STÉPHANE FRÉDÉRIC HESSEL, (Berlín, 20 de octubre de 1917) es un diplomático, escritor, y militante político francés. Fue miembro de la Francia Libre durante la Segunda Guerra Mundial, y debido también a su origen judío, capturado y torturado por la Gestapo y recluso de los campos de concentración de Buchenwald y Dora-Mittelbau. Fue uno de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.
Bibliografía:
- ¡Indignaos!, 2010
- ¡Comprometeos!, (coautoría con Gilles Vanderpooten, 2011)
- Mi baile con el siglo, 1997; publicado en España en 2011
EDGAR MORIN es un filósofo y sociólogo francés de origen judeo-español (sefardí). Nacido en París el 8 de julio de 1921, su nombre de nacimiento es Edgar Nahum.
- El año cero de Alemania, 1946
- El hombre y la muerte, 1951
- El espíritu del tiempo, 1966
- La Comuna de Francia: La metamorfosis de Plozevet, 1967
- El Rumor de Orleans, 1969
- El paradigma perdido: la naturaleza humana, 1973
- El Método I . La naturaleza de la naturaleza, 1977
- El Método II . La vida de la vida, 1980
- Ciencia con conciencia, 1982
- De la naturaleza de la URSS, 1983
- Sociología, 1984
- El Método III . El conocimiento del conocimiento, 1986
- Pensar Europa, 1987
- Introducción al Pensamiento Complejo, 1990
- El Método IV . Las ideas, 1991
- Tierra Patria, 1993
- Mis demonios, 1994
- La Complejidad humana, 1994
- Un año Sísifo, diario de 1994
- Amor, poesía, sabiduría, 1997
- La mente bien ordenada, 1999
- Los siete saberes necesarios para una educación del futuro, 2000, UNESCO
- El Método V . La humanidad de la humanidad, 2001
- Por una política de civilización, 2002
- El Método VI . La Etica, 2004
- Civilización y barbaridad, 2005
- ¿Hacía el abismo?, 2008
- La Vía. Para el futuro de la Humanidad, 2011
Título original: Le chemin de l´espérance
Stéphane Hessel & Edgar Morin, febrero de 2012.
Traducción: Rosa Alapont
Editor original: Natg (v1.0)
ePub base v2.1
NOTAS
«Es nuestro propósito denunciar el curso perverso de una política ciega que nos conduce al desastre. Es el de enunciar una vía política de salvación pública. Es el de anunciar una nueva esperanza».
Tras proclamar en ¡Indignaos! y ¡Comprometeos! la necesidad de dar un paso adelante si queremos cambiar aquello que no nos gusta de nuestra realidad social y política, Stéphane Hessel se alía en este libro con uno de los grandes intelectuales europeos del siglo XX , el filósofo Edgar Morin, para ir aún más allá en su llamada a la movilización cívica.
Hessel y Morin, dos nonagenarios que no han perdido un ápice del espíritu combativo que los llevó a luchar con la Resistencia, apelan aquí a la imaginación y a la exigencia ciudadana para devolverle un horizonte al siglo en que vivimos, un porvenir a nuestro planeta y una esperanza a todos aquellos a los que hoy en día se les ha negado. Lo hacen a través de propuestas concretas, como la creación de un gobierno mundial, la revitalización de la solidaridad mediante la creación de Casas de Fraternidad, el desarrollo de una economía plural que favorezca a las pequeñas y medianas empresas e impulse un nuevo modelo de consumo, la implementación de una reforma laboral basada en los principios de la racionalidad y la democratización de la enseñanza, en la que es necesario, reclaman, que cobren mayor importancia las humanidades.
Stéphane Hessel & Edgar Morin
El camino de la esperanza
ePUB v1.0
Natg11.12.12
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NUESTRO PAÍS EN EL MUNDO
Queridos conciudadanos, es nuestro propósito denunciar el curso perverso de una política ciega que nos conduce al desastre.
Es el de enunciar una vía política de salvación pública.
Es el de anunciar una nueva esperanza.
N UESTRO PAÍS, EL MUNDO, E UROPA
Nuestro país no vive aislado ni en un mundo inmóvil.
Debemos tomar conciencia de que compartimos una comunidad de destino planetario; toda la humanidad sufre las mismas amenazas mortales que conllevan la proliferación de las armas nucleares, el desencadenamiento de los conflictos etnorreligiosos, la degradación de la biosfera, el curso ambivalente de una economía mundial descontrolada, la tiranía del dinero, la conjunción de una barbarie procedente de la noche de los tiempos con la barbarie glacial propia del cálculo técnico y económico. Toda la humanidad, que sufrió la barbarie de los totalitarismos en el siglo XX , ve hoy abatirse sobre ella la hidra del capitalismo financiero y, al mismo tiempo, surgir toda clase de fanatismos y de maniqueísmos étnicos, nacionalistas y religiosos. La humanidad entera se ve enfrentada a un conjunto de crisis entremezcladas que, todas juntas, constituyen la Gran Crisis de una humanidad que no consigue acceder a la Humanidad.
En 1932, Paul Valéry decía con una lucidez de lo más actual: «La humanidad nunca había reunido tanto poder y tanto desasosiego, tantas preocupaciones y tantos juguetes, tantos conocimientos y tantas incertidumbres. La inquietud y la futilidad se reparten nuestros días».
Algo más tarde, Konrad Lorenz se interrogaba: «Cabe preguntarse qué es lo que afecta más gravemente al alma de los hombres en la actualidad, si su pasión ciega por el dinero o su prisa febril».
Respuesta: una y otra…, la una en la otra.
Tenemos un doble deber:
El primero es un deber de ciudadanos participantes en el destino planetario de los habitantes de la Tierra y que llevan los principios universales que tan bien expresan las estrofas once y doce, que siguen siendo desconocidas en nuestros días, del himno nacional francés, La marsellesa:
XI
La France que l’Europe admire
A reconquis la Liberté
Et chaque citoyen respire
Sous les lois de l’Égalité (bis);
Un jour, som image chérie
S’étendra sur tout l’univers.
Peuples, vous briserez vos fers
Et vous aurez une Patrie!
(estribillo)
XII
Foulant aux pieds les droits de l’Homme,
Les soldatesques légions
Des premiers habitants de Rome
Asservirent les nations (bis).
Un projet plus grand et plus sage
Nous engage dans les combats,
Et le Français n’arme son bras
Que pour détruire l’esclavage.
Idéntica ambición vibra en el programa adoptado en 1944 por el Consejo Nacional de la Resistencia Francesa y, cuatro años más tarde, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada en París gracias a René Cassin.
No podemos decidir solos sobre el destino de nuestro planeta, pero, en nombre de los principios ilustrados por esas estrofas y esos textos, podemos formular el gran, largo y difícil camino hacia una Tierra-Patria que englobaría y respetaría las diversas patrias, entre ellas la nuestra, lo que exigiría dejar atrás las soberanías absolutas de los Estados-nación ante tantos problemas globales como conlleva la era planetaria, si bien respetando plenamente, por lo demás, su soberanía en los demás ámbitos.