CONCLUSIONES
Reinventarse.
El enemigo que nadie esperaba
«La generosidad está en dar más de lo que puedes,
y el orgullo está en tomar menos de lo que necesitas.»
Khalil Gibran
Mi familia y yo estábamos sentados alrededor del comedor de la casa. Habíamos terminado la comida y disfrutábamos de esas preciosas conversaciones de sobremesa en las que los puntos de vista y las opiniones, a veces contrapuestas y a veces compartidas, suelen tener mejor sabor que el postre.
—¿Cuándo creen que todo volverá a ser normal de nuevo? —comenté.
—Más bien, la pregunta sería: ¿volverá a existir esa “normalidad”? —replicó uno de mis hijos para continuar y sazonar el debate.
No recuerdo en qué quedó la conversación; lo que sí recuerdo es que, como muchas familias, estábamos intentando buscar respuestas a preguntas que quizá nunca nos habíamos hecho.
Si el Arturo del futuro me hubiera venido a visitar para informarme que tendría que estar encerrado en casa por meses, le habría respondido que eso es simplemente imposible, impensable. Y hoy, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que este proceso que ha sido tan difícil para todos también ha resultado, en ciertos aspectos, ser un ejercicio bastante enriquecedor. De hecho, jamás imaginé que este acontecimiento que ha estado latente en mi cabeza y en la de millones de personas alrededor del mundo, por meses, sería el factor que detonaría lo que había estado postergando por años: escribir este, mi primer libro. Y aquí aprovecho para agradecer a Alejandro Pacheco por su ayuda en esa meta, que se había estado cocinando en mi imaginación durante tanto tiempo, y que finalmente empezó a hacerse realidad cuando me di cuenta de lo importante que sería aprovechar el tiempo durante esta difícil etapa. Una vez más compruebo que, a veces, las grandes cosas de la vida las obtienes en medio de una crisis.
En estos últimos meses no solo yo, sino todos, hemos tenido que aprender a ser más humanos, más eficientes, más prácticos, más estratégicos y menos dependientes de las cosas que regían nuestras vidas. Pero, sobre todo, hemos aprendido que lo que más vale no cuesta, como el tiempo, la esperanza, la familia y, por supuesto, la vida.
Todo comenzó como una noticia moderadamente alarmante que se originó en China a finales del 2019, pero que no tardó mucho tiempo en propagarse hasta convertirse en una amenaza real y… cercana. De un momento a otro, la vida y la forma de hacer negocios, para muchos de nosotros, había cambiado dramáticamente. La “normalidad” a la que estábamos acostumbrados había desaparecido.
En mi carrera he enfrentado, ciertamente, momentos muy difíciles, pero en todos los años que llevo en este apasionante camino de los negocios, jamás me hubiera imaginado que uno de los episodios más difíciles que tendría que enfrentar sería causado por un enemigo invisible que nadie vio venir, un enemigo que nadie esperaba. Y este tsunami de eventos que hemos vivido a lo largo de estos últimos meses y que me ha acompañado durante todo el proceso de escritura del libro me ha dejado lecciones muy valiosas y me ha enseñado muchas otras cosas, acerca de los negocios, de la vida y, sobre todo, acerca de mí mismo.
Me confieso. Mi personalidad no se lleva bien con la incertidumbre, y aunque me he enfrentado a ella cientos de veces, en esta ocasión se siente diferente. Pero también se siente diferente aquello que, yo creo, es el mejor antídoto para una situación como la que enfrentamos: la fe en Dios.
Porque no tengo duda de que el mundo seguirá su rumbo, con todo y los cambios que se avecinan o los que ya estamos viendo. Pero es un hecho que los negocios volverán a crecer y vendrán nuevos, los estadios volverán a estar repletos, la fanaticada celebrará los goles de sus equipos, los restaurantes recibirán a sus comensales para celebrar cumpleaños y aniversarios, las multitudes entonarán los coros de sus canciones favoritas en conciertos y festivales, y en los horarios del recreo, las escuelas nuevamente estarán repletas de niños corriendo y gritando. Familias completas volverán a abrazarse y los amigos, que siempre han estado ahí, volverán a disfrutarse. Sin embargo, a pesar de todo este optimismo, siento una enorme empatía y una gran solidaridad con todas aquellas personas que están atravesando un reto de salud o económico a causa de esta crisis, y sobre todo tengo un profundo respeto y comparto el dolor de aquellos que han perdido a un ser querido.
Durante esta etapa en casa, en donde el tiempo parece avanzar un poco más despacio, he podido pasar más horas conmigo mismo y recuperar ciertos rituales que había dejado de hacer. Ahora puedo disfrutar mucho más de esas pequeñas cosas que parecían haber adquirido la categoría de “lujos”, como el poder comer siempre junto a mi familia o dedicarle minutos extra a la sobremesa. Por si fuera poco, bajé de peso, comencé a comer más sano porque la comida en casa siempre es más rica y saludable, ¿a poco no? Me siento con más energía y le dedico un poco más de tiempo al deporte, pero, además, con la gran ventaja de que ahora siempre tengo la compañía de alguno de mis hijos durante los entrenamientos. Ellos se han convertido muchas veces en mis maestros. De ellos aprendí, en estos últimos meses, una lección muy valiosa sobre el sacrificio. Son chavos y las posibilidades de que sufran por enfermarse a causa de lo que estamos viviendo son pocas, según los expertos y las estadísticas. Aun así, ellos han puesto muchas de sus actividades en pausa, han dejado de ver a sus cuates, han dejado de ir a fiestas y hasta han cancelado planes de viaje, porque entienden que, al quedarse en casa, nos están cuidando a nosotros, a sus papás y a sus abuelos. Y eso me ha hecho admirarlos hoy, más que nunca.
Otra de las lecciones más enriquecedoras de estos tiempos es la de admirar la capacidad de adaptación que tenemos los seres humanos ante la adversidad. Esta cualidad pude verla, en primera fila, en mi esposa Johanna, quien literalmente tuvo que replantearse por completo su modelo de negocio para seguir remando y poder mantenerse a flote. Ella supo buscar las herramientas y los protocolos más convenientes para que su negocio, que hace unos meses era prácticamente inconcebible en un ambiente no presencial, pudiera ser 100% funcional de forma online. Hoy su salón de clases en un escenario virtual es ya una realidad. Y es que cuando un evento como este llega de golpe, lo primero que hay que hacer es pensar fuera de lo convencional. Por más cliché que se escuche, es cierto. No se puede resolver un problema que nunca te ha tocado resolver, con las mismas soluciones de siempre. Ante nuevos retos se requieren nuevas estrategias, sobre todo porque este no es ni será el único evento que nos impulse hacia la reinvención total o parcial de nuestros proyectos o modelos de negocio.
Así que, de la noche a la mañana, literal, las personas y las empresas tuvimos que adaptarnos y reinventarnos. Lo que hicimos en Grupo Carso, por ejemplo, también es un gran caso de éxito que vale la pena mencionar. Desde muy temprano se tomó la decisión de que la salud de los colaboradores sería la prioridad número uno, por lo que la mayor parte del equipo del grupo cambió su cubículo por un espacio de trabajo más seguro en casa. Y aunque hubo miedo y resistencia al cambio, nos dimos cuenta de que incluso las reuniones a través de videoconferencia terminaron siendo más eficientes que las propias juntas presenciales. Lo que imaginamos en un inicio que sería una prueba de ensayo y error, con los días se convirtió en un caso de estudio que nos permitió encontrarnos con resultados impresionantes, que revelaron una máxima eficiencia en los procesos de la empresa, lo cual mantuvo la productividad prácticamente intacta, pero con una baja considerable en los costos operativos.
Arturo, mi hijo, colaboró con los equipos médicos del Instituto Carlos Slim de Salud y con los de recursos humanos de cada una de las empresas del grupo para desarrollar la parte técnica de una aplicación, en la que nuestros colaboradores registran ciertos datos que son muy relevantes. Desde los primeros días de la pandemia, esta herramienta digital ya operaba en un 100%. En ella, todo el personal registra, a diario, su temperatura corporal, indica si tiene alguna condición médica o enfermedad que pudiera ponerlo en riesgo y si es que ha presentado algún tipo de sintomatología en los últimos días. La aplicación está diseñada para detectar posibles casos sospechosos, y en caso de ser así, de inmediato poner al empleado en contacto con un