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Bernardo Stamateas - Gente nutritiva: Cómo son las personas que sanan y motivan nuestra vida y cómo ser una de ellas

Aquí puedes leer online Bernardo Stamateas - Gente nutritiva: Cómo son las personas que sanan y motivan nuestra vida y cómo ser una de ellas texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2021, Editor: Penguin Random House Grupo Editorial Argentina, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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    Gente nutritiva: Cómo son las personas que sanan y motivan nuestra vida y cómo ser una de ellas
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    Penguin Random House Grupo Editorial Argentina
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    2021
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Gente nutritiva: Cómo son las personas que sanan y motivan nuestra vida y cómo ser una de ellas: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Gente nutritiva: Cómo son las personas que sanan y motivan nuestra vida y cómo ser una de ellas" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

¿Cómo reconocer y atraer a la gente nutritiva a nuestra vida? ¿Cómo convertirnos en una de ellas? ¿Cómo tener vínculos más sanos y una vida más plena?

Bernardo Stamateas, referente de la autoayuda, contesta estas preguntas con lenguaje claro y ameno. Sus consejos nos ayudarán a mejorar nuestras relaciones, así como también conectar a un nivel más profundo con amigos y familiares.


Todos los seres humanos nacemos preparados para conectarnos con los demás. El vínculo con el otro es fundamental porque somos seres gregarios. ¡Necesitamos de la gente! Seguramente recordarás a ese amigo, ese abuelo o ese maestro cuyas acciones o palabras te llenaron de alegría.

La gente nutritiva nos motiva, nos alienta, nos ayuda a ser mejores porque despliega actitudes que nos hacen bien.

En este nuevo libro Bernardo Stamateas presenta las características de esas personas que nos sanan con sus actitudes, nos producen alegría, nos traen plenitud y nos nivelan hacia arriba.

¿Qué distingue a una persona nutritiva?:

- Es empática
- Vive un apego seguro
- Tiene una actitud esperanzadora
- Expresa su alegría en el encuentro
- Considera su propio deseo y el del otro
- Es congruente entre lo que piensa, siente y dice
- Acepta al otro tal cual es
- Genera sintonía emocional
- Identifica las fortalezas propias y ajenas

Gente nutritiva es un punto de inflexión en tu vida. Te ayudará a alcanzar tu mejor versión y tener vínculos más significativos, repletos de respeto, alegría y amor.

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C APÍTULO 1 El vínculo lo es todo Vínculos conflictivos En la época - photo 1
C APÍTULO 1 El vínculo lo es todo Vínculos conflictivos En la época - photo 2
C APÍTULO 1
El vínculo lo es todo
Vínculos conflictivos

En la época posmoderna que estamos transitando, el tema de los vínculos conflictivos está en auge: problemas en las relaciones de pareja, de amigos, laborales, familiares; situaciones que ocasionan dificultades y luchas. Sin embargo, debemos mencionar que tener conflictos es normal; estos son la expresión de la tensión. Cuando hay tensión acumulada, el conflicto permite el drenaje, la expresividad y la exteriorización de dicha tensión. Por eso, podemos decir que “es normal discutir”. Lo importante es no hacer de esto un problema.

¿Por qué se originan tantos conflictos en los vínculos?

a) Porque, para poder llevarnos bien y discutir sanamente, hace falta tiempo

¿Qué hacen parejas, amigos, jefes y empleados? En cinco minutos buscan ponerse de acuerdo sobre muchos temas. La mujer le comenta a su esposo: “Los chicos están mal en el colegio”, y él responde: “Vives para ellos, ya no me miras”. “Sí, pero tu madre siempre interviene en todos nuestros problemas”, agrega ella… En cinco o diez minutos, pretendemos solucionar todos los temas. ¿Por qué? Porque hay que hablarlo ya, no hay capacidad de procesamiento. Pareciera que no hay más tiempo, la sensación de urgencia es permanente. Vivir en el “ahora”, en el “ya mismo”, en el “disfrutar ahora” hace que vivamos corriendo. Esto explica por qué hay tantos trastornos de ansiedad, ataques de pánico y conflictos vinculares. No hay tiempo; el futuro no importa.

En la época posmoderna, el tiempo no existe; se murió. No hay pasado ni futuro, solo existe el hoy, pasarlo bien ahora. Ese “ahora” borró el futuro y el pasado, por eso, muchas personas no son capaces de planificar; no se detienen a mirar hacia adelante; no imaginan trazar un plan laboral o de estudio. El mañana no existe para ellos. El discurso de nuestra era es: “Lo importante es que seas feliz hoy”; sin embargo, se trata de un discurso falso porque existe un hoy, pero también hay un mañana.

En la época moderna (proceso de transformación cultural de la modernidad a partir de la década de 1970, y especialmente 1980) había pasado, presente y futuro. Esto es muy importante, ya que nosotros teníamos que trabajar, estudiar y armar proyectos; mirábamos hacia adelante porque había que construir. “¿Qué quieres ser cuando seas grande?”, nos preguntaban a menudo. “Quiero estudiar o quiero trabajar”. Hoy ya no es así. Entonces, necesitamos desacelerar y recuperar el futuro, disfrutando el ahora y tendiendo un puente con el mañana. Para ello necesitamos “tiempo”. Para tratar un tema a la vez, necesitamos “tiempo”. No podemos resolver todo junto. No tratemos los problemas a solucionar en pocos minutos mientras tomamos el café o abrimos la puerta de casa para ir a la oficina. Si vamos a plantear una cuestión, asegurémonos de contar con tiempo suficiente.

Los momentos más felices que mi corazón conoce son aquellos en que derrama su afecto sobre unas cuantas personas estimadas.

Thomas Jefferson

b) Porque no somos autorreferenciales

Cuando yo hablo de lo que me sucede a mí, esta capacidad de autorreferencia produce un mejoramiento de los vínculos: “Me pasa esto; yo necesito; yo quiero”.

c) Porque buscamos el poder

Muchas discusiones son el resultado de “luchas de poder”. Las peleas constantes, en el fondo, no son una manifestación de los temas que se discuten, sino de quién tiene el poder y decide la escena. Cada uno trata de imponerle al otro su manera de ver las situaciones. Más importante que “sobre qué” discutimos es “cómo” lo hacemos; si lo hacemos desde la crítica, la descalificación y la agresión, con el tiempo traerá un gran deterioro en la relación. ¿Qué sucede cuando no se alcanza el consenso? Pueden suceder dos cosas: que uno se someta al otro con una gran acumulación de enojo o que el conflicto se prolongue en el tiempo. Si surgen rencillas en el vínculo por cualquier motivo, ya sea grande o pequeño, la consecuencia será un desgaste lento y seguro en la relación.

Cuando alguien expresa: “estoy en contra”, “no estoy de acuerdo”, seguramente, su intención no sea dialogar y llegar a un acuerdo, sino imponer su decisión u opinión. Cuando a mí me formulan una pregunta, respondo: “¿Me lo preguntas porque quieres aprender o tú ya lo sabes y solo quieres discutir conmigo?”. Si la respuesta es “Yo ya lo sé”, diré: “Entonces, si ya lo sabes, quédate con tu opinión, ¿para qué necesitas saber la mía?”. Distinto es cuando yo tengo una opinión, pero me interesa escuchar al otro, ya que el conocimiento se construye en equipo. Las diferentes perspectivas siempre nos enriquecen.

William L. Ury cita en su libro Supere el No la frase “subir al balcón”, como una metáfora que significa “dar un paso atrás para ver las cosas con cierta perspectiva”, y agrega: “Todos conocemos ejemplos de personas que aceptan un empleo o establecen unas relaciones personales, y al no entenderse con el jefe o con su pareja, deciden abandonar el campo de juego sin buscar una segunda oportunidad. Lo que sucede casi siempre es que interpretan mal el comportamiento de la otra persona y no tratan de buscar una solución. La persona que prefiere romper una y otra vez sus relaciones no llega a ninguna parte, porque siempre está comenzando de cero”.

Comparto a continuación tres ideas para pensar juntos la cuestión de las discusiones constantes por el poder:

  • Tomar distancia para ver el conflicto muchas veces resulta inútil. ¿Por qué? Porque la discusión no es válida, ya que no es por el tema que creemos que es. La verdadera razón no la vemos y esa situación infructuosa se puede prolongar en el tiempo. En cambio, cuando nos flexibilizamos y logramos ver el verdadero problema, ya tenemos la mitad de la solución.
  • Pensar que lo que está en juego aquí no es el tema en cuestión. Es el poder que, claramente, niegan las personas en ese vínculo, por creer que se trata de algo más. Lo aconsejable es repensar cuál es el modelo de poder en esa relación. ¿Es democrático? ¿Es de consenso? ¿Es de distribución de roles? ¿O es de supremacía del uno sobre el otro? El sometimiento siempre genera resentimiento.

    No estoy interesado en el poder por el bien del poder, pero estoy interesado en el poder que es moral, que es correcto y que es bueno.

    Martin Luther King Jr.

  • Necesitamos recordar que en todo vínculo existe un dinamismo. Hay acuerdos permanentes porque los que forman parte de este crecen y cambian con el transcurso del tiempo. En consecuencia, nunca es un argumento válido decir que “siempre lo hicimos así”.

d) Porque no planteamos los límites de la discusión

Es sumamente importante que en nuestros vínculos más cercanos (pareja, hijos, padres) se establezcan pautas en caso de una discusión. Por ejemplo, determinar “cero agresión verbal” y poner un freno a la descarga de agresión. Si lo que se busca es agredir al otro, entonces no estamos intentando alcanzar la resolución del conflicto. Si intentamos fijar el límite cuando el conflicto ya se ha generado, habremos llegado tarde.

e) Porque adivinamos y no preguntamos

La clave en todo vínculo sano es preguntar más y adivinar menos. Afirmar menos y preguntar más. En el libro Yo no peleo, tú no peleas, Alejandra Stamateas explica: “Cuando vivimos de suposiciones, perdemos el tiempo y las fuerzas, y empezamos a guardar rencor. Entonces nos ponemos a la defensiva: ensayamos venganzas y posibles respuestas frente a lo que el otro nos pueda hacer o decir. ¡Pero todavía nadie ha hecho o dicho nada! Necesitamos achicar nuestro ego, pues no todo empieza ni termina en nosotros. Las cosas pueden seguir funcionando, aunque nos quitemos de escena. De hecho, el mundo seguirá girando cuando tú y yo ya no estemos aquí”. Muchas parejas suelen comentar: “¡Ay, qué cara que tienes! ¿Estás enojado? ¿Estás molesta? ¿Por qué no me hablas? Te estoy aburriendo, ¿no?” Dejemos de adivinar y animémonos a preguntar.

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