Agradecimientos
G racias, de corazón. Nunca es fácil escribir esta parte, y más cuando tanta gente ha contribuido de diferentes maneras a realizar este libro.
Gracias a mis padres, mi hermano y mi maravillosa familia, pues siempre han sido mi motor y mi red de seguridad.
A mis amigos, a las niñas y todos los que se emocionaron conmigo, y aguantaron mis prisas y mi locura durante el proceso del libro.
A los que compartieron su tiempo y consejos conmigo y me dieron algunos cocos con la intención de mejorar los textos: Mael D. Vallejo, Adriana Rangel, Pablo Magaña, Alejandra Sánchez, Thierry Monfort, Alfonso Stransky, Roberto Morán, Adina Chelminsky, Iván Flores, José Manuel Herrera, Rafael García Treviño, Jesús Reyes y Eloy López.
A los que han participado en el blog y lo han nutrido con sus opiniones.
A todos los entrevistados que con sus respuestas me enseñaron tanto y permitieron que parte de la información proporcionada aparezca en estas páginas.
Y a Ernesto Murguía, el periodista que un día se alocó y al escribir en la revista de un avión sobre el blog del “Pequeño cerdo capitalista”, sin saberlo, hizo posible este libro. Gracias a la maravilla de las casualidades.
MACÍAS, Sofía. (25 de agosto de 1984, Ciudad de México, México). Consultora en Educación Financiera y Finanzas Personales. Autora del best-seller Pequeño Cerdo Capitalista: Finanzas Personales para Hippies, Yuppies y Bohemios, publicado por la editorial Aguilar en México en 2011, adaptado para España en 2014 y publicado en Italia en noviembre de 2015.
Comenzó a escribir sobre Educación Financiera en 2006 en medios económicos como El Economista, Expansión y Entrepreneur, y también ha colaborado con medios generales como El País y la revista Rolling Stone. En 2008, mientras era editora de portada de El Economista, inició www.pequenocerdocapitalista.com, su página de finanzas personales, origen de los libros publicados por Penguin Random House.
Del 2008 al 2016 fue consultora en Educación Financiera para Consumo Inteligente, el programa de educación financiera de Mastercard para America Latina y participó en proyectos de inclusión financiera de la marca.
A finales del 2011 fue consultora invitada para la Estrategia Nacional de Educación Financiera, a petición de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, participa en Global Money Week desde 2013 y en 2015 fue ponente en el Primer Congreso de Educación e Inclusión Financiera organizado por la Federación Latinoamericana de Bancos (FELABAN).
Sofía Macías participa activamente en eventos como la Semana Nacional de Educación Financiera, Semana del Emprendedor y foros de tecnología como The App Date.
Capítulo 1. Ahorrar: de veritas que todos podemos
Sí se puede
L a mayoría de los gurús de las finanzas personales te dirán que para tener mejores cuentas debes empezar por analizar tus ingresos y tus egresos, hacer un presupuesto, priorizar, ver dónde recortar… por supuesto que esto funciona, pero no vamos a empezar por ahí —lo haremos después, no te preocupes. ¡Cha chán! ¿Y eso por qué? Pues simplemente porque ordenar tu vida financiera cuando no has visto un solo resultado puede ser poco inspirador y un relajo.
En ocasiones, pequeños avances pueden ser la motivación para tener las ganas y la paciencia para sentarse a checar voucher por voucher, anotar nuestros gastos de todo un mes, quitarle aquí, ponerle allá, etcétera, para hacer el famoso presupuesto.
Quien no esté de acuerdo se va directito al Capítulo 3 y luego regresa. Quien sí, quédese leyendo.
Por qué sí se puede: cuando eras rico sin trabajar
Hagamos memoria, remontémonos a aquellos ayeres —que para algunos literalmente fue ayer y para otros casi siglos— en los que éramos unos pequeñuelos estudiantes sin trabajo ni sueldo… claro, a menos que cuentes como trabajo eso de ser hijo, donde algunos ganan desde medio salario mínimo mensual hasta sueldo de ejecutivo, dependiendo del jefe, bueno del papi.
¿Recuerdas que la mesada bastaba para el cine, el CD o el cambio anual de gadget reglamentario?, y estirándole un poco, hasta para los regalitos del susodicho o la susodicha. Yo no sé si es producto de una extraña obra de magia negra financiera, pero a la mayoría le alcanzaba más el dinero entonces, que después de entrar a su segundo trabajo.
Alguna vez en Twitter alguien me escribió: “¿Me creerás que llevo más de un año con sueldo y $0 ahorrados?”, y no solo le creí, de hecho, es de lo más común.
Una de mis adoradas amiguitas, víctima favorita para balconear gracias a sus inexistentes hábitos de planeación financiera, me confesó durante un concierto que pese a su flamante trabajo de abogada en un tribunal, no tenía ni un centavo, ya no digamos en un fondo de inversión o una cuenta de ahorro… ¡Vaya! Ni en la alcancía de cerámica del mercadito.
Mi shock provenía, justamente, de que todas mis amigas de la prepa y yo empezamos a trabajar en el mismo año (más o menos a la mitad de la carrera o casi acabando), entonces ella triplicaba, literalmente, nuestro sueldo de becarias porque ya era funcionaria respetable.
Bueno, entre compritas, comprotas, ganarse a pulso ser cliente consentida de su salón de belleza y viajecitos, se le ha ido el sueldo entero, desde el primer empleo, hasta la fecha. Lo más inexplicable es que sus ingresos representaban una gran diferencia contra sus ingresos de estudiante: su mesada era si acaso el 10% de su salario. ¿Te suena conocido? ¿A cuántas personas conoces así (incluyéndote)?
Varias causas generan este extraño fenómeno:
√ Te emociona “ganar tu propio dinero” por primera vez y sientes que eres más libre de gastar.
√ Piensas que ahorrarás cuando tengas dinero para hacerlo… lo que sea que esa mentirota signifique.
√ Elevas tu benchmark: si antes gastabas $350 en un regalo de cumpleaños para la familia o el novio (a), ahora, aumentas el mínimo a $1000. Lo mismo aplica con las salidas y la ropa.
√ Esperas siempre los aumentos para gastar más y visualizas el ahorro como un sacrificio, en lugar de una inversión para ti mismo o para alcanzar metas mayores, ¿la cuenta de todos tus gadgets equivalen al enganche de un coche? ¡Gulp!
√ Dejas de priorizar: como tienes más dinero, en lugar de ser más selectivo con lo que compras (como antes que pudieras), ¡te llevas todo y hasta andas cazando baratas para derrochar!
Muchos dirán: “No se puede”; “no tengo dinero para ahorrar”; “apenas me alcanza con lo que gano”, etcétera, etcétera, pero ¿qué habría pasado si nunca te hubieran aumentado el sueldo? Simplemente no gastarías más.
Esto explica por qué el nivel de ingresos tiene poco o nada que ver con ahorrar; siempre culpamos a nuestro sueldo, pero ¿de verdad un aumento te permitirá hacerlo, o solo es una excusa para posponerlo?
Aunque no lo creas, para revertir tu gastitis aguditis hay muchas soluciones: amarrarte las manitas y encontrar un instrumento de inversión automático que te descuente AL PRINCIPIO de la quincena; buscar una fuente de ingresos adicional y destinarla solo al ahorro; dejar de ir a “pasear” a los centros comerciales los fines de semana; o dejar en tu cuenta tu aumento de sueldo ÍNTEGRO desde el primer segundo que lo recibas.
Barajearé más lento las opciones en las siguientes páginas del capítulo, pero el principio es muy sencillo: si quieres ahorrar, ¿por qué no te “olvidas” de que te aumentaron el sueldo?
Y no te preocupes por no encontrar la forma, por ideas no paramos, en este capítulo encontrarás muchas, muchísimas formas de lograrlo… claro, si quieres.