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SINOPSIS
Un viaje interior que nos lleva a conocer al niño emocional que todos llevamos dentro, para atrevernos a educarlo, encontrarnos con él y ofrecerle su debida curación.
A través de sus páginas, tendrás la oportunidad de explorar a tu niño interior. Una biblia del autoconocimiento personal que te ayudará a equilibrarte emocional y físicamente.
Como lector, descubrirás cómo es tu niño interior, cómo se relaciona contigo a través de conductas emocionales dirigidas a ti y a los demás. Una vez reconocido, te será más fácil identificarlo contigo mismo y con el otro, y lograr una mayor armonización en tus relaciones personales y laborales.
Marie Lise Labonté
EL NIÑO
EMOCIONAL
QUE HABITA
EN TI
INTRODUCCIÓN
Tenemos un niño dentro de nosotros. C. G. Jung que representa la suma de las experiencias emocionales de nuestra infancia, ya sean agradables o desagradables. Ese niño no se relaciona con un recuerdo bien preciso o con un periodo específico de nuestra vida, sino que es la representación de todas nuestras experiencias de la infancia, que han adquirido la forma de una estructura psíquica, de una representación simbólica; de una imagen inconsciente de nosotros mismos, influenciada por el inconsciente colectivo, familiar y personal.
El niño emocional es una parte inconsciente de nosotros, que nos mantiene en la infancia, incluso si aparentamos funcionar como adultos en el mundo. Se trata a menudo de la expresión de un amor infantil que manifestamos frente a los otros y ante nosotros mismos. Algunas veces nos provoca reacciones de defensa, de protección, de desbordamiento emocional, en forma de «regresión infantil». Como si de repente el adulto de cuarenta y tres años que somos se expresara igual que un niño de seis años.
El niño interior, incluso si es inconsciente, puede imponerse en nuestra comunicación y llevarnos a nuestro pesar a proferir una expresión inadecuada que crea malestar, malentendidos y hasta violencia.
La dificultad con el niño emocional o el niño interior herido es que lo proyectamos en nuestras relaciones con nuestros propios hijos o con los hijos ajenos. A menudo ya no somos padre o madre frente a nuestro hijo, sino nuestro niño herido que se enfrenta al sufrimiento de nuestro hijo biológico. Esto no simplifica las relaciones padre/hijo, sino que, por el contrario, nos encontramos enredados emocionalmente en un sufrimiento interior, desconocido por nosotros mismos, que incluso interfiere con el sufrimiento de nuestro hijo, al que quisiéramos ayudar. Sucede lo mismo con nuestras relaciones de pareja: cuántas de ellas incluyen a dos niños heridos cuyas emociones escondidas —y las heridas de la vida— conducen esa relación.
Ese niño emocional está ahí, dentro de nosotros. Nos lanza llamadas, gritos que se expresan con síntomas físicos, inestabilidad emocional y comportamientos infantiles que estropean nuestra vida. El niño herido en nuestro interior nos espera para que lo reconozcamos, lo escuchemos y lo ayudemos en la curación de sus heridas de vida y de afectividad. Tratamos de amar con lo mejor de nosotros mismos e ignoramos que la comunicación con el otro está terriblemente influenciada por esta interioridad desconocida por nosotros mismos. De ahí resulta una comunicación a menudo herida, sesgada e incluso violenta que nos sobrepasa, que nos sorprende. Entonces buscamos la solución en el exterior, cuando simplemente reside en nosotros. El niño emocional, nuestro niño interior, posee esta solución. Liberarlo, darle alas, ayudarlo a curarse es una clave importante de un retorno a uno mismo, de un control de nuestra vida emocional y afectiva.
¿Dónde está ese arquetipo en nosotros? A menudo está escondido bajo montañas de caparazones, protecciones inconscientes que hemos acumulado con el tiempo para alejarnos, porque ese niño y su carga emocional dan miedo.
Y es que lleva en sí emociones pesadas de las que nos hemos desprendido para mostrar a los otros, y a nosotros mismos, una imagen presentable ante el mundo: una «persona», como dice perfectamente Jung; una personalidad que parece bajo control. Por el contrario, ese niño en nosotros esconde una sensibilidad, una emotividad pura que una vez liberada nos permite recobrar el impulso de vida, ese impulso creador que subyace en el amor de nosotros mismos, en la intimidad con nosotros mismos y con los otros.
Este libro es una exploración, una guía, un viaje interior que nos lleva al encuentro del niño emocional que hay dentro de nosotros para que nos atrevamos a suavizarlo, encontrarlo y proponerle su curación. Gracias a este libro, podrá ir a su encuentro para liberarlo. Y tendrá la posibilidad de averiguar cómo se ha protegido de él. Usted será testigo de la influencia de este niño en sus síntomas físicos, en su sistema inmunitario y sobre todo en su equilibrio emocional. Página a página descubrirá cómo es su niño interior, cómo se presenta ante usted a través de sus comportamientos afectivos con usted mismo y con los demás. Cuando lo haya reconocido, le será más fácil identificarlo en usted y en el otro, para una mayor armonización de sus relaciones de pareja, de trabajo y también en su relación parental.
C. G. Jung dice que recuperar el vínculo de intimidad con nuestro niño emocional equivale a recuperar el vínculo con su propia alma.
Ya en la década de 1940, el psiquiatra Carl Gustav Jung había advertido que, en las mitologías, muchos salvadores o rescatadores son niños-dioses. Nada más normal, explicó, porque por naturaleza el niño es portador de transformación. Una calidad de la que carece a menudo el adulto. A partir de esta simple observación, forja uno de los conceptos clave de la psicología analítica, «la individuación», un proceso que nos lleva a convertirnos en individuos tan completos como sea posible gracias a las capacidades de transformación —entre otras— del niño que vive en nuestro interior.
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