Este libro es una prueba palpable de que los conceptos que trata son realmente universales. Todos los que hemos contribuido a convertirlo en realidad, hemos aportado nuestra propias características personales y la forma en que nos relacionamos al dinero, y al trabajar juntos, también hemos crecido juntos.
Mi más sincero agradecimiento es para Melinda Moore, una joven con un enorme talento para la expresión escrita y la profundidad de carácter de una persona mucho mayor. Gracias, Melinda, por ocuparte de este bebé como si fuera tuyo.
Para René Alegría, quien aportó al tema del dinero y las personalidades su espléndido enfoque, lo que añadió al texto una nueva e interesante dimensión.
Para Gabriel Sandler, quien, desde la lejana ciudad de Buenos Aires, Argentina, ha dado a cada capítulo un broche final íntimo y sutil que encierra la esencia de mi mensaje.
Y para ti, mi lector. Te agradezco que me hayas permitido sentir que mi labor te ha ayudado a darte cuenta de que tu riqueza ya es parte de ti.
Había una vez una compradora Impulsiva…
Anillos de diamantes, zapatos de Blahnik, modelitos de Dior…
¡Dios mío, cuánto tienen las tiendas! ¡Y todo es un amor!
Ella lo quiere todo… aunque su crédito grite: “¿Cuándo vas a parar?”
Pero este libro la salvará de la tiranía del comprar y comprar…
E speranza era una mujer muy exitosa en su empleo como representante de relaciones públicas. Era elegante y culta, tenía amigos muy bien situados, una inmensa ambición por salir adelante y una gran pericia en eso de ganarse la simpatía de la gente en un ambiente de trabajo. Saber que los demás respetan su opinión le da una confianza enorme en sí misma.
Al final de un largo día de trabajo, luego de acomodarse en el asiento trasero del taxi que la llevaría a su apartamento—pequeño, pero muy bien decorado—se dio a la tarea de revisar mentalmente todo lo que había logrado esa tarde. Cerró los ojos y recordó con placer los merecidos elogios que le dedicaron al final de una reunión con el departamento creativo de su empresa.
Y parecía que, sin duda, la presentación del día siguiente también sería igual de exitosa. El plan de Esperanza—que, al igual que su nombre, estaba constantemente “esperando” que la vida cumpliera todos sus sueños—era conseguir para su compañía la cuenta más grande de su historia. Al pensar en eso, no podía evitar que la cabeza le diera vueltas de tanto orgullo que sentía al imaginarse el inmenso respeto y el reconocimiento que este acuerdo le traería... ¡Y no hablemos de la maravillosa bonificación que le darían por conseguir ese cliente! Había nuevas esperanzas en el camino de nuestra Esperanza...
Ella había logrado triunfar gracias a la sagacidad que había demostrado al crear su excelente equipo de trabajo, y la meticulosidad que demostraba siempre la había convertido en una supervisora indispensable. Parecía mentira que hubieran pasado ya dos años desde el inicio del proyecto, pero el probable resultado de la presentación del día siguiente demostraría que todo el esfuerzo había valido la pena. ¡Iba a recoger los frutos de una labor muy bien realizada!
En eso, mientras el taxi avanzaba con cierta dificultad en medio de las calles siempre abarrotadas de la zona comercial de la ciudad, Esperanza distinguió a lo lejos, como si una luz especial lo destacara en medio del grisáceo panorama de la ciudad, un objeto supremamente bello. Sus asombrados ojos se clavaron de repente en un esquelético maniquí colocado en la elegantísima vidriera de una lujosa tienda por departamentos. “¡Pare, pare!,” gritó al tiempo que le lanzaba el dinero al atolondrado chofer. “¡Aquí me quedo!”
A medida que cruzaba a zancadas la ruidosa calle y se acercaba a la tienda, vio su propio reflejo en el cristal... vistiendo ese fabuloso traje sastre de diseñador que llevaba el maniquí. Se quedó pasmada. Cada puntada del modelo decía: “¡éxito, poder, seguridad!,” exactamente el tipo de imagen que ella estaba decidida a proyectar durante la reunión del día siguiente.
Sin vacilar ni un segundo, Esperanza entró corriendo a la tienda y fue directamente hacia el exquisito departamento de ropa femenina donde la esperaba aquel tesoro. Estaba tan ansiosa que desarregló la ordenada hilera de percheros mientras buscaba nerviosamente entre ellos. ¡Ay, Dios mío! ¡Tienen su talla! ¡Es perfecto! Ni Carolina Herrera habría podido escogerlo mejor y hasta la mismísima Coco Chanel la habría felicitado...
Luego de probárselo en el vestidor y mientras caminaba tras la vendedora para ir a pagarlo, un pensamiento fugaz le pasó por la mente. Era un traje absolutamente maravilloso, envidiable, hecho para ella, quizás la creación de alta costura femenina más perfecta que había visto... ¡Pero qué caro era! En otra ocasión en que había gastado tantísimo dinero, Esperanza se sintió muy culpable, casi arrepentida, cuando le llegó la cuenta de la tarjeta de crédito.
“¡Pero yo me lo merezco!”
¡Uy! Esperanza se preguntó: ¿Había dicho eso en voz alta? Con disimulo repasó el salón con la vista y no notó ninguna de las miradas perplejas ni altaneras que sin duda habría provocado aquel sincero arranque suyo en medio de un ambiente tan refinado como este. “Yo trabajo muchísimo. Además, el bono que me van a dar casi, casi va a cubrir este gasto... casi,” murmuró entre dientes, tratando de justificarse, aunque nadie le estaba pidiendo cuentas. Bueno, quizás se justificaba ante su madre, una señora tacaña que se habría horrorizado ante ese gasto; tal vez fue ante el chico que traía el café y a quien Esperanza jamás le daba propinas; o, peor aún, ante el funcionario que manejaba los préstamos estudiantiles y del que ella había logrado escabullirse con gran astucia durante años. Prefirió no hacerle caso a estos metiches fantasmas, dar el tarjetazo y, con su divina pluma Mont Blanc que le había costado un ojo de la cara, firmar su sentencia de tener que pagar deudas durante los próximos seis años.
Las Ventajas del Comprador Impulsivo
La personalidad Impulsiva es decidida, confiable y organizada. Como es profesional, educada y toda su energía se dirige a lograr metas, le encantaría saber que tiene muchísimas posibilidades de triunfar en sus finanzas si puede poner freno a sus emotivos impulsos de gastar dinero y puede dedicar un poquito de tiempo y esfuerzo a organizar su economía.
¿Quién de Ustedes Es Como Esperanza?
Esperanza se las sabe todas cuando se trata de su carrera o de escoger un vestido de alta costura, pero en lo que se refiere a su dinero, es una mala estudiante. Como muchas profesionales, había descubierto su poder de ganar dinero, pero estaba en la luna en cuanto al poder del dinero. ¿Cuál es la diferencia? El salario más que generoso de Esperanza demuestra que se ha esforzado para conseguir lo que tiene, y que asciende a paso rápido hacia una posición envidiable en su profesión. Sin embargo, esta experta en gastar impulsivamente, sigue siendo una esclava de su trabajo. Como muchos de nosotros, está acostumbrada a trabajar para vivir, pero todavía tiene que descubrir que su dinero tiene la posibilidad de multiplicarse continuamente sin que ella tenga necesidad de matarse trabajando.