• Quejarse

John Kenneth Galbraith - La era de la incertidumbre

Aquí puedes leer online John Kenneth Galbraith - La era de la incertidumbre texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1977, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

John Kenneth Galbraith La era de la incertidumbre

La era de la incertidumbre: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "La era de la incertidumbre" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

John Kenneth Galbraith: otros libros del autor


¿Quién escribió La era de la incertidumbre? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

La era de la incertidumbre — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" La era de la incertidumbre " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
GRACIAS, CON MAYÚSCULAS

Generalmente, el autor expresa su reconocimiento; para este libro, la palabra sería ofensivamente insuficiente. Adrian Malone, a quien he dedicado estas páginas, fue el promotor de la empresa y mi compañero y mentor en la misma. Le debo muchísimo, y solo un poquitín menos a Dick Gilling, Mick Jackson y David Kennard, los tres directores que se dividieron y compartieron la responsabilidad de La Era de la incertidumbre. Sin estos cuatro colegas, no habría habido serie televisada, ni, desde luego, este libro.

Sue Burgess, Jenny Doe, Sheila Johns y Sarah Hyde prestaron una constante ayuda a los trabajos de los señores Malone, Gilling, Jackson y Kennard, y al mío propio. Fueron personas sumamente eficaces en las mil funciones anejas a la filmación y al inherente y copioso papeleo, que extendieron a la organización de viajes, dirección de oficinas, conducción de automóviles y puesta en limpio de los guiones. Combinan esta eficacia con un gran encanto y con un buen humor aún mayor. Doy a las cuatro unas gracias fuertemente matizadas de cariño.

Todos los que observan la Televisión deberían saber —como sé yo ahora— que el mérito depende menos del hombre que aparece en la pantalla que de las personas que lo ponen en ella. (El hombre que actúa recibe los mayores cuidados y atenciones, tiene el mejor horario y cobra la mejor paga. Un buen arreglo, dejando aparte los puntos de vista). Así, durante un año, mientras se filmaba la serie, trabajé con dos soberbios cámaras, Henry Farrar y Phil Meheux, y debo decir que siempre consideraré a Phil —que fue el que estuvo más tiempo con nosotros— como uno de los artistas más alegres, divertidos y cabales, con que puede haberse tropezado nunca un economista. John Tellik y Dave Brinicombe cuidaron, más silenciosamente, pero con igual mérito, del registro de sonido. Sostienen, con toda justicia, que, al observar la Televisión, los espectadores deben no solo ver claramente, sino también oír con claridad. Robin Mendelshon cuidó de todos los detalles para la BBC en Nueva York, y, en Londres y en otras partes, Kevin Rowley, Jim Black, Kevin Baxendale, Tony Mayne, Dennis Kettle, Dave Gurney, Dave Childs, Terry Manning, Sid Morris, Francis Daniel, Doug Corry, Stuart Moser, Michael Purcilly, Douglas Ernst, John Lindley, Richard Brick, Colin Lowrey, Sue Shearman, Hillary Henson, Barbara Lane, Jacque Jefferie y Jeni Kine, ayudaron en las cámaras, las luces, el sonido, el estudio e incluso en mi semblante. La lista continúa: Paul Carter, Jim Lathan y Pamela Bosworth fueron los editores del filme; Charles McGhie y Karen Godson, los diseñadores gráficos, John Horton, el diseñador de efectos visuales. En los programas finales, Peter Bartlett, Elmer Cossey, John Walker y Adam Gifford, fueron cámaras muy competentes, y Chris Cox y Bob McDonnell, sus ayudantes.

Debo añadir unas palabras especiales para Mick Burke, ayudante de cámara, que fue buenísimo compañero durante las primeras filmaciones. Después obtuvo licencia para integrarse en el equipo inglés que, en la temporada de 1975, debía escalar el monte Everest. Allí, a unos cientos de metros de la cumbre, se adentró en las nubes y en la oscuridad, para completar su trayecto. Y no volvió.

Pasando de la Televisión a este libro, Joanna Roll, amiga de mi familia, y Ben Shephard, de la BBC, me prestaron diligente ayuda en la busca y comprobación de datos. Angela Murphy y Paul McAliden buscaron y me ayudaron a elegir las ilustraciones, agradable tarea que yo compartí y que estuvo, como todo lo demás, bajo la dirección de Peter Campbell, de BBC Publications.

Paul M. Sweezy, viejo amigo, leyó el capítulo sobre Marx y me prestó gran ayuda. Adam Ulam, otro amigo, de opiniones claramente contrastantes, me ayudó de modo parecido con Lenin. Gracias a ambos, con liberación de toda la responsabilidad en el resultado. Entre otros muchos a quienes pedí ayuda, quisiera mencionar especialmente a Sir Edic Roll, cuyo ecléctico y reflexivo conocimiento de la historia del pensamiento económico ha sido, desde hace años, de gran ayuda para muchos de nosotros.

Mi última acción de gracias es para mis ayudantes y colaboradores en Cambridge. Londa Schiebinger pasó repetidas veces la obra a máquina y, después, se dedicó abnegadamente a comprobar y corregir mis datos. Emmy Davis dirigió la oficina y buena parte de mi vida mientras se hacía el trabajo, y, en sus horas libres, también pasó cosas a máquina y comprobó datos, y viajó conmigo durante la filmación en América, para ayudar, asegurar la libertad de movimientos y calmar las emociones de todos los interesados. Como en tantas ocasiones anteriores, Andrea Williams fue, no mi ayudante, sino mi cabal colaboradora. Trabajó con la BBC en todos los detalles de los programas televisados, dirigió este libro, vigiló su impresión, hizo todo lo que, de no ser por ella, habría tenido que hacer yo mismo.

Siempre he recelado de los autores que aprovechan esta acción de gracias para proclamar el amor que sienten por su esposa. Probablemente, para la mayoría de ellos es una manera de disimular su disgusto secreto, las riñas ocasionales y los deseos adúlteros, satisfechos o insatisfechos. Pero toda regla tiene su excepción. Catherine Galbraith colaboró en mi esfuerzo desde el principio, me acompañó durante toda la filmación, me protegió noche y día de los intrusos curiosos, se reveló como fotógrafo competente, participó en los dos últimos programas y llevó un diario que un día pondrá de manifiesto las talentudas personas y los inverosímiles procedimientos que emplea la BBC para producir una serie de Televisión.

JOHN KENNETH GALBRAITH

Cambridge, Massachusetts, 1976

FIN

PRÓLOGO
SOBRE LA ERA DE LA INCERTIDUMBRE

Un día de verano de 1973, cuando el gran descubrimiento de Watergate ocupaba por completo mi mente, recibí una llamada de Adrian Malone, de la BBC de Londres. Me preguntó si quería hacer una serie para la Televisión sobre algún aspecto no especificado de la historia de las ideas económicas o sociales.

Esta llamada llegó en un momento excepcionalmente oportuno para mí. Una antigua costumbre, que debe remontarse a los Peregrinos, exige a los profesores de Harvard que expresen el profundo amor que sienten por su magisterio. Incluso aquellos cuyo aburrimiento es más visiblemente correspondido por el reducidísimo número de alumnos, hablan emocionadamente, en el club de la Facultad, de su intensa entrega a este deber. Yo encontraba cada vez más difícil la perpetración de este engaño. En un par de ocasiones, había advertido que contemplaba las filas de caras jóvenes y graves con ligera repulsión. Una cosa terrible. Pensé en retirarme. ¿Por qué no hacerlo y probar el vasto público impersonal de la Televisión? Me había dicho que era imposible oír el ruido de los aparatos que se cerraban. ¿Qué importaba que un hombre se durmiese o que una pareja se largase? El día había sido tal vez duro; el amor tenía sus exigencias, y, en todo caso, yo no me enteraría. Después de una vacilación muy breve, acepté. Me reuní con los hombres —Adrian Malone, Dick Gilling, Mick Jackson, David Kennard— que, durante los tres años siguientes, serían mis constantes y muy apreciados compañeros en la empresa.

Pronto convinimos en el título de la serie: La Era de la Incertidumbre. Sonaba bien; no limitaba el pensamiento, y sugería el tema fundamental: mostraríamos el contraste entre las grandes certidumbres del pensamiento económico del siglo pasado y la gran incertidumbre con que se abordan los problemas en nuestro tiempo. En el siglo pasado, los capitalistas estaban seguros del éxito del capitalismo; los socialistas, del socialismo; los imperialistas, del colonialismo, y las clases gobernantes sabían que estaban hechas para gobernar. Poca de esta incertidumbre subsiste en la actualidad. Y extraño sería que subsistiese, dada la abrumadora complejidad de los problemas con que se enfrenta la Humanidad.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «La era de la incertidumbre»

Mira libros similares a La era de la incertidumbre. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «La era de la incertidumbre»

Discusión, reseñas del libro La era de la incertidumbre y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.