A.M.A.R.
Hacia un cuidado respetuoso de apego en la infancia
Felipe Lecannelier A.
1.ª edición: agosto, 2016
© Felipe Lecannelier A., 2016
© Ediciones B Chile, S. A., 2016
Andrés de Fuenzalida 47, piso 7, Providencia.
www.edicionesb.cl
Registro Propiedad Intelectual Inscripción N° 267456
ISBN DIGITAL: 978-956-304-227-6
Diseño: Francisca Toral
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Dedicado a mi familia: madre, esposa, hijos,
hermanas/os, sobrinos y sobrinos nietos.
Presentación
El libro que usted tiene en sus manos tiene un propósito fundamental: ayudar al lector a ver el mundo de los niños desde sus propias necesidades, intereses, momento del desarrollo, y experiencias. No es una tarea fácil, ya que los adultos estamos acostumbrados desde hace siglos a ver a los niños a partir de nuestros propios intereses y experiencias. Más aún, y como se irá viendo a través de todo el libro, la mayor parte de las teorías, consejos y prácticas de crianza están más relacionadas con el mundo de los adultos que con la experiencia de los niños “desde los niños”.
La tarea no es fácil: no solo es muy complejo ponerse en el lugar de un niño de 2 años o de un bebé de 9 meses, sino que implica un cambio de estado mental y emocional hacia ellos. Y todos saben que no hay nada más difícil en la vida que cambiar nuestras propias concepciones, ideas, teorías y creencias. Tal como dijo Albert Einstein: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Pero por lo mismo es que trataré de ir trazando un camino hacia ese cambio de estado mental, de modo paulatino y espero didáctico, pero por sobre todo siempre teniendo en mente la mente del niño. Partiré centrándome en lo que sabemos actualmente sobre el desarrollo infantil, de modo de que podamos ir adentrándonos de a poco en la comprensión del mundo de los niños pequeños. Les entregaré muchos datos interesantes que ahora conocemos sobre los infantes, información que nos habla de ellos desde ellos, y no necesariamente de lo que nosotros esperamos de su conducta, actitud y desarrollo. Posteriormente, iremos al pasado, a ese momento ancestral que permitió que nosotros evolucionáramos para ser lo que somos ahora. Ese pasado en el que fuimos cazadores-recolectores. Veremos cómo era la crianza en esa época, para tratar de entender cuáles son las necesidades primarias (y primeras) de los niños, y se las comparará con su vida y crianza actual, lo que permitirá dar un panorama del grado de felicidad, bienestar y seguridad que sienten en el mundo de hoy.
Después del viaje al pasado ancestral, se entregarán formas concretas y simples para poder “mentalizar” (algo así como empatizar) la experiencia infantil, especialmente en aquellas instancias en las cuales a los adultos más nos cuesta conectarnos con ellos: los momentos de estrés. Luego de aprender a mentalizar a los niños, me centraré en nosotros, los adultos, ya que se sabe que tan importante como empatizar con ellos es tener la capacidad de poder identificar qué les pasa a los adultos cuando se conectan (y desconectan) con los niños, especialmente en momentos de estrés.
Pero que no se crea que todo será estados mentales e información, ya que finalizaré entregando una serie de sugerencias y estrategias para lidiar con diversas situaciones de los niños. A esas alturas quizás el lector ya no va a necesitar “consejos de crianza”, porque a pesar de que los adultos se estresan con los temas de crianza, la conclusión actual es que no es tanto lo que se debe hacer, sino la actitud mental y afectiva de cómo se hace. El adulto puede esforzarse por realizar muchas cosas por el niño, pero si él siente una actitud de molestia, enojo o aburrimiento, entonces no tiene sentido hacer tantas cosas. Esa es una realidad que vemos cotidianamente: adultos estresados moviéndose de un lugar a otro, haciendo muchas cosas por sus hijos. Desde el mundo del niño, él preferiría que se realizara menos, pero con otra actitud mental y emocional. Ojalá que al final de este libro se pueda, al menos, comprender eso… y si es así, el libro habrá logrado su propósito y su destino.
Desde hace 15 años que dirijo un centro de investigación e intervención en temas de infancia, apego y crianza, en el cual proponemos diferentes formas de ayuda a los niños en diversos contextos. El Centro de Apego & Regulación Emocional (CARE) de la Universidad del Desarrollo tiene una historia de trabajo centrada principalmente en el fomento de la seguridad emocional y el bienestar en la infancia temprana, organizando sus ejes sobre la base de la investigación, la formación de postgrado, la propuesta de diversos programas de intervención y el cambio a nivel macro de las políticas públicas de infancia.
Uno de los principales ejes de trabajo es, tal como se mencionó, la propuesta de una serie de programas de prevención para el fomento del apego y el desarrollo socioemocional en diversos contextos vitales del niño y sus cuidadores. Hemos elaborado programas para niños en salas cuna, en jardines infantiles, en residencias (institucionalización), en condiciones de privación de libertad (junto a sus madres), en situación de adopción, y en familias de acogida. A pesar de que son programas de ayuda en diferentes situaciones, todos tienen un factor común: buscan que los adultos que cuidan e interactúan cotidianamente con los niños, los puedan A.M.A.R.
¿Qué es A.M.A.R.? Primero, es un estado mental/emocional de respeto y validación de la experiencia, necesidades, intereses y reacciones de los niños. Implica inevitablemente el “tener en mente la mente” del niño, en el sentido de buscar estar conectado con su experiencia (sean emociones negativas o positivas), con sus reacciones, con su momento del desarrollo, y con su necesidad de querer ser cuidado y protegido. En segundo lugar, es una metodología de trabajo para los adultos, de modo que puedan fomentar una seguridad y confianza emocional en los niños, las que a su vez, les permita a ellos desarrollarse y adaptarse de modo positivo e integrado. Esta seguridad emocional es la columna vertebral del desarrollo y bienestar de un niño, y se relaciona con el apego, concepto que se explicará más adelante. En tercer lugar, A.M.A.R. son cuatro capacidades que todo adulto (no solo los padres) pueden desarrollar o perfeccionar en pro del fomento del apego, el desarrollo y el bienestar del infante. Cuando estas capacidades se suelen aplicar, especialmente en momentos estresantes del cuidado, ocurren una serie de beneficios a corto y largo plazo, tanto para el niño, como para el adulto.
¿Qué significan estas siglas de A.M.A.R? Significan que, en primer lugar, es muy importante que los adultos aprendan a prestar ATENCIÓN a las reacciones y conductas de los niños. Es decir, que aprendan a mirarlos de un modo más agudo, que puedan reconocer si están tensos observando su lenguaje corporal, si están enojados prestando atención a su expresión facial, si están con miedo atendiendo a su mirada, o si miran y vocalizan al adulto cuando están estresados. Y así con muchas otras dimensiones.
Posteriormente, se plantea que es imprescindible desarrollar la capacidad de MENTALIZACIÓN de las necesidades, experiencias, reacciones y conductas de los niños. ¿Qué significa esta palabra tan psicológica? Mentalizar es una capacidad fundamental para vivir y convivir en sociedad. Sin ella no podríamos relacionarnos, comunicarnos, conectarnos y cooperar con los otros. Se trata de la habilidad del adulto para inferir, captar y pensar lo que el niño podría estar sintiendo, necesitando, comunicando y expresando. Es como una especie de “GPS mental” que le permite al adulto poder comprender qué es lo que le está pasando internamente al niño. Se entiende que es imposible saber a ciencia cierta esto (de ahí todas la descoordinaciones y conflictos que los seres humanos experimentamos cotidianamente) pero, como se dice, “la práctica hace al maestro”. Más de 20 años de estudios han demostrado que mientras mejor los adultos mentalicen a los niños, los beneficios serán incalculables (más adelante abordaremos esto).
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