PRÓLOGO
Creo que si algo puedo ofrecer al lector interesado en esta obra es, sin lugar a dudas, una visión más personal y cercana del autor. Por ello aprovecharé esta oportunidad para transmitiros mi experiencia a lo largo de todos estos años en contacto íntimo con Enric Corbera: como líder y mentor que es —para mí y para muchos—, pero también como compañero de trabajo y, por supuesto, como padre.
Mi objetivo con la redacción de este prólogo no es otro que mostrar que Enric vive lo que escribe. Cada una de las líneas impresas en este libro transmite su forma de ser y entender la vida. En este sentido, probablemente es una de las personas más aptas para hablar sobre la mentalidad paradójica; se hablará largo y tendido sobre este concepto en las siguientes páginas. No obstante, podemos resumirlo como la capacidad de percibir el carácter ambivalente de cualquier circunstancia que acontece en nuestra vida, que puede interpretarse en sentidos aparentemente opuestos o contradictorios; sin duda, una de las cualidades que más caracterizan a Enric.
En el ámbito laboral, por ejemplo, se encarga de recordarnos a todos los miembros de la empresa «la apariencia de las cosas». Cuando atravesamos momentos difíciles, nos recuerda que estos son necesarios para identificar los errores que cometemos y corregirlos. «Qué es bueno y qué es malo —nos dice—. Estos instantes nos sirven precisamente para fortalecernos y ser capaces de sostener el éxito que está por venir». Y no le falta razón. Solo cuando «vienen curvas» la empresa es capaz de centrarse de verdad en mejorar la eficiencia de su estructura. De este modo, cuando la empresa crece, también crece su capacidad para proporcionar resultados.
Curiosamente, en el momento de dar la bienvenida a cada empleado que empieza a trabajar en el equipo, siempre los saluda diciendo: «Hola y adiós». Todos se quedan un tanto desconcertados al escucharlo. Enric, a continuación, argumenta: «Hola y adiós, porque todo principio también es un final. No sé cuánto tiempo vas a estar con nosotros. Por mi parte, solo deseo que tu estancia aquí te resulte provechosa y te sirva para crecer».
Así es Enric: se compromete al máximo contigo, pero a la vez se desprende de ti. Lo hace con cada una de las personas que asisten a sus consultas: pone todo su ímpetu en que estas puedan mejorar su vida, pero no necesita que lo hagan. Lo mismo sucede con su profesión: rinde al cien por cien y da lo máximo de sí mismo, pero si tuviera que dejarlo mañana, lo haría sin problemas. No se aferra a su trabajo ni se define por lo que hace. Hace ya muchos años que Enric decidió entregar su vida a «la vida» y que sería esta última la que dictaría qué tiene que hacer y adónde tiene que ir. En resumidas cuentas, es capaz de desapegarse de todo aquello que ama. No solo de su profesión, también de sus relaciones más cercanas, precisamente porque las ama de verdad. Esta es una de las actitudes que más admiro de él.
En lo que respecta a la capacidad de crecer frente a la adversidad, es un ejemplo a seguir. Ha atravesado un sinfín de adversidades en su vida, pero hay una que me llama especialmente la atención: tras el divorcio de su primera mujer, decidió irse con lo puesto y renunciar al piso para que vivieran en él tanto ella como su hija Keila, a quien a partir de entonces visitaría un fin de semana cada quince días por la custodia. Cuando al cabo de poco tiempo conoció a mi madre, su actual mujer, unos días después de que empezaran a vivir juntos entraron a robarles. Por extraño que parezca, a los ladrones solo les dio tiempo de llevarse las propiedades de Enric: un reloj de oro que le había regalado su padre y las cuatro chaquetas que guardaba en su armario. Me contaba: «Ese día entendí que no podían arrebatarme nada de lo que soy; no podían llevarse nada verdaderamente importante. Entendí que la vida siempre estaría ahí para sostenerme, pasara lo que pasara». Siempre necesito unos instantes de reflexión cuando recuerdo esta historia. Tener que perderlo todo para darte cuenta de que no te falta absolutamente nada; pocas paradojas generan tanto impacto.
En su etapa adolescente, Enric era un tipo rebelde e inconformista; en realidad, son características que lo han acompañado toda su vida. No obstante, en aquel entonces mostraba una actitud desafiante frente a la autoridad, tanto en la escuela como en casa. Le costaba contener la agresividad y solía enfrentarse a compañeros de la escuela o del barrio. Fue una fase de su vida en la que muchos, en especial su madre, lo percibían como alguien repulsivo, aunque en realidad era un «redentor disfrazado»: el miembro que liberaba la sombra contenida de todo el sistema familiar. Recuerdo que siempre le pedía que me contara alguna de sus «batallitas». Me encantaban.
En el año 2012 recibió el distintivo de «embajador de la paz», un reconocimiento internacional que se les ofrece a aquellas personas que destacan por su aporte en términos de promoción de la paz y el bien común para la sociedad. De nuevo, pude presenciar la mentalidad paradójica de Enric. Tras recibir el premio, me dijo: «Hoy sé que me reconocen como embajador de la paz porque soy plenamente consciente de mi lado oscuro y de lo que este es capaz de hacer». El mismo poeta Rumi explicaba que si todavía no habías visto al diablo, simplemente miraras dentro de ti. Enric es un ejemplo de que la auténtica paz se halla en la integración de la propia sombra.
La mayoría de las personas que se interesan por el mensaje de Enric están deseosas de cambiar su vida en algún aspecto. Algunas andan perdidas sin saber a qué dedicarse profesionalmente; otras están atravesando momentos de dolor en su matrimonio. Algunas sienten que su vida laboral no les llena, mientras que a otras les invade una profunda soledad. A pesar de la disparidad de perfiles, todas ellas comparten un trasfondo común: algo se les ha perdido, sienten un vacío interno que no saben cómo llenar y desconocen la manera de seguir avanzando.
A través de todas sus obras, conferencias y cursos de formación, Enric se encarga de transmitir un mensaje que, a mi parecer, puede resumirse con las siguientes palabras: «Tranquilo; puedes llegar a conseguir la vida que deseas. Esto que te está sucediendo ahora, por muy duro que pueda parecerte, es el preludio de una fase llena de propósito y significado». Estoy convencido de que el lector puede utilizar este libro como una herramienta para encontrar el sentido a aquellas circunstancias que pueda estar viviendo en el presente y que en apariencia resultan negativas y perjudiciales. Deseo de todo corazón que las palabras de Enric le ayuden a esclarecer la mente y le empujen a mejorar su vida. Por mi parte, le estaré eternamente agradecido.
D AVID C ORBERA
PREFACIO
Con este libro pretendo acompañar al lector en la senda que puede conducirnos al equilibrio emocional gracias a la integración de dos polaridades, que pueden parecer contrapuestas pero que en realidad se necesitan mutuamente para existir. Estoy hablando de saber gestionar el poder que encierra «la paradoja», que puede acompañarnos a otro nivel de comprensión distinto de lo que llamamos realidad.
Aceptar la paradoja nos lleva a desarrollar «la mentalidad paradójica», capacidad de integrar aspectos contrarios, y a comprender que la eliminación de uno de ellos nos desposeería del sentido más profundo de la vida: darle sentido. La idea básica queda resumida en esta propuesta o reflexión.
Conocerse a uno mismo a través de los conflictos, de las ideas contrapuestas, del caos implica desarrollar una mentalidad paradójica.