Dedicado a mis padres y hermanos, por su apoyo y amor incondicional. A mis hijos, Camila, Javiera y José Pedro, que son el motor de mi vida. A mis amigas Valeria y Natalia. Y a mi marido Juan Pablo, por acompañarme en cada uno de mis pasos.
Introducción
Criar no es fácil. Lo sé porque soy mamá de tres hijos: Camila, de 8 años, Javiera, de 6, y José Pedro, que acaba de nacer. Al igual que ustedes, quiero lo mejor para ellos.
Los estudios en crianza y buen trato plantean que el criterio más importante para determinar cuán adecuada es una práctica parental no es la efectividad, sino la promoción del desarrollo socioemocional sano. Con este cambio de perspectiva, el modelo autoritario perdió su trono. Muchas de sus prácticas se consideran inadecuadas, incluso dañinas.
El problema de la caída del modelo autoritario es que no existe otro modelo que lo reemplace y nos guíe como padres. Todo lo contrario. Cada día nos vemos más bombardeados de información, muchas veces incoherente y sin arraigo científico.
Sabemos algunas cosas, por ejemplo que los niños necesitan tener una relación de apego seguro con su cuidador, pero no necesariamente cómo lograrlo. Los libros que hablan de apego se han centrado mayoritariamente en el primer año de vida. Lo poco que sabemos, entonces, se reduce a la lactancia, a no dejar llorar al bebé, a tenerlo en brazos, etcétera. Pero ¿qué pasa después de los dos años? ¿Cómo se sigue promoviendo apego seguro en los años preescolares? ¿Qué se hace cuando un niño hace una pataleta, cuando tiene susto o cuando muerde?
Como psicóloga amante del apego, comencé a estudiar e investigar para responder estas interrogantes. Con el tiempo, me fui haciendo cada vez más experta en temáticas relacionadas con la crianza. Pero mi conocimiento y entrenamiento no terminó hasta que fui madre. Para mí la maternidad ha sido un verdadero doctorado en psicología infantil.
A través de este libro quiero compartir con ustedes mis conocimientos y experiencia como madre y psicóloga. Espero, así, contribuir a la crianza de sus hijos.
Siempre he creído que para que algo resulte bien, no solo hay que saber el paso a paso, sino también el sentido de lo que se está haciendo. Sobre todo cuando se trata de ayudar a nuestros hijos a regular sus emociones y conducta, porque a veces los resultados no se ven de inmediato. Y para no desmotivarnos en el camino y abandonar la causa, debemos tener claro cuál es nuestro norte y el camino a seguir. A esto se le suma que cada niño es un mundo distinto, y lo que resulta con uno, no necesariamente resulta con otro.
Por lo mismo, además de entregar herramientas y técnicas, el libro también brinda conocimientos importantes que fortalecen el manejo y la labor parental. Conocimientos que les permitirán actuar en función de la situación e hijo particular.
Han pasado tres años desde el lanzamiento de la primera edición de Apego seguro. Durante este tiempo, he recibido muchos mensajes de agradecimiento que me han llenado de felicidad y afirmado el próposito de mis libros: ser una ayuda efectiva y cercana en la crianza y promoción de desarrollo socioemocional.
La buena recepción que tuvo Apego seguro y la experiencia que he ganado en estos años, me motivó a mejorarlo. En esta nueva edición mantuve la esencia de la primera, pero mejoré las temáticas tratadas (puse más ejemplos, más consejos e información relevante) y agregué un capítulo nuevo que trata acerca de un problema tan común e importante como las pataletas y límites: Morder y pegar.
Dividí la etapa preescolar en dos tramos: preescolares pequeños, que abarca de los dos a los cuatro años, y preescolares grandes, que abarca de los cuatro a los seis. Lo hice porque existen diferencias abismantes entre un niño de dos y uno de seis, por lo que para entender mejor lo que les ocurre, lo que necesitan, qué esperar de ellos y cómo ayudarlos, era necesario diferenciarlos.
Una última idea antes de terminar estas palabras: para criar se necesita tiempo, paciencia y amor. Ninguna de estas técnicas va a servir o ser igual de efectivas si no se tienen estos ingredientes principales.
I
Apego, crianza y etapa preescolar
Este capítulo es clave para todo lo que viene después. Partiremos viendo qué ocurre en la etapa preescolar. Esto les va a permitir entender mejor a su hijo y saber cómo ayudarlo. Luego veremos qué es realmente el apego, por qué es tan importante y cómo se promueve en los años preescolares. Finalmente veremos cuál es la relación entre apego, crianza y desarrollo socioemocional.
Bienvenidos al fascinante (pero intenso) mundo preescolar
Estoy escribiendo en un café. Al lado mío hay un papá con su hija. Debe tener tres años. A pesar de que en la mesa hay varias sillas disponibles, está sentada literalmente pegada a él. Cada cierto tiempo lo llena de besos. Una imagen completamente adorable. Pero en el momento en que el papá se niega a comprarle una segunda medialuna, la escena cambia drásticamente. La niña hace una pataleta. Cuando el papá trata de acercarse y explicarle que si se come otra no va a almorzar, ella le dice “sale” y lo aleja pegándole manotazos. Todo el mundo mira esta escena. Al parecer el papá se siente observado y opta por comprarle otra medialuna para que se calme. La niña se limpia las lágrimas y vuelve a sentarse junto a él.
La etapa preescolar comienza alrededor de los dos años, tras la adquisición de la marcha y la consolidación de la capacidad para la representación simbólica. Se dice que termina entre los cinco y los seis años, cuando el niño entra a primero básico y da inicio a su etapa escolar. Se caracteriza por ser una etapa de importantes avances intelectuales y socio-afectivos que se manifiestan principalmente en el lenguaje, en la conducta y en la relación con otros. Es cosa de comparar un niño de dos años con un niño de seis. Las diferencias son abismantes.
Por esta razón en los países anglosajones dividen este tramo etario en dos etapas distintas. Llaman “toddlers” a los niños entre uno y tres años y “preschoolers” a los niños entre tres y cinco. Por alguna razón, esto no se hace en los países hispanoamericanos. Existe el término preescolar, infancia temprana y primera infancia, pero todos estos conceptos aluden a niños entre dos y seis años.
Para poder abordar bien lo que ocurre en estos años (y realmente ser una ayuda para ustedes) me voy a aventurar a hacer esta división. Llamaré al primer tramo “preescolares pequeños” y al segundo tramo “preescolares grandes”.
Los preescolares pequeños y el inicio de los terribles dos
Consuelo me consulta porque quiere ayuda con su hijo Franco, de dos años y seis meses. Dice que es exquisito pero que tiene una personalidad muy fuerte. Que desde que cumplió dos años los conflictos han ido en aumento y ya no sabe qué hacer. “Todo lo quiere hacer solo. Y si hago algo que él quería hacer lo deshace para hacerlo como él quería. Por ejemplo, si lo subo a la silla del auto se baja y se vuelve a subir. No me deja lavarle los dientes a pesar de que la dentista le dijo que yo se los tenía que lavar. Lo otro que ocurre es que quiere que yo lo atienda en todo. Solo yo le puedo llevar la leche o pasar el tete. Si otra persona lo hace, no lo recibe y se pone a llorar”.
Al igual que Consuelo, muchas mamás me han dicho “todo iba bien hasta que cumplió los dos años. Ahora por cualquier cosa se enoja, no hay cómo hacer que obedezca, todo es un drama. La otra vez hasta me pegó porque apagué la tele”. Si te sientes identificada puedes tranquilizarte. Todo esto es normal en esta etapa. Veamos por qué.