Dedicado a Tom Peters, Hugh MacLeod, Walter Dean Myers, Dan Pink, Sarah Kay, Kevin Kelly, Cory Doctorow, Susan Piver, Steven Pressfield, Pema Chödron, Zig Ziglar, Jay Levinson, Amanda Palmer, Neil Gaiman, Brené Brown y todos los demás viajeros que estuvieron dispuestos a levantarse y decir: «¡Aquí!».
Introducción
Ahora, todos somos artistas
¿Cuánto vas a esperar?
Te dijeron que estructurases bien tu currículum, que fichases, que encajases y que siguieses las instrucciones.
Te dijeron que te tragases tu orgullo y que no persiguieses tu sueño.
Te prometieron baratijas y premios y, tal vez, riquezas simplemente si te aguantabas y te integrabas en el sistema, simplemente si hacías lo que te pedían y te conformabas.
Te vendieron deuda y trasteros de alquiler y programas de telerrealidad. También vendieron a tus hijas y a tus hijos.
Todo a cambio de lo que sucedería después, cuando te tocara a ti.
Y ahora te toca a ti.
Tú no eres tu carrera
Tu habilidad para seguir las instrucciones no es el secreto de tu éxito.
Todos los días nos ocultas tu mejor trabajo, tus mejores intuiciones y lo mejor de ti mismo.
Sabemos lo mucho que te implicas, y es una lástima que el sistema trabaje a toda máquina para alejarte de las personas y de los proyectos que te importan.
Nadie tiene derecho a que se lo den todo regalado, pero justo cuando lo necesitabas, se te abrió una puerta para que cambiases las cosas.
Es una pena haber perdido tanto tiempo, pero sería imperdonable seguir esperando. Eres capaz de aportar mucho. Te necesitamos, y ya.
«¿Alguien tiene alguna sugerencia?»
Todos hemos oído esta pregunta al acabar una reunión. A veces el moderador lo dice en serio. A veces el moderador, el jefe o la persona que plantea el problema quiere saber si el grupo tiene un concepto sin probar o una visión que compartir.
Y la respuesta siempre es la misma. Silencio. Miradas de reojo, quizá el ruido de unos papeles, pero, aun así, silencio.
¿En serio?
¿Todas estas personas altamente cualificadas, bien remuneradas y respetadas en la sala, y ni una de ellas puede aportar nada? Lo dudo.
Espera unos minutos, y si el moderador se ha ganado algo de confianza, alguien hablará. Y si no ejecutan sumariamente a esta persona, alguien más hablará. Y después, otros lo harán también. Hasta que por fin la sala esté llena de energía, de un rumor audible. Por fin se nos permite ser humanos, poner fin al silencio y compartir nuestros esfuerzos.
Aunque parezca mentira, todos los presentes en la sala son capaces de ver, analizar y resolver. Todos son capaces de sentir pasión. Todos se preocupan lo suficiente como para hacer algo, si es que logran derrocar al censor autoprovocado y desarrollado sistémicamente que los mantiene a raya.
¿Por qué nadie dijo nada antes? ¿Por qué hubo que esperar a que acabase la reunión? ¿A qué se debe ese tenso silencio?
Este libro no está destinado a otras personas. Es para ti. Es un libro dedicado a aquellos que han sido ignorados, convencidos o tentados a volverse invisibles.
Aquí viene una revolución, nuestra revolución, y arroja luz sobre lo que en el fondo llevamos sabiendo desde hace mucho tiempo: que eres capaz de marcar una diferencia, de ser audaz, de cambiar muchas más cosas de las que quieres admitir. Eres capaz de crear arte.
Huevos verdes con jamón
Podría no funcionar.
Este libro podría no dar en el blanco, o podría no ser lo suficientemente directo (o tal vez podría resultar demasiado directo). Me he salido de mi zona de confort al escribirlo y publicarlo, y espero que tú hagas lo mismo al leerlo.
Intento ayudarte a descubrir algo que está a tu alrededor pero que podrías no haber visto, algo que quizá ignores intencionadamente. Me esfuerzo por conseguir que cada vez más personas prueben algo que nunca han querido probar, que intenten poner en práctica una forma diferente de trabajar y de pensar en su trabajo.
Me tienta la idea de suavizar las cosas y hacer que esta tarea sea segura, obvia y reconfortante. Me encantaría que este libro fuera fácil y ofreciese garantías, y llegara a todas las personas a las que me gustaría llegar. Sin embargo, no puedo hacerlo.
Esta revolución es demasiado importante y no me permite refrenar este proyecto. Gracias por dejarme correr el riesgo de escribir este libro, y gracias por correr el riesgo de darle una oportunidad.
Cazar al zorro astuto
Levanta en el bosque una valla de madera de dos metros y medio de largo.
Coloca un cebo y deja pasar una semana.
El zorro es demasiado astuto para caer en una trampa tan sencilla; notará tu olor y evitará el cercado durante varios días. Sin embargo, al final, volverá y se comerá el cebo.
Cuando pase la semana, levanta otro tramo de valla, formando un ángulo recto con el primero. Coloca más cebo.
El zorro evitará de nuevo la valla durante varios días, pero acabará comiéndose el cebo.
Cuando pase la segunda semana, levanta un tercer tramo y una cancela. Coloca más cebo.
Cuando regreses al final de mes, el zorro estará brincando encantado por la seguridad de su cercado, y lo único que tendrás que hacer será cerrar la cancela. El zorro estará atrapado.
Esto es, por supuesto, lo que nos ha pasado a nosotros. La era industrial construyó la trampa de la que somos prisioneros, pero no lo hizo de golpe; tardó siglos en perfeccionarla. Y nos sedujo. Nos sedujo el cebo de un salario decente y montones de reconocimientos. Nos sedujo la aparente seguridad del cercado. Y cuando se cerró la cancela, nos quedamos dentro por la amenaza de la vergüenza, el aumento del riesgo y la dependencia de una sociedad que nos permitía conseguir cada vez más premios, y más brillantes.
Para nosotros, no obstante, la situación es mucho más penosa que para el zorro. A medida que la era industrial desaparecía y era sustituida por la economía de la conexión —la realidad ilimitada de nuestra nueva revolución económica—, la valla ha ido desmantelándose. Ya no está.
Pero la mayoría de nosotros ignora que ya no nos encontramos encerrados. Hemos sido tan concienzudamente convencidos, intimidados y socializados que seguimos apiñados, esperando instrucciones, cuando en realidad disponemos de la primera, mejor y única oportunidad en la vida de hacer algo extraordinario.
Este libro gira en torno a lo que considero un sencillo supuesto: que sabes cómo ser humano y que sabes cómo crear arte. No hace falta que nos enseñen a crear, pero en ocasiones necesitamos permiso para hacerlo. La importancia de seguir las instrucciones está sobrevalorada.
Parte cero
El arte, la zona de confort y la oportunidad de tu vida
¿Por qué crear arte?
Porque debes. La nueva economía conectada así lo requiere, y no te recompensará por nada más.
Porque puedes. El arte es lo que significa ser humano.
El engaño de Ícaro
Al sur de la isla griega de Samos se encuentra el mar Icario. Cuenta la leyenda que es ahí donde murió Ícaro, víctima de su orgullo desmedido.
Su padre, Dédalo, era un hábil artesano. Condenado a prisión por sabotear la obra del rey Minos, captor del Minotauro, Dédalo concibió un brillante plan para escapar, que describe el mito que nos contaron cuando éramos pequeños.
Elaboró unas alas para él y otras para su hijo. Tras asegurar las plumas con cera, emprendieron la huida. Dédalo advirtió a Ícaro de que no volase demasiado cerca del Sol pero, extasiado por su maravilloso don para volar, Ícaro desobedeció y voló demasiado alto. Todos sabemos lo que sucedió a continuación. La cera se derritió e Ícaro, el amado hijo, perdió las alas, cayó al mar y murió.