Alimenta tu cerebro
RBA INTEGRAL
SANTI ÁVALOS
ALIMENTA TU CEREBRO
Consejos, recetas y menús para disfrutar de una mente centrada y despierta a cualquier edad
NOTA IMPORTANTE: en ocasiones las opiniones sostenidas en «Los libros de Integral» pueden diferir de las de la medicina oficialmente aceptada. La intención es facilitar información y presentar alternativas, hoy disponibles, que ayuden al lector a valorar y decidir responsablemente sobre su propia salud, y, en caso de enfermedad, a establecer un diálogo con su médico o especialista. Este libro no pretende, en ningún caso, ser un sustituto de la consulta médica personal.
Aunque se considera que los consejos e informaciones son exactos y ciertos en el momento de su publicación, ni los autores ni el editor pueden aceptar ninguna responsabilidad legal por cualquier error u omisión que se haya podido producir.
© Santi Ávalos, 2014.
© de esta edición: RBA Libros, S.A., 2014.
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rbalibros.com
Primera edición: junio de 2014.
RBA INTEGRAL
REF: OEBO908
ISBN: 9788416267897
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A MI MUJER Y MIS HIJOS
Contenido
Introducción
EL PAPEL DE LA ALIMENTACIÓN EN EL FUNCIONAMIENTO DE LA MENTE
La mente tiene un papel fundamental en el desempeño de la gran mayoría de nuestras actividades, y no hace falta ser un jugador de ajedrez profesional para necesitar de un cerebro en forma. Vivimos en una sociedad sumamente competitiva que nos somete, cada vez más, a un gran esfuerzo intelectual. Son muchos los retos mentales a los que nos tenemos que enfrentar diariamente para ser eficientes en el desempeño de nuestra profesión. Y aunque en el caso del ajedrecista esto sea mucho más evidente, lo cierto es que tanto si somos profesores, como si trabajamos en una oficina, en un restaurante, o nos dedicamos a conducir un taxi, el estado de nuestro cerebro tiene una importancia decisiva para hacer tareas como acabar a tiempo ese informe que nos han pedido o encontrar el camino más corto para llevar a un pasajero al aeropuerto.
Del buen estado de nuestro cerebro dependen muchas funciones distintas, como la facilidad para recordar caras o acontecimientos, nuestra velocidad de reacción ante una situación peligrosa cuando conducimos, la capacidad de análisis, la coordinación motora o el modo en que nos enfrentamos a las situaciones estresantes. Por otra parte, una mente sana nos otorga autoconfianza y control emocional, y nos ayuda a tener una visión más optimista de las cosas. Todos estos ejemplos no son más que una pequeña muestra del gran abanico de situaciones en las que se ve implicado, de alguna u otra forma, nuestro cerebro, y nos dan una idea de hasta qué punto es importante prestarle más atención y cuidados, si es que deseamos una vida de éxito y bienestar.
Todos conocemos a alguien a quien admiramos por sus cualidades intelectuales. Es gente brillante, con chispa, y parece que hagan las cosas sin esfuerzo. También sabemos de personas que tienen la suerte de nacer con una mente prodigiosa. Poseen una memoria que parece imposible para el común de los mortales y son capaces de realizar operaciones matemáticas más propias de una calculadora que de un ser humano. Por lo general, se suele creer que este tipo de superdotados tienen el privilegio de haber heredado un factor genético excepcional, y que la mayoría de nosotros, por mucho que lo intentemos, jamás llegaremos a realizar esas proezas. En cierta manera eso es así, pero, cada vez más, se está imponiendo la idea de que nuestras capacidades mentales innatas no son tan determinantes como se creía, y que hay factores externos que tienen una importancia decisiva, tanto en el desarrollo de nuestro potencial, como en la prevención de trastornos psicológicos y deficiencias mentales que antes se creían intratables.
Se sabe que un órgano que no se utiliza se atrofia, y el cerebro es un órgano más de nuestro cuerpo, que no puede escapar a esa ley de conservación de la naturaleza. Ya nadie duda de que cuando ejercitamos nuestra mente, a través de ejercicios intelectuales, mejoramos su rendimiento, aumentamos su capacidad, e incluso podemos llegar a revertir algunos problemas de memoria relacionados con la edad.
Existen programas de ejercicios, específicamente diseñados para los enfermos de alzhéimer, que han demostrado ser muy útiles en la mejora de la calidad de vida de estos pacientes. Y cualquiera que haya practicado algún tipo de disciplina mental, como el raja yoga, habrá podido comprobar en sus propias carnes cómo mejora su capacidad de concentración día tras día.
No podremos esperar un funcionamiento óptimo de nuestra mente si ese complejo entramado de neuronas al que llamamos cerebro no está debidamente alimentado
En cierto sentido, el cerebro se comporta como un músculo, y como este, necesita actividad para poder mantener su funcionalidad. Pero como todo fisioculturista sabe, para desarrollar la fuerza y el tamaño muscular son necesarios tres factores clave: el ejercicio, el descanso y la nutrición específica. Podemos pasarnos todo el día en el gimnasio, practicando los ejercicios y las rutinas de entrenamiento más avanzadas, pero si no llevamos una dieta acorde con ese programa de entrenamiento, pronto empezaremos a notar la falta de energía, nos lesionaremos con más facilidad y perderemos fuerza y tejido muscular, en lugar de incrementarlo. Y al cerebro le pasa exactamente lo mismo. Por mucho que nos empeñemos en ejercitarlo mediante juegos mentales, o por mucho descanso y meditación que practiquemos, no podremos esperar un funcionamiento óptimo de nuestra mente si ese complejo entramado de neuronas al que llamamos cerebro no está debidamente alimentado.
Hoy en día se habla mucho de la dieta cardioprotectora, y a nadie le extraña que aumentar el consumo de frutas y verdura, reducir la ingesta de grasas saturadas, e incluir alimentos ricos en omega 3 en nuestra dieta, tenga un efecto beneficioso para el corazón y aumente nuestra esperanza de vida. También se reconoce, cada vez más, el papel que desempeña una alimentación sana en la prevención de enfermedades degenerativas como el cáncer, y es muy evidente la relación que hay entre la dieta y el control de la diabetes. Sin embargo, a la mayoría de las personas les cuesta ver la relación directa que puede tener un buen plato de cereales integrales, o una deliciosa macedonia de manzana, plátano y nueces, con nuestro rendimiento mental o con nuestro bienestar psicológico.
LA PLASTICIDAD DEL CEREBRO
Durante mucho tiempo ha dominado una especie de dogma científico que nos hacía creer que el cerebro era un órgano que se deterioraba, inexorablemente, con el paso de los años. Y que a partir de cierta edad, se iniciaba un proceso continuo de destrucción de neuronas sobre el que no teníamos ningún tipo de control. Esa idea caló muy fuerte en nuestra conciencia colectiva, y ante este panorama desolador, solo cabía esperar, pasivamente, a que empezaran a aparecer los primeros síntomas «típicos de la edad», como olvidar hechos y conversaciones recientes, o una mayor dificultad para resolver problemas.
Pero afortunadamente para nosotros, ese paradigma está cambiando. Ahora se empieza a reconocer que tenemos un gran margen de acción para poder modificar esa condición a través de ciertos hábitos de vida saludables, en los que la alimentación tiene un papel fundamental. Deficiencias casi insignificantes de determinados nutrientes como el boro, la riboflavina o el hierro, por poner solo unos ejemplos, pueden dar lugar a pérdidas importantes en el rendimiento de nuestro cerebro, y nos predispone a sufrir síntomas como pérdidas de memoria, dificultades para dormir, ansiedad o falta de concentración. Unos síntomas que, si no se corrigen a tiempo, podrían degenerar en trastornos de mayor importancia como la depresión. Conocer los nutrientes que reclama nuestra mente para funcionar, y saber qué alimentos son una buena fuente de ellos es el primer paso para tomar las riendas de nuestros pensamientos.
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