Mientras corrijo el manuscrito de este libro para enviárselo a mi editora, tendría que haberse lanzado mi nueva novela, un thriller titulado El beso del ángel. Hace un par de semanas llegó esa caja siempre mágica con el primer ejemplar recién salido de imprenta, el cual mostré en mis redes sociales con toda la alegría del mundo. En aquel momento tenía confirmada una agenda repleta en la que todo cuadraba con exactitud milimétrica: la gira por ciudades de toda España, la feria internacional de Londres para tratar de conseguir traducciones, conferencias en lugares tan fascinantes como Moscú o Hamburgo…
Al poco de recibir aquella caja, el siempre incierto devenir de la vida hizo que el lanzamiento de la novela se suspendiera hasta nuevo aviso y todos los eventos de promoción fueran cancelados. ¿Hay algún problema? No. Un problema es que enferme o fallezca un ser querido, haber sido despedido de tu empleo o que tu negocio entre en una situación tan crítica que te veas obligado a cerrar. Lo que a mí me ocurre, por aparatoso que sea, no deja de ser una circunstancia más de la inseguridad, el caos y el cambio constante frente a los que he de reaccionar, a los que tengo que adaptarme, desde los que debo seguir creciendo.
Mientras introduzco estos párrafos en la versión final del libro, en la televisión suena la palabra incertidumbre. En la radio suena la palabra incertidumbre. En el patio de vecinos suena la palabra incertidumbre. El mundo —en cada rincón, ahora y siempre— va a poner a prueba los postulados de este libro. Solo deseo estar a la altura.
I
¿ Q UÉ ES LA INCERTIDUMBRE POSITIVA?
L A GRAN DIFERENCIA
Los seres humanos podemos predecir el comportamiento de un cometa. Desde este planeta pequeñito, y gracias a nuestro cerebro también pequeñito pero fascinante, sabemos con certeza que el cometa Halley partió hace miles de años de la lejana Nube de Oort; conocemos las propiedades de su órbita, incluso las variaciones caóticas que le provocan Júpiter y Saturno; sabemos que seguirá pasando junto a nosotros cada 75,32 años hasta que, por la pérdida de su masa, deje de existir dentro de 15.000.
Podemos predecir todo esto; y, sin embargo, no podemos prever ni por asomo la evolución de los mercados, ni los movimientos sociales que derrocarán Gobiernos, ni la crisis de un triste ladrillo, ni tan siquiera el futuro de nuestro negocio, pareja o carrera profesional.
Este libro que tienes en las manos es el fruto de años de vivencias personales, viajes, análisis, charlas con maestros y lecturas de todos los ensayos que relaciono en el apartado de «Bibliografía» y muchos otros que han quedado en algún estante; lo ha publicado la mejor editorial del género, antes de ello se ha sometido a correcciones en las que hemos tratado de pulir hasta la última coma, se le ha buscado el expositor más visible en cientos de librerías… Tras semejante trabajo, ¿cómo van a responder los lectores? Ni idea. Como diría Rowan Atkinson, el actor que encarna a Mr. Bean: «Mi pronóstico es que puede pasar cualquier cosa».
Vivimos en la era de la incertidumbre. Y utilizo el término era porque es el que más se acomoda a este período que va a durar tanto como un Kalpa, que es como los budistas llaman al tiempo que tardarían en vaciarse los mares si cada tres años bajase un ser celestial a mojar en ellos un pincel. Que es como llaman, al fin y al cabo, a la eternidad.
Tras los atentados del 11S, el United States Army War College llegó a la conclusión de que el ejército debía prepararse para un nuevo escenario que denominaron VUCA (iniciales de cuatro palabras que, en español, significan «volátil», «incierto», «complejo» y «ambiguo»). Acertaron en todo salvo en lo de «nuevo escenario», ya que no se había dado cambio alguno de coyuntura. El mundo seguía siendo igual de volátil, complejo, ambiguo y, sobre todo, igual de incierto que antes. Así había sido desde el principio de los tiempos y así seguirá siendo. El estado de incertidumbre no es un accidente, algo transitorio o una circunstancia que hemos de capear. Es un estado natural, permanente y, por fortuna, también un estado positivo para nuestra prosperidad, tanto a nivel personal como corporativo.
Nuestro cerebro, diseñado para sobrevivir, busca certezas para sentirse seguro. Aun en mitad de los tiempos más difíciles, tratamos de convencernos de que todo pasará y pronto disfrutaremos de unos pilares firmes a los que aferrarnos para salir adelante. Y bien es cierto que todo lo malo pasa, al igual que quedaron atrás dramáticos desplomes de las bolsas, bombas atómicas, glaciaciones y pestes negras; pero la incertidumbre seguirá estando ahí por siempre.
El mítico boxeador Muhammad Ali dijo una vez antes de una pelea: «Abuchéame, grítame, tírame cacahuetes, pero, hagas lo que hagas, paga para entrar»; y la escritora Nicole Robinson completa en el portal The Startup : «En la vida pasa lo mismo». La metáfora no puede ser más acertada. Puedes abuchear con todas tus fuerzas, gritar hasta que tu garganta esté en carne viva, tirar cacahuetes o, si lo prefieres, arrojar contra la pared las sillas del comedor, tus zapatillas de deporte o lo que sea que tengas a mano. Pero si eliges vivir en este mundo, tienes que pagar. ¿Cuál es el precio? La incertidumbre.
Por eso ha llegado el momento de cambiar nuestra forma de enfrentarnos a ella y, con la ayuda de un método construido a partir de las enseñanzas que las mentes más preclaras de la Humanidad nos han dejado para superar con éxito la inseguridad, el caos y el cambio (sus tres manifestaciones), convertirla en Incertidumbre Positiva.
incertidumbre = Incapacidad para predecir tu futuro.
Incertidumbre Positiva = Capacidad para crear tu futuro.
Vivir en la incertidumbre es ver pasar el tiempo esclavizados por el miedo a una palabra. Es sufrir, bloquearse, no actuar, no evolucionar y, por lo tanto, extinguirse.
Es no tener nada.
Vivir en la Incertidumbre Positiva es eliminar el miedo y abrazar la inseguridad, el caos y el cambio para fluir en ellos y con ellos. Es escoger tu opción con libertad, calma y atención plena, actuar, crear, confiar, disfrutar y prosperar.
Es tenerlo todo.
Acompáñame en este viaje apasionante (como dice el pensador Eckhart Tolle: la vida es una aventura, no un paquete turístico) y en los siguiente capítulos, entre otras muchas cosas, aprenderemos a:
• Tomar decisiones valorando nuestra experiencia, pero sin encadenarnos a una visión de la vida o de la empresa que muta a cada instante con el entorno.
• Disfrutar de la ventaja que nos proveen la información y las previsiones, sin bloquearnos por la búsqueda del conocimiento absoluto.
• Saltar del miedo a la autoconfianza al elaborar nuevas tácticas y estrategias.
• Jugar la mejor baza con el riesgo y el azar, generando oportunidades de éxito al tiempo que aseguramos un espacio saludable bajo nuestros pies.