Laberinto de sociedades, el off shore en España
Primera edición: 2019
ISBN: 9788417321239
ISBN eBook: 9788417669966
© del texto:
Bruno Varela García de Paredes
© de esta edición:
, 2019
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Impreso en España — Printed in Spain
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Este libro está dedicado
a mi hijo Bruno
Introducción
Este es un libro que parte de la experiencia vivida por alguien que estuvo durante muchos años ligado a una firma de abogados dedicada a nivel mundial al off-shore busi ness . Esta firma está hoy en día radicada en un paraíso fiscal y continúa realizando sus actividades.
Esta publicación incluye, por ser de interés para el lector, la experiencia vital de quien la escribe y sus relaciones laborales y sociales pues, en mayor o menor medida, todo ello contribuyó de alguna forma al desarrollo de los acontecimientos que aquí se narran. Espero que sea una lectura entretenida e interesante para todos. Lo que se cuenta es una generalización de cómo funcionan las firmas que se dedican a estas actividades, tan en boga en estos tiempos. No se trata de enjuiciar una determinada firma sino de explicar cómo funciona el negocio del off-shore usando como hilo la experiencia vivida por quien lo relata.
El blanqueo de capitales es hoy en día un delito tipificado en el artículo 301 del código penal, que se aplica prácticamente a casi todo tipo de prácticas delictivas de carácter económico y no solo al blanqueo propiamente dicho. Pero conviene destacar que su origen está o se encuentra en el tipo penal más arcaico: la fuga de capitales, un pariente más aristocrático, si cabe la expresión, del blanqueo actual.
Dicho lo cual, hoy es habitual encontrarnos con este tipo penal en prácticamente todos los casos de escándalos, ya sean de corrupción o temas relacionados con drogas o armas.
Ya era así cuando en 1991 comencé a trabajar para una firma de abogados panameña en España. Su socio residente en Madrid, a quien llamaremos AP, era una persona bastante conocida en amplios círculos sociales de Madrid y ex presidente de Panamá —durante la dictadura de Torrijos—, además de ex embajador en España y en Francia en períodos subsiguientes.
AP era un personaje que tenía la gran virtud de parecer ser persona de notables recursos, hablaba, e imagino que seguirá haciéndolo, muy bien, pero tras conocerle a fondo se apreciaban las limitaciones propias de un origen muy humilde, pues nació en «la Chorrera», un suburbio pobre de la ciudad de Panamá.
Comencé así mi andadura en la firma y con él empecé a aprender el trabajo que se presentaba ante mí. La creencia inicial de que aquel era un importante bufete de abogados, poco a poco se fue desvaneciendo y fui entendiendo que me encontraba en una especie de gestoría —no muy organizada, dicho sea de paso—, donde lo que realmente importaba era vender y vender, cuantas más mejor, sociedades de paraísos fiscales, sociedades de Panamá, Belice, Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán, Estados Unidos, etc.
«Nos dedicamos a esto, solo a esto y a todo lo que tiene que ver con la administración, manejo y facturación de este tipo de sociedades.» Y ahora les explicaré con detalle cómo es este manejo, o al menos cómo era en la firma en Madrid, y cómo funcionan de manera genérica las empresas que se dedican a esto.
Además de las recibidas en Madrid, las explicaciones me fueron ampliadas algunos meses después de mi incorporación a la firma cuando fui llamado a la sede central, supongo que para ser aprobado por el resto de los socios y asociados de la misma. Así pues, en diciembre de 1991 llegué a Panamá en la primera de una serie de visitas a ese país realizadas entre 1991 y 2003.
Allí comprendí en qué consistía y en qué consiste hasta el día de hoy el negocio. Y el modus operandi de la firma, y en general de todas las firmas a nivel internacional, en el área del off-shore busi ness o negocio off-shore de venta de sociedades de paraísos fiscales.
Desde el principio me extrañó que esta gente hiciera hincapié en que su negocio era estrictamente legal y que evitaran los contactos con clientes que tuvieran relación con asuntos no deseados como eran las drogas, las armas o la prostitución. Afirmaban que era totalmente legítimo, e insistían en ello, ayudar a empresarios y hombres de negocios originarios de países en los que las cargas fiscales supusiesen un peso importante para sus economías y las de sus empresas y negocios.
Ese era el nicho que yo debía explorar y en el que tenía que concentrar todos mis esfuerzos comerciales, pues era la base principal de su negocio. Me explicaron que la simple venta de sociedades no era lo más esencial, sino su mantenimiento futuro. Es tan importante vender una entidad off-shore como conseguir que el cliente la utilice durante mucho tiempo, y para ello y a diferencia de otras empresas de este mismo ramo, que solo se dedicaban a la venta de la compañía en cuestión, en la firma para la que trabajaba la idea trascendía a esa venta y a ese rápido beneficio, y se buscaba que el cliente usara y mantuviera la compañía mucho tiempo.
Lo normal es que este tipo de entidades jurídicas se utilicen para obtener una comisión por algún tipo de negocio puntual, a través de una cuenta que la sociedad apertura en el extranjero, sin tener que dar cuentas al fisco local. Dicha práctica es habitual, ya lo era por aquel entonces, aunque menos extendida, y lo sigue siendo en nuestros días, como se puede comprobar por la cantidad de asuntos y escándalos de corrupción que la prensa nos da a conocer prácticamente todos los días.
En los años noventa, muchas firmas dieron un paso más adelante y crearon la idea de la «well managed company», que podríamos traducir como entidad o sociedad bien administrada o gestionada. Se trataba no solo de vender una sociedad, sino de ofrecer al cliente una sociedad creada por la firma cinco o incluso más años antes, con un historial comercial y bancario generado por la firma a lo largo de ese espacio de tiempo. De este modo, el cliente no adquiere una sociedad recién constituida, sino una que cuenta con una serie de años de vida a sus espaldas, con cuenta o cuentas bancarias activas y con determinados saldos, es decir, con un historial bancario real y cierto, y además con una contabilidad auditada por un auditor externo, lo cual le da una apariencia de legitimidad y realidad, difícilmente atacable.
Con este fin, las firmas panameñas y otras muchas han creado a lo largo de los años una serie de sociedades y empresas que sirven a estos fines y ayudan a la firma madre a poder crear este tipo de estructuras societarias, que con este pasado bancario y financiero son muy difíciles de detectar y diferenciar de las sociedades legítimas con una actividad comercial y empresarial real.
Las «well managed companies» no son una simple off-shore sino sociedades creadas tiempo atrás, con el objeto de ofrecer al cliente un instrumento jurídico pleno y activo allí donde sea puesto en uso. Y son verdaderas entidades camufladas de legitimidad, dispuestas para el fraude fiscal y financiero, y lo que haga falta si el cliente así lo decide.