Empresa tiene nombre
de mujer
Javier Scherk
Primera edición en esta colección: septiembre de 2015
© Javier Scherk, 2015
© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2015
Plataforma Editorial
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ISBN: 978-84-16429-67-7
Composición: Grafime
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A los universitarios y universitarias que están pensando en dedicarse al mundo empresarial, con el deseo de que este libro pueda ayudarlos a tomar sus decisiones vitales.
Índice
Prólogo
Conozco bien, tanto a título profesional como personal, a varias de las diez mujeres top que han sido entrevistadas para este libro de Javier Scherk, con quien nuestros caminos se han cruzado en varias ocasiones en los últimos años. Los perfiles de todas y cada una de ellas me parecen idóneos, por su capacidad de reflexión, experiencia y profesionalidad.
Javier nos plantea diez preguntas que me han encandilado, por su carga racional y, a la vez, emocional, porque las respuestas no son fáciles, pues, para responderlas, se necesita equilibrio entre cabeza y corazón. Son diez preguntas incisivas, concretas, concisas y que van al grano, porque intentan dar respuesta y contenido a decisiones de futuro que el autor quiere entender en profundidad. Las respuestas no son obvias ni intrascendentes, aunque sus opiniones solo nos muestran la punta del iceberg, según la visión y la experiencia humana y profesional de cada una de las entrevistadas.
Estamos ante un libro que analiza e intenta dar respuestas al porqué de las mujeres en el mundo empresarial. En mi caso, debo admitir que cuando me preguntan si soy ejecutiva o empresaria, solo puedo responder, con orgullo y determinación, que soy vendedora. Es decir, podría vender cualquier producto o servicio en cualquier lugar del mundo, a quien sea, siempre teniendo presente el magnífico libro El vendedor más grande del mundo, de Og Mandino, en el que propone vivir cada día como si fuera el último, y que tuve oportunidad de leer hace aproximadamente unos treinta años.
El libro de Javier Scherk es ameno, interesante y de fácil lectura. Nos hace reflexionar, tanto a mujeres como a hombres, sobre lo mucho que podemos ganar si trabajamos juntos en la empresa. También de la pérdida inútil que conlleva no hacerlo así, en equipo, sin cuestionar la autoridad del que «más sabe o conoce», en vez de someterse a las absurdas relaciones de poder, al más puro estilo anticuado, paternalista y benevolente. De ahí la importancia del liderazgo puro que define el I Ching, en el que los seguidores escogen libremente creer al líder porque entienden que es el que los llevará al éxito.
Llegados a este punto, no hay que tomar partido por algunas de las características positivas (método, escucha activa, flexibilidad y paciencia) o negativas (agresividad, networking, viajes y desplazamientos, pasión y exigencia) de las mujeres en el mundo empresarial, pues la mayoría están íntimamente relacionadas con la Empresa, en mayúscula. Y es indiferente el género al que se pertenezca; es decir, tanto las habilidades personales como los conocimientos profesionales necesarios son exactamente los mismos, seas hombre o mujer.
Comparto la visión que tiene el autor de encontrar la felicidad en las cosas sencillas, en el equilibrio profesional y personal, y en la importancia de la cultura; así como en la suma de talento y esfuerzo para conseguir el «éxito al cuadrado». Y me he sentido muy identificada con el «Decálogo del buen vendedor», principalmente con el hecho de dominar el mensaje (y el lenguaje no verbal) y los números (que ofrecen datos en la toma de decisiones), la necesidad de la preparación de la visita y la posvisita, la gran importancia del cierre y su alusión al binomio humildad-grandeza.
Estoy convencida de la grandeza de este libro para nosotros, los empresarios, que sentimos orgullo y pasión de serlo, en un mundo en el que somos más necesarios que nunca, aunque algunas veces no se nos otorguen titulaciones académicas (sobre todo en el caso de los más jóvenes) o profesionales (en el escalafón de nuestras empresas). Todos somos imprescindibles, pero algunos menos que otros.
No me gustaría terminar sin animar a más mujeres a escoger el camino profesional del mundo empresarial, pues tiene muchas compensaciones en todos los planos; y ánimo a nuestros compañeros y homónimos masculinos: si detectan a una vendedora con potencial, crean en ella y denle la oportunidad que se merece, pues seguramente no los defraudará.
Evelyn Lauder, empresaria y mecenas austríaca, apuntó: «No presiones, impresiona. Y antes de vender, ¡regala!». Y Rosa Tous, empresaria española, nos dice: «Cada mujer refleja en sus productos su personalidad y sus sueños». Soñemos despiertos con un mundo mejor.
ELIZABETH TRALLERO
CEO Congost Plastic
Consejera de Womenalia
Introducción
Cuando mi anterior libro, Los secretos del mundo comercial, estaba ya en la imprenta, caí en la cuenta de que todos mis entrevistados, todos los grandes directivos españoles con los que había querido contar para transmitir al lector las claves del éxito comercial, eran hombres. Varones. No había ninguna mujer.
Se trataba, por supuesto, de un descuido imperdonable. Al percatarme de esto, llamé al instante al editor: «No podemos salir así», le dije, intentando imaginarme el retraso que conllevaría alterar el manuscrito. «Pues vamos a tener que poder –me respondió–, porque el libro ya está en máquinas».
Me hubiera gustado poder decir, con cierto gesto dramático: «¡Paren máquinas!», pero la realidad se impuso –como casi siempre–. Era demasiado tarde. La suerte estaba echada. Pero me puse a pensar en qué hacer a continuación y por qué había ocurrido eso.
El porqué era fácil: en el libro entrevistaba a directores comerciales, y la realidad es que en nuestro país hay muy pocas directoras comerciales. En general, hay pocas mujeres en el mundo de las ventas, a pesar de sus grandes virtudes como vendedoras. ¿Cómo se explica, pues, que el sector no refleje esta realidad? ¿Por las barreras tradicionales a las que todavía se enfrentan las mujeres en el ámbito laboral? ¿Por la persistencia de prejuicios en la selección de personal? ¿O por algo intrínseco en las empresas que dificulta su incorporación?
De estas y de otras preguntas relacionadas surgió la solución: escribir otro libro, con el objetivo de hallar respuestas que explicaran una situación que, a todas luces, parece ilógica. Y, a ser posible, proponer vías para superarla.
Escribir otro libro me iba a permitir, además, dar satisfacción a varias personas cuya opinión valoro y que criticaron que en mi primer libro yo quedase «oculto» tras las entrevistas. «Y tú –me decían–, con tus kilómetros de vuelo y tu experiencia, ¿por qué no cuentas cuáles son tus secretos, tus claves y tus consejos?» De nada sirvió que intentara explicarles que coincido casi palabra por palabra con lo que contaban mis entrevistados –¡por algo los había escogido!–. Lo que me pedían –más bien me exigían– era que me implicara más, de manera directa, en el texto. Ante ellos tuve que comprometerme a que, en el hipotético caso de que escribiera otro libro, figuraría en lugar destacado mi «decálogo del buen vendedor»: la decantación de mi experiencia de más de veinticinco años en ventas.
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