S ALUDO A LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES
E n las últimas páginas de mi libro Dans avec le siècle me hacía esta pregunta: «Nuestras sociedades, ¿conocerán un nuevo despertar o un crepúsculo definitivo?». A la vista de lo que ha ocurrido y está ocurriendo en plazas y barrios de numerosas ciudades españolas, en la Puerta del Sol de Madrid, en la plaza de Catalunya de Barcelona, en Sevilla, en Valencia, en Bilbao, en Oviedo…, no puedo más que expresar mi agradable sorpresa y satisfacción de encontrarme en connivencia con los sentimientos y las inquietudes de miles de indignados de este gran país, diverso y plural, que es España, cuya tradición de lucha y resistencia contra los conculcadores de la libertad y de los derechos humanos viene de antaño.
Desde estas páginas, me place acompañar estas voces comprometidas que han intervenido activamente en el movimiento del 15-M. Considero esencial que la movilización de los indignados españoles se acompañe de efectos beneficiosos para revitalizar los valores de la democracia y para impulsar las reformas que exige la mayoría de los ciudadanos.
Mis saludos más cordiales a los indignados españoles y mi apoyo entusiasta para que asuman el compromiso por inquietud ética de actuar y movilizarse.
S TÉPHANE H ESSEL
París, 1 de junio
KLAUDIA ALVAREZ (Cornellá de Llobregat, 1975) es profesora en Barcelona, tiene una gata, un trabajo que le gusta, buenos amigos, una familia y su propia casa que habrá logrado pagar cuando cumpla los 70 años de edad. Participó en la gestación del 15-M y está "indignada" porque su padre hace demasiado tiempo que está desempleado, porque sus amigas encadenan contratos precarios e incluso su propio trabajo es temporal después de trabajar ocho años.
PABLO GALLEGO (Cádiz, 1988) es diplomado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Cádiz y cursa el segundo ciclo de la licenciatura de Investigación y Técnicas de Mercado en ICADE, en Madrid. Actualmente realiza prácticas de empresa en una multinacional alemana del sector de la automoción y participa en el concurso del Proyecto Empresarial ICADE.
Pablo tiene dos carreras, habla inglés y alemán y ha estudiado en el extranjero; forma parte de la generación más preparada de nuestra historia reciente. Sin embargo, se plantea marchar fuera a trabajar, a buscar su oportunidad.
FABIO GÁNDARA (Santiago de Compostela, 1984) se trasladó a Madrid con 18 años para estudiar las carreras de Derecho y Ciencias Políticas y de la Administración. Ha trabajado dos años en el bufete Cuatrecasas y cursó un máster de especialización en Política Territorial y Urbanística. Compagina la preparación de unas oposiciones estatales con las labores de activismo en la plataforma ciudadana Democracia Real Ya.
Fabio se autodefine como un #indignado más, pero no lo es. Él prendió la mecha (fue el primero) en febrero de 2011 cuando, en un chispazo de inspiración, creó un grupo en Facebook y envió un mensaje a sus amigos en la red: «Únete».
ÓSCAR RIVAS (Madrid, 1972) estudió sonido y ha trabajado en el ámbito de la producción musical y en Radio Nacional de España (RNE). Ha desarrollado varios proyectos relacionados con el mundo de la comunicación, entre ellos la creación de RESER Escuela de Comunicación. Trabaja como «freelance» en proyectos de comunicación, además de impartir clases de radio.
Adscrito a la comisión de comunicación de Democracia Real Ya, llegó a pasar 32 horas seguidas al pie del cañón para dar vida a Ágora Sol Radio, la emisora que emitió desde la misma plaza y que dio voz a las miles de personas que se acercaban a diario y contaban su historia de indignación.
Título original: Nosotros, los indignados
Klaudia Álvarez, Pablo Gallego, Fabio Gándara y Óscar Rivas, 2011.
Editor original: natg (v1.0)
ePub base v2.0
N OTAS
¿Quiénes son los indignados?, ¿contra qué protestan?, ¿qué quieren? A estas y otras preguntas responden en este libro cuatro voces comprometidas del 15-M. Ese día, el 15 de mayo de 2011, una convocatoria a través de las redes sociales reunió a miles de personas en cerca de sesenta ciudades españolas. Aquella misma noche, muchos acamparon en las plazas, dando así el pistoletazo de salida a la protesta más transversal y pacífica de las últimas décadas en España.
Pero, ¿cómo empezó todo? No fueron los sindicatos ni ningún partido los que desataron la llamada «#spanishrevolution», cuyos efectos aún están por saber. Fueron ciudadanos anónimos, algunos de los cuales, los primeros indignados —la expresión, acuñada por Stéphane Hessel, que les ha unido y otorgado identidad— exponen aquí sus razones y sus propuestas para el futuro.
Klaudia Álvarez, Pablo Gallego, Fabio Gándara y Óscar Rivas
Nosotros, los indignados
Las voces comprometidas del #15-M
ePUB v1.0
natg18.07.12
N O HAY VUELTA ATRÁS:
VAMOS A MÁS Y MEJOR
K LAUDIA Á LVAREZ
S oy un joven profesora. Para mí los años empiezan en septiembre. El tiempo se mide en cursos escolares y este de 2011 que ahora se acaba ha marcado un punto de referencia no sólo en mi vida, sino en la de muchas personas. Tengo el privilegio de haber vivido la «#spanishrevolution» en Barcelona desde el primer momento, desde dentro y de haber visto cómo calaba día a día. Este cambio, de la indiferencia a la implicación en manifestaciones, acampadas y reivindicaciones diversas, es una muestra del despertar que se ha producido en la sociedad, lo que me llena de alegría y de esperanza.
Tengo treinta y cinco años, una gata, un trabajo que me gusta, buenos amigos, una familia y hasta mi propia casa. ¿Por qué estoy indignada? Todo el mundo me dice que tengo motivos de sobra para ser feliz y, sin embargo, hace mucho que estoy indignada. La cuestión es que tengo muchas más cosas. Por ejemplo, un padre que hace demasiado que está en paro y unas cuantas amigas con contratos precarios, un trabajo que sigue siendo temporal después de ocho años y una hipoteca que pagaré hasta que cumpla los setenta. Pero, sobre todo, tengo ojos que me sirven para ver que no se trata de una situación aislada, ni siquiera de una crisis. Hace tiempo que pienso que este modelo de sociedad tiene los días contados. A menudo me he sentido extraña, viendo cómo todo seguía igual un día tras otro. Parecía que a nadie le importaba. Y eso era lo más irritante.
La semilla del cambio
Un día abrí una cuenta en Twitter. Aparecieron en mi vida un montón de nuevas palabras: «Anonymous», «hacktivismo», «#sindepírate», Tahrir, «ciberrevolución», «Ddos», Hessel, «#nolesvotes», «#malestar, Islandia»…, y la semilla del cambio se instaló en mi cabeza. Mucha gente seguía pensando que nada importaba y que nada podía cambiarse, pero algunas personas empezamos a variar la perspectiva. La red aparecía ante nosotras no sólo como un medio de información, inspiración y comunicación, sino como un instrumento para organizar nuestra indignación. A través de @Dima_Khatib seguí las revoluciones árabes. Y descubrí que la «desorganización» en forma de red, sin un centro claro y en constante mutación, puede ser muy organizada. Empecé a comprender lo que Manuel Castells llama «wikirrevoluciones» y constaté que el poder de los internautas y de las redes sociales es difícil de contener. Y comencé a soñar con una «#globalrevolution» sin cerebro central que se contagiara de forma viral y que naciera de la indignación de millones de personas.