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Nicole Daedone - Slow sex: El arte y el oficio del orgasmo femenino

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Nicole Daedone Slow sex: El arte y el oficio del orgasmo femenino
  • Libro:
    Slow sex: El arte y el oficio del orgasmo femenino
  • Autor:
  • Editor:
    Océano
  • Genre:
  • Año:
    2015
  • Índice:
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Slow sex: El arte y el oficio del orgasmo femenino: resumen, descripción y anotación

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Esta guía propone a las mujeres una técnica destinada a mejorar y volver más placentera la experiencia sexual. Nicole Daedone, experta en sexualidad y relaciones humanas, pone al alcance de los lectores una práctica conocida como meditación orgásmica, la cual permite desacelerar el encuentro íntimo, volverlo más significativo y que la pareja se conecte mejor a nivel emocional. La obra incluye ejercicios y prácticas que, en pocos días, mejoran sus relaciones en la cama y fuera de ella.

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Cómo hacer la MO

S iempre que alguien me pregunta por qué hago MO, la primera respuesta que viene a mi mente es la más simple: hacer MO se siente bien. Te da una sensación de conexión, sensualidad, nutrición y completud. Te calma, sacia, renueva y vigoriza. Es simplemente la más deliciosa experiencia física que haya tenido. Cuando escuché por primera vez sobre la MO, desde luego, no significó mucho para mí. Una muy sencilla caricia, un periodo de tiempo limitado, ¿podía ser eso la gran maravilla? Con sólo escuchar las instrucciones, no puedes realmente entender cuán profundamente puede convenirte, cuán rápido puede activar todos tus centros de placer, cuán exquisita y deliciosamente precisa puede sentirse una sola caricia, tanto para el que la da como para el que la recibe, por igual. Simplemente tienes que meterte a la cocina y sentirlo por ti mismo. Así que a cocinar se ha dicho. He aquí tu iniciación a los pasos de la práctica de la meditación orgásmica.

Paso uno: pedir una MO

Puedes sentir el universo entero en una sola caricia de la MO. Todo el placer, el dolor, la alegría y la tristeza que forman parte de nuestra vida sexual, nuestras relaciones y nuestra vida en general, todo ello se puede sentir en una sola caricia. Lo mismo podría decirse de la primera etapa de la práctica: pedirle a alguien que haga MO contigo. En el acto de extenderse hacia otra persona, expresando tu deseo e invitándola a compartir una experiencia tan íntima, puedes degustar todo lo que hayas deseado de la práctica misma: todo el goce, toda la conexión, todos los nutrimentos que estás buscando. Dejas de lado expectativas y estrategias, percibes las sensaciones en tu cuerpo y pides lo que deseas; el resto llega por sí solo.

Eso no significa que será fácil, sobre todo al principio. Incluso para las parejas que han estado juntas durante mucho tiempo (y quizás especialmente para parejas que han estado juntas durante mucho tiempo), puede haber un sentimiento de vulnerabilidad al expresar el deseo sexual. El solo pensamiento puede desencadenar un despliegue de fuegos artificiales de miedos que nos dejen nerviosos y en vilo, en nuestros puntos más sensibles. Si encontramos el valor de pedir, entonces tenemos que abrir espacio a la respuesta. Hay pocos momentos tan saturados de sensación como el momento en que una petición de sexo cruza tus labios y queda colgando en el aire, a la espera de la aceptación o el rechazo. Parece que no podemos ayudar a darle mucho significado al resultado. Si ella dice sí, significa que eres atractivo, aceptable, deseable, sexy. Si él dice no, significa que eres lo opuesto de esos atributos. Éstas son, por supuesto, sólo interpretaciones, no son la verdad. Complican las cosas, como uno de mis estudiantes descubrió recientemente. Le había pedido a su esposa hacer una MO, una mañana, y ella le preguntó si más bien podían hacerla después del trabajo porque tenía una junta temprano. “Eso es lo que ella dijo”, me contó, “pero lo que yo escuché fue que ella ya no se sentía atraída por mí y quería posponer el sexo tanto tiempo como fuera posible. Desde que hago MO, estoy aprendiendo a notar cuando mi mente se echa a volar. De inmediato me di cuenta de toda la interpretación que le estaba añadiendo a lo que ella había dicho en realidad.” La clave es recordar que tenemos una opción. Podemos despojarnos y estar presentes para cualquier respuesta que obtengamos, sin hacer las cosas más complejas de lo que deben ser. La graciosa simplicidad de un “sí” o un “no” puede ser suficiente.

Por suerte, hay una ley del universo escrita en alguna parte que dice que mientras más hagamos algo, menos tendrá la capacidad de aterrorizarnos. Lo mismo sucede al pedir una MO. Algo que ayuda es desnudar la petición hasta lo más esencial. Sé lo más sencillo, directo y honesto que sea posible al pedirla. “¿Te gustaría hacer una MO?” es todo lo que necesitas decir. Puedes dejar de lado la rutina del aspaviento, las líneas románticas, el andarse por las ramas que normalmente acompaña la petición sexual, y mejor simplemente preguntar. Hay poder en la comunicación honesta, limpia y directa de un deseo. Por lo menos, pide ser correspondida con una respuesta igual de honesta.

Pon atención a las sensaciones de tu cuerpo mientras pides. Es frecuente que tengamos muchas sensaciones cuando comenzamos a pedir una MO. Puede comenzar como una explosión brillante en algún lugar de tu zona torácica, una contracción breve antes de expandirse, algo como un Big Bang por el resto de tu cuerpo. Tal vez te des cuenta si se inicia directamente en el centro de tu ser, o si en realidad comienza un poco a la izquierda y un poco más lejos, en la parte posterior. Si parece que viaja más arriba o más abajo, si se detiene en las puntas de tus hormigueantes dedos o en vez de eso parece expandirse más allá de los confines de tu cuerpo físico. Hay algo mágico en el simple hecho de estar de acuerdo con permanecer en la experiencia, pase lo que pase, en lugar de moverse siquiera un centímetro hacia la izquierda o hacia la derecha. Cuando nos movemos de nuestra experiencia, tendemos a dejarnos llevar por el comentario o la interpretación. Si realmente te comprometes a sentir tu cuerpo, la sensación en sí es tan fascinante que tienes poco tiempo para pensar en nada más.

Ejercicio. Cómo pedir una MO

  • Utiliza una pregunta para desencadenar tanta sensación como sea posible en ti y en tu pareja. A menudo tratamos de limitar la cantidad de sensaciones que podríamos provocar porque tenemos miedo de no poder manejarlas. Así que vamos a jugar con humor, finjamos que no nos importa de ninguna manera qué respuesta obtengamos, o hagamos la petición sobre una necesidad más que sobre un deseo. Resiste la tentación de sofocar la sensación. Haz la pregunta de la manera más simple pero más auténtica que te sea posible, y luego deja que la sensación se extienda por todo tu cuerpo mientras esperas la respuesta de tu pareja.
  • Siente tu vulnerabilidad. Al pedir una MO, estás encendiendo las luces, por así decirlo, y admitiendo tu propio deseo de ser sexual. Éste es un territorio desconocido para la mayoría de nosotros. La mayor parte del tiempo, nuestro miedo al rechazo nos impide pedir abiertamente la conexión que anhelamos. El dar un paso adelante con tu petición se vuelve una oportunidad de sentir tu propia debilidad, tu propio corazón.
  • Sé amable contigo mismo y con tu pareja. Su deseo es como un vástago tierno, trátalo con mucha amabilidad, como si fuera la preciosa posesión de alguien que la ha dejado bajo tu cuidado. Resiste la tentación de demonizar a tu pareja si él o ella dicen que no, o de castigarte por preguntar. Es al ofrecimiento al que están rechazando, no a ti. Hazle saber que respetas su respuesta, y siéntete orgulloso por el valor que tuviste para preguntar.

La MO en sí misma comienza en el momento en que la cita se establece. Igual que la anticipación edifica, asimismo edifica la energía sexual. Presta atención a la sensación de “en el punto intermedio”, aquí mismo, ahora mismo. La sabiduría convencional dice que la sensación más potente se puede percibir en la culminación de una experiencia sensorial, en el clímax o, en este caso, una vez que la MO ha comenzado, pero tú puedes descubrir que en realidad tienes más sensación antes de acostarte a practicar. Puede venir en forma de anticipación abierta, cachondería o excitación. También puede venir en un disfraz que yo llamo “intumescencia”, que es cuando la cachondería está naciendo en el cuerpo y se congela porque no tiene a dónde ir. El resultado puede ser menos que sexy: el impulso de llorar, enfrascarse en una pelea, suspender la MO o estar en las nubes porque… [inserta aquí el método preferido de desconectarte].

En vez de eso, trata de mantenerte alerta. Observa lo que está sucediendo dentro de ti. Y, si puedes recordar, siente tu deseo. Son aquellos momentos justo antes de conseguir lo que queremos los que ofrecen la experiencia más rica del anhelo, de la búsqueda. ¿No me crees? Piensa en lo que sentiste justo antes de tu primer beso. Todo lo deseado a punto de hacerse realidad. Trata de mantenerte en el presente a medida que te acercas más y más a tu MO.

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