un superhéroe denostado.
Es la historia, por ejemplo, de El caballero oscuro , es decir, Bruce Wayne/Batman. El valiente fiscal Harvey Dent emprende una campaña para, mediante la ley y la justicia, limpiar Gotham de las mafias que se han apoderado de la ciudad. El villano, Joker, maniobra para desfigurar no solo la faz de Harvey, sino también su voluntad y su razón, convirtiendo al antes virtuoso fiscal en un desequilibrado, el villano Dos Caras. En ese momento Batman se encuentra en un dilema: mantener intacto el honor de Harvey Dent y salvar su proyecto criminal implica mancillar el suyo propio. El superhéroe toma la difícil decisión de cargar con la culpa y convertirse en un villano a los ojos de su gente. Sabe que está haciendo lo correcto; de hecho, lo hace por ellos. Su máxima, que es abogar siempre por el bien común por encima de sus intereses personales, es llevada al extremo. Y el precio a pagar es muy alto: el exilio.
¿Pero qué tendrán que ver los cómics con un libro titulado La energía nuclear salvará el mundo? Pues es que nuestra historia, la que está detrás de este libro, tiene todos los elementos de los buenos cómics, como el de Batman: héroes, villanos, un mundo que salvar y un dilema.
El mundo que salvar es nuestro mundo. La vida es muchísimo más frágil y delicada de lo que puede percibir un humano que se levanta a las ocho de la mañana, desayuna, se ducha, va al trabajo, vuelve a casa, cena y se va a dormir. En nuestra burbuja de cotidianidad no permea la realidad de ahí fuera. Las leyes del cosmos están continuamente conspirando para acabar con la vida. Solo en un ínfimo e insignificante rincón del universo se consiguen aplacar las leyes de la termodinámica para mantener el ciclo de la vida; se trata de una canica azul, la Tierra. Y todo pende de un delicado equilibrio: la atmósfera, los océanos, la tierra…, todo funciona de manera simbiótica, como una máquina perfectamente engrasada para hacer posible lo imposible y mantener a raya al universo y sus malditas leyes termodinámicas. Sí, somos una excepción, una anomalía en el cosmos, y nuestra existencia está supeditada a este escudo protector en esta fina burbuja de equilibrio.
Hace algo más de cien años el ser humano abrió la caja de Pandora: descubrió el poder de la química enterrada bajo suelo en forma de oro negro. Quemarlo era desprender el calor del sol. Este descubrimiento transformó el mundo completamente, impulsó las ciudades, el crecimiento y el bienestar del ser humano por encima del resto de los seres en la Tierra, todo al servicio del progreso y el desarrollo. Todo esto sin tan siquiera considerar que, al hacerlo, se estaba deshaciendo un trabajo simbiótico que había llevado miles de millones de años: esconder en las profundidades de la tierra los compuestos del carbono, que en forma gaseosa alteran la composición de la atmósfera, desplazan el equilibrio y destruyen el escudo que es nuestra burbuja protectora. Las consecuencias no han tardado en hacerse latentes: suben las temperaturas y el nivel del mar, sequías, desastres naturales… Y lo peor está por llegar: escasez de agua y comida, plagas, enfermedades, polución, extinciones en masa, movimientos migratorios extremos y mucho más. La vida de miles de millones de personas está en juego y el tiempo se acaba. La cuenta atrás ya ha comenzado.
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