Con el Coco
en el diván
Con el Coco
en el diván
Pilar Sordo y Coco Legrand
(humor y familia)
CON EL COCO EN EL DIVÁN
© Pilar Sordo Martínez, Alejandro González Legrand
© Uqbar Editores, 2007
Teléfono 56 2 2247239
Santiago de Chile
www.uqbareditores.cl
ISBN N° 978-956-8601-07-2
eISBN N° 978-956-9171-29-1
RPI N° 163.575
Dirección editorial: Isabel M. Buzeta Page
Corrección de texto: César Farah
Diseño portada: C. di G.
Diagramación digital: ebooks Patagonia
Foto Portada: Óscar Vergara
Queda prohibida sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las condiciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares de la misma mediante alquiler o préstamos públicos.
ÍNDICE
A ntiguamente nuestros padres y abuelos decían: “La letra con sangre entra” y justificaban así tanto la severidad de su instrucción como la rectitud de la formación valórica que pretendían entregarnos. Las preguntas trascendentales del hombre en esos tiempos eran: ¿Quién soy? ¿De dónde vine? ¿A dónde voy? ¿Cuál es mi misión en la vida? ¿Ser o no ser? No como hoy en que todo parece reducirse a la mezquina interrogante: “¿Y? ... ¿cómo voy ahí?”
Vivimos otros tiempos, que duda cabe, son días de comida rápida, televisión digital, internet de banda ancha y teléfonos celulares de última tecnología, que funcionan como verdaderos controles remoto del ambiente informatizado que nos rodea.
Somos parte de los cambios todos los días. Estamos inmersos en sucesos, rodeados por comportamientos, nuevos usos y costumbres, aparentemente desprovistos de sentido entre sí, pero con un fondo común que los explica. No quiero insistir en el “determinismo tecnológico” –ya planteado en algunos de mis espectáculos– pero a estas alturas pocos podrían negar que son estos nuevos dispositivos de información y comunicación los que, además de configurar nuevas formas de conocer e interrelacionarnos, nos abren a otra mirada respecto del mundo y de nosotros mismos... Yo me he pillado digitando mi clave redbanc en el horno microondas; teniendo que llamar a mi propio celular para encontrarlo; obligado a tener un teléfono inalámbrico para recorrer la casa, buscándolo desesperado. Algo parecido sucede con el volante: adicto a la velocidad, inventando espacios para avanzar más rápido, cambiándome de pista una y otra vez para ganarle al de al lado. Cuántas veces nos juntamos con amigos en un bar y no hacemos otra cosa más que hablar por celular ¡con los que no llegaron! ¿Esclavo del zapping y de la sensación de resolver todo a través del clic en el mouse o en el control remoto...?
Decir que vivimos días de transformaciones es tan lugar común como “profetizar” que en esta época “el cambio es lo único permanente”. Y, sin embargo, es cierto: ante este nuevo escenario, nuestras tradicionales interpretaciones y certezas, junto con quedar jaque mate, parecieran exigir actitudes y mentalidades más flexibles, más proclives a la constante adaptación.
Durante mis treinta y seis años de trayectoria artística me han otorgado cientos de premios, de diversa índole, pero todos responden y complementan la impagable satisfacción, la alegría, el orgullo que se siente cuando uno es reconocido por lo que eligió hacer en la vida. Yo soy uno de los que disfruta de ese dulce néctar: el reconocimiento. Sin embargo, nunca en todos estos años de apasionada entrega imaginé recibir uno “por su permanente capacidad de reinvención”. Fue el diario Estrategia, “el diario de negocios de Chile”, el que me premió en la categoría Emprendedor, junto a medios de comunicación, empresarios, instituciones y empresas. Así fue como me convertí en un “Emprendedor con Estrategia”. Al principio me sentí tan honrado como divertido con ese juego de palabras y me sumergí en la búsqueda del sentido profundo de esa etiqueta.
Mentiría si les dijera que mi vida ha sido de objetivos, de perseguir metas, de plantearme desafíos. Nada más lejos de mi ferviente vocación por vivir el día a día: la cotidiana pasión arriba de un escenario, la invisible nariz de payaso puesta para desnudarles el alma y hacerlos reír. Esa ha sido mi estrategia: la fe en el humor. Cuando el mensaje está gastado, cuando el “deber ser” pierde su fuerza para transformarse en moralina vienen el tedio y la desconfianza. La risa y la distensión con contenido pueden tener un rol sanador, mejoran la salud, la convivencia entre las personas. Tan convencido estoy de esto, que me he animado a compartir con ustedes el humor y la reflexión de algunos libretos, como también, recuerdos y observaciones actuales. Todo con el fin de contribuir con nuestra sociedad, con tantas familias chilenas de hoy que lo necesitan… Porque con humor, la letra entra.
COCO LEGRAND
S eguramente les parecerá extraño escuchar o leer algo del Coco Legrand tan serio y reflexivo, pero desde que conozco a este talentoso hombre, no ha dejado de asombrarme con su capacidad de observación y de reflexión acerca de muchos temas y muy principalmente sobre la realidad en que vivimos hoy los chilenos. Nos desnuda con gracia y eso nos gusta. Por eso no sólo reímos cuando lo escuchamos, sino que también nos induce a reparar en el fondo de esas “verdades” que devela para nosotros de manera tan genial y natural.
Pareciera que eso de que “con humor, la letra entra” fuera uno de los secretos de su éxito: el gran cariño de la gente y la base que sostiene su constante aporte a nuestra convivencia. No sólo ha sido ampliamente reconocido por su público, también la Academia y los medios de comunicación han destacado su talento. Le han dicho de todo: gurú, maestro, monstruo, sociólogo del humor, barómetro de la realidad nacional… Ante tan solemne perfil, él comenta: “si yo sólo soy un ‘hueón’ que prende el ventilador y al que le cae, le cae”.
En nuestras conversaciones durante el año pude conocer de primera fuente sus inquietudes, sus temores, sus dudas… Todo expuesto en su particular humor, siempre a manera de divagación tímida, que, lentamente, toma vuelo hasta transformarse en apasionado monólogo cercano al delirio. Y fue así como nació este libro. El Coco desde su humor reflexivo y yo desde mi visión psicológica, revisamos la familia chilena, cómo la vemos, cómo ha cambiado y, por qué no decirlo, lo que nos duele y nos preocupa.
Pretendemos pasar por los temas que hoy nos inquietan, pero, por sobre todo, nos interesa fotografiar ante ustedes cómo vivimos los chilenos “puertas adentro”. Por eso este libro es “más de observaciones que de respuestas”, no hay juicios, sólo pretende mostrar la forma en que está funcionando esta sociedad nuestra y chilena en los inicios del siglo veintiuno.
PILAR SORDO
I.
CONVERSACIÓN INTRODUCTORIA
U na tarde de marzo del 2007, Pilar Sordo y Coco Legrand conversan mientras beben sus cafés.
—Ya, ya, pero todo el rato no has hecho otra cosa que hacerle el quite a la pregunta.
—¿Cuál pregunta?
—“¿En qué piensas?”
—¿Otra vez?
—¿Cómo que “otra vez”?... Si no me respondiste… pasemos a otra cosa… pero sin hacerme reír y hacer de todo una chacota, ¿bueno?
—Yo sólo soy un hocicón del pensamiento: prendo el ventilador y al que le cae, le cae.
—Creo que nos haces reír por la gracia con que lo dices, pero también la mayoría de lo que dices tiene un fundamento.
—“¿La mayoría?”
—No te pongas arrogante, Coco.
—Cómo no serlo: mi signo es Leo.
—Aquí vamos de nuevo.
—Pilar, a propósito de chacota, me preocupa el que la gente no distinga entre estas tres palabras: humor, seriedad y dramatismo.
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