CARTA DE LOS AUTORES
Queridos amigos de los pueblos de España:
«¡Indignaos!». El mensaje se oye en muy diversos países de Europa y del mundo. El sentido de la indignación se extiende, y pone de manifiesto una viva esperanza por parte de los ciudadanos de las sociedades modernas, y sus preocupaciones.
La gravedad de la situación ecológica, las desigualdades cada vez más profundas, el egoísmo de los poderosos, la dictadura de los mercados, la violación de valores fundamentales y tantos otros peligros a los que nos vemos enfrentados nos imponen a un tiempo reflexionar, comprender y actuar en consecuencia.
Esta situación no hace sino reforzar la incitación, en un momento en que el sur del Mediterráneo nos demuestra que los pueblos pueden agruparse, indignarse y responder a una situación que no les conviene.
Motivos para la indignación no faltan. Y si a veces nos parecen lejanos o abstractos, pueden asimismo presentársenos de forma muy concreta.
España, que a lo largo de las últimas décadas ha vivido una transición democrática, un auge económico y transformaciones sociales que despiertan admiración, no es una excepción:
- los jóvenes, a menudo sin futuro, afectados por el paro y la precariedad laboral;
- la incertidumbre que angustia a millones de trabajadores y a sus familias, sin que nadie les ofrezca perspectivas de mejora a corto o medio plazo;
- la puesta en entredicho de conquistas sociales, logros y derechos adquiridos a lo largo de las últimas décadas a costa de importantes esfuerzos y luchas;
- la especulación inmobiliaria desenfrenada, económica y socialmente absurda, que dificulta el acceso a la vivienda al tiempo que altera los paisajes litorales y el medio ambiente;
- los escándalos de corrupción que implican a dirigentes políticos.
Entonces, ¿qué hacer? Este mundo extraño e incierto ¿debe por ello desanimarnos y dejar que nos hundamos en el pesimismo?
¡No!
Nuestra capacidad para indignarnos puede y debe llevarnos a acciones constructivas, motivadas por el rechazo de la pasividad y de la indiferencia.
Saber decir no. Denunciar. Protestar. Resistir. Indignarnos. Desobedecer, en ocasiones, frente a lo que nos parece no legítimo y cercena las libertades y los derechos fundamentales.
Saber decir sí. Actuar. Militar. Tomar parte en la «insurrección pacífica» que nos permita dar respuestas a un mundo que no nos conviene.
En una palabra: comprometerse.
Comprometerse significa abrirse al mundo que nos rodea. Supone decir, en contra del determinismo histórico, que existe algo que inventar. Es lo contrario del derrotismo y de la resignación.
Hay alternativas: tenemos la posibilidad de seguir los caminos de un mundo mejor gobernado.
¡Llegó la hora de actuar! Los retos, la necesidad de un cambio, las soluciones que es preciso poner en práctica deben comprometer la responsabilidad que nos es propia, la que nos define como personas. Así pues, experimentemos, dirijamos la mutación —ecológica, solidaria, social, ética, económica, política— y tratemos de construir juntos un futuro sostenible. Con el realismo que se impone ante la magnitud de los desafíos y las crisis, pero también con el optimismo de la voluntad.
Describir los grandes retos de nuestro tiempo —entre los que destacan la ecología, la democracia, la justicia social—, indicar ámbitos en los que los jóvenes, y los no tan jóvenes, puedan encontrar materia para desarrollar su dinamismo, su energía creadora y su civismo. Tal es el objeto de esta pequeña obra.
¡Comprometeos! constituye no tanto un programa o una conminación como una incitación a movilizarse. Una invitación a comprometerse personalmente en la vida ciudadana y en las luchas de nuestro tiempo.
Os corresponde a vosotros, amigos de España —país en el que la diversidad de las culturas es mundialmente reconocida—, ciudadanos del mundo, a cada uno de nosotros individualmente, y a todos nosotros colectivamente, encontrar las pistas a través de las cuales «la internacional ciudadana» en gestación podrá dotar de vida este siglo. No para lograr el mejor de los mundos, sino un mundo viable.
S TÉPHANE H ESSEL
y G ILLES V ANDERPOOTEN
Título original: Engagez-vous!
Stéphane Hessel, junio de 2011.
Traducción: Rosa Alapont
Editor original: natg (v1.0)
ePub base v2.0
NOTAS
Ya no basta con indignarse.
Tras la estela del exitoso ¡Indignaos!, aparece ahora ¡Comprometeos!, un texto que recoge las conversación entre el venerable Stéphane Hessel y Gilles Vanderpooten, un joven activista social y medioambiental.
Concebido como una conversación o entrevista, el texto recoge las preguntas o planteamientos de Gilles Vanderpooten sobre diferentes temas de actualidad (la necesidad de que los ciudadanos nos comprometamos en los problemas de nuestra sociedad, los problemas medioambientales o la crisis institucional, entre otros), junto con las reflexiones que sobre ellos realiza el propio Hessel.
El resultado, no podía ser de otro modo, es un texto interesante, necesario, pero sin la capacidad de incendiar la conciencia del lector que tiene ¡Indignaos!. Probablemente esto se deba a que una parte importante del texto se centra especialmente en temas medioambientales. Por supuesto, la resolución de los problemas ambientales que afectan a nuestro planeta es extremadamente importante; y probablemente la crisis medioambiental, que ahora olvidamos, atentos como estamos a la financiera, sea el reto más importante al que la humanidad se enfrenta.
Stéphane Hessel
¡Comprometeos!
ePUB v1.0
natg19.06.12
STÉPHANE HESSEL
El nacimiento de Stéphane Hessel coincide con el principio de la Revolución rusa. Sin embargo, antes que la rebelión, Hessel preferirá la vía de la diplomacia y de las organizaciones internacionales.
La experiencia de la segunda guerra mundial —durante la cual escapa dos veces de los campos de concentración— hace de él un mundialista y un decidido europeísta. Convencido de la urgencia de unirse para prevenir nuevas catástrofes, y creyendo en la necesidad de una organización internacional del mundo, contribuye a la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. «Se trata tal vez del período más ambicioso de mi vida, con la fascinante sensación de trabajar no por la eternidad, sino por el futuro.»
Pionero de la ONU, embajador de Francia, agregado de Asuntos Exteriores y más tarde del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, encarna un «civismo mundial» que lo lleva a comprometerse sucesivamente con los derechos humanos, los sin papeles y los sin techo, la lucha contra las desigualdades y el conflicto palestino-israelí. Para Stéphane Hessel, venerable entusiasta, presente en todos los frentes, la ecología constituye uno de los principales retos del siglo XXI. Hombre optimista, considera a la naturaleza «rica en múltiples ardides» y capaz de burlar todas las trampas de sus criaturas.
Su gran anhelo es que se cree una Organización Mundial del Medio Ambiente, y alienta a las jóvenes generaciones para que mantengan viva la idea de resistencia contra los escándalos que los rodean y que deben ser combatidos con vigor.