A Kerstin
La tesis de Levine en este libro es sencilla de formular: Cautivada por los cantos de sirena del «todo es gratis en la red», la industria cultural se encuentra al borde del precipicio, porque hay oscuros intereses en quienes promueven la supresión de los derechos de autor, concretamente las grandes empresas digitales, que presionan para promover la ideología de lo gratis y financiar todo lo necesario para socavar el concepto de derechos de autor. Para Levine, si la industria cultural agoniza es porque esa agonía conviene a los oportunistas digitales, los grandes del mundo de internet: YouTube, su propietaria Google, agregadores como The Huffington Post, y gigantes como Amazon o Apple, aderezado todo con activistas anticopyright financiados por la industria, y con presión a la hora de elaborar leyes antipiratería.
Ciertamente, «Parásitos» resulta un muy documentado trabajo, con un claro estilo periodístico, aportando datos reveladores y elaborando una teoría con la que el que se esté de acuerdo o no será, por supuesto, decisión del lector.
Robert Levine
Parásitos
Cómo los oportunistas digitales están destruyendo el negocio de la cultura
ePub r1.0
Mowgli14.11.13
Título original: Free Ride. How Digital Parasites are Destroying the Culture Business
Robert Levine, 2011
Traducción: Ferrán Caballero Puig
Diseño de portada: Mauricio Restrepo
Editor digital: Mowgli
ePub base r1.0
ROBERT LEVINE. Es estadounidense. Ha sido editor de «Billboard» y colaborador de las revistas «Vanity Fair», «Rolling Stone», y la sección de arte y negocios del «New York Times». Es licenciado en Ciencias Políticas y tiene un Máster en Periodismo.
Notas
I NTRODUCCIÓN
El «todo gratis» online
Hubo un tiempo en que la NBC vivía a la altura de su viejo eslogan, «Must See TV» («La televisión que hay que ver»). Durante la mayor parte de los años ochenta y los noventa, la cadena dominó la parrilla con éxitos emblemáticos que marcaron la cultura de su tiempo: Miami Vice, La hora de Bill Cosby, Cheers, Seinfeld, Friends, y otros. Emitía The Today Show por la mañana y The Tonight Show por la noche, una alineación imbatible de sitcoms el jueves por la noche y el Saturday Night Live cada fin de semana. Durante algunos de estos años, también emitía partidos de la Major League de béisbol, de la NFL de fútbol americano, de la NBA de baloncesto y los Juegos Olímpicos.
La cadena ganó sus cuotas de pantalla forzando los límites de la televisión: Miami Vice llevó los efectos visuales de la MTV al drama policíaco, Canción triste de Hill Street incorporó el realismo descarnado y Seinfeld dotó de autoconsciencia a las sitcoms en un tiempo en el que la mayoría de los capítulos de media hora todavía acababan con un abrazo. Estos programas hicieron de la NBC una de las divisiones más productivas de General Electric.
En 2010, sólo siete años más tarde, la cadena esperaba perder más de 100 millones de dólares.
Mientras la NBC se tambaleaba, otras compañías que dependían de su programación han prosperado. A principios de 2006, más de cinco millones de personas vieron el famoso sketch «Lazy Sunday» de Saturday Night Live en YouTube, que más tarde, ese mismo año, fue comprado por Google por 1.650 millones de dólares. Y las compañías telefónicas construyeron imperios vendiendo ancho de banda que permite a los consumidores ver en streaming o descargar programas televisivos piratas sin anuncios.
La NBC no es la única gran empresa de comunicación que en los últimos años ha visto desplomarse su valor. La Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), con su emblemática imagen del león rugiendo y el catálogo de películas de James Bond, vendió por 5.000 millones de dólares en 2004 pero recibió ofertas de menos de 2.000 millones en 2010».
Aunque cada una de estas compañías tenía sus propias dificultades, todas se enfrentaban al mismo problema de fondo: no ingresaban una parte suficiente de los beneficios que generaba su trabajo. El material que habían producido era ciertamente popular. Pero, como «Lazy Sunday» y Héroes, este material construyó otros negocios, incluyendo The Pirate Bay, el iTunes Store de Apple y el Huffington Post.
El daño no se limita a los grandes grupos mediáticos. Las compañías cinematográficas independientes también luchan por sobrevivir, y los estudios han cerrado divisiones dedicadas a películas de menor presupuesto. Las ventas de música en Estados Unidos son menos de la mitad de las que eran en 1999. la Tribune Company entró en bancarrota en 2008, y el Seattle Post-Intelligencer despidió a la mayoría de sus reporteros y empezó a publicar únicamente en la web. Es el momento de preguntarse seriamente si la industria cultural tal como la conocemos puede sobrevivir en la era digital.
Tan recientemente como en 2008, la Electronic Frontier Foundation podía decir que «la industria musical es la única industria que parece ser incapaz de ajustar su modelo de negocio para introducir en ellos el intercambio de archivos.
La piratería no es nada nuevo, por supuesto, y está lejos de ser todo el problema. Pero la fácil e ilegal disponibilidad de todo tipo de contenidos ha socavado su mercado legal de un modo que afecta al negocio de los medios al completo. Las páginas que usan material pirateado para ganar audiencia rebajan el precio de la publicidad online hasta tal punto que las compañías que producen material nuevo tienen dificultades para competir. Las compañías de medios que venden productos online tienen que bajar precios para competir con las versiones pirateadas de esos mismos productos vendidos por compañías que no cargan con ningún coste de producción. Al convertir en esencialmente opcional el pago por contenidos, la piratería ha fijado el precio de los bienes digitales en cero. El resultado es una carrera hacia el abismo, y la inevitable respuesta de las compañías de medios han sido los recortes; primero en plantilla, luego en ambición y finalmente en calidad.
Esta devaluación también podría dañar internet, ya que los medios profesionales proporcionan gran parte del valor de una suscripción de banda ancha. Un estudio de 2010 del Centro de Investigación Pew para la Excelencia en Periodismo descubrió que más del 99 por ciento de los links de blogs a noticias enlazaban con los principales medios de comunicación, como periódicos o emisoras. Entre la asombrosa variedad de opciones que ofrece internet, las estadísticas muestran que la mayoría de los consumidores sigue optando por el mismo tipo de cultura que antes, aunque de un modo que no es sostenible para los que la producen.
Hasta ahora, el conflicto sobre el futuro de los medios online se ha presentado como una lucha de los grupos mediáticos contra una exigente nueva generación de consumidores que quiere la música y las películas a su manera; disponibles online, en cualquier momento, en cualquier formato, sin ningún coste adicional. Esto podría no ser un gran negocio. Pero como muchos argumentos ideológicos sobre internet, la idea de que los consumidores quieren medios gratis tiene detrás una agenda económica.