Sapiens Editorial - La Vaca: Una Metafora Sobre Como Vencer El Conformismo Y La Mediocridad--Resumen Del Libro De Camilo Cruz

LA VACA

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Este es un libro especialmente recomendado para esas personas que siempre encuentran pretextos para justificar sus fracasos. Precisamente, su autor expone claramente que el mayor enemigo del éxito no es el fracaso mismo, sino el conformismo que ata a las personas y las vuelve resignadas.

El gran desafío que propone “La vaca” es olvidar las ataduras, las creencias aprendidas, despojarse de los autoengaños, para encontrar el camino al éxito y la felicidad. El punto de partida será el reconocimiento de tus propias vacas, de esos pensamientos que te paralizan y te impiden avanzar.

Una interesante y sencilla metáfora que invita a la reflexión y al cambio.

El relato central sobre el que se construye esta obra suele narrarse oralmente en el mundo. El autor confiesa que la primera vez que lo escu chó fue en un largo vuelo. Una mujer que iba sentada junto a él le habló de la vaca. Fue un relato breve pero sustancioso.

Él lo hizo suyo inmediatamente, pues la historia de la vaca lo impactó. Se transformó así en su propio relato, que se fue enriqueciendo con ideas originales y con nuevas enseñanzas.

En cierta ocasión, una persona que había escuchado la historia oral, pidió a Camilo Cruz que se la enviara por e-mail. Fue entonces cuando decidió ponerla por escrito.

En pocas palabras, la historia de la vaca enseña a deshacerse de los hábitos y creencias que mantienen a las personas atadas siempre a la misma situación, a la mediocridad, impidiéndoles avanzar.

La historia se ubica en esos tiempos y lugares en donde los grandes Maestros enseñaban a sus discípulos los secretos de la vida. En esta ocasión, el aprendiz debía entender por qué hay personas que viven presas de la mediocridad, que no logran avanzar y alcanzar el éxito. Se trata de personas que nunca triunfan porque viven estancas en situaciones grises. Conformistas y resignadas, no vislumbran ninguna posibilidad de triunfo.

El Maestro tenía la intención de que su alumno observara lo que las personas logran cuando finalmente se liberan de ese encasillamiento y de las ataduras para empezar a vivir de otra manera, utilizando todo su verdadero potencial.

Para que el aprendizaje fuera efectivo y significativo, para que se grabara en el espíritu del joven, el Maestro solía ll evarlo a diferentes lugares, de modo que experimentara de cerca las enseñanzas.

Esta vez, Maestro y alumno visitaron lugares muy pobres. Caminaron mucho. El aprendiz observaba atentamente cada rincón del espacio por el que andaban sin entender muy bien el porqué de ese recorrido.

Llegaron a una vivienda muy humilde, la más humilde de todas las del lugar. Allí el Maestro se detuvo, y el alumno con él. Era una casucha casi derrumbada, que se encontraba bastante lejos de las demás casas del lugar. Las paredes estaban a punto de caer. Tenía un improvisado techo que de ningún modo podía cumplir con su función.

Todo el lugar estaba cubierto de basura. Acumulados a su alrededor, los desperdicios aumentaban aún más el aspecto deprimente de la vivienda. El asombro del joven fue grande cuando el Maestro le mostró que en esa casucha que era casi una ruina de diez metros cuadrados vivía una familia. Ocho personas la integraban: el padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos.

Al verlos, la miseria se hizo más evidente aún. Eran tan delgados que sus esqueletos huesudos aparecían por detrás de los harapos. Estaban sucios y olían muy mal.

Pero lo asombroso era que esta familia tenía una única posesión: una vaca. Realmente parecía inexplicable que cuidaran de una vaca en medio de tanta hambre y de tantas necesidades. Esa vaca era lo único que tenían y la escasa leche que producía les proveía de un poco de alimento.

Maestro y di scípulo pasaron la noche en medio de esa basura y al otro día silenciosamente emprendieron la marcha. Cuando partían, el Maestro se dirigió hacia la vaca y la degolló con su daga. El aprendiz estaba asombrado. ¿Cómo podía ser que su maestro dejara a esa pobre familia sin lo único que tenía?

El maestro no hizo caso de sus preguntas ni de sus lamentos y ambos siguieron su marcha. El joven anduvo un trecho preocupado pensando en qué le sucedería a esa familia con su vaca. Pensaba que seguramente todos morirían de hambre, y esta idea lo atormentó durante un año.

Pasado ese tiempo, ambos hombres volvieron al lugar. El Maestro quería que su alumno aprendiera de esa experiencia, y para eso tenía que llevarlo otra vez al lugar en el que habían conocido a la familia en situación de miseria. ¿Qué habría sucedido con ellos? ¿Cómo se las habrían arreglado sin la vaca?

Llegaron al lugar, pero en lugar de la ruinosa casucha encontraron una casa grande y bien construida. El joven pensó que seguramente la familia original se habría marchado o muerto, y que otras personas habrían ocupado el sitio.

Pero cuando llamó a la puerta, su sorpresa fue impactante, pues, quien la abrió fue el mismo hombre que un año atrás había estado allí. Los invitó a su casa y les contó lo sucedido. Desconociendo que ellos mismos habían matado a su vaca, el hombre les dijo que un envidioso la había degollado. Entonces, sin el único recurso que tenían, la familia había tenido que buscar cómo sobrevivir.

Decidieron preparar un poco la tierra que rodeaba la casucha y sembrar en ella algunas semillas, para no morir de hambre. Así tuvieron alimento. Además, vendieron los sobrantes a los vecinos. Con el dinero obtenido compraron más semillas y pronto vendieron sus productos en el mercado. De esta forma tuvieron recursos para comprar ropa y para mejorar la casa.

En un momento en que el hombre se alejó de su lado para traerles agua para beber, el Maestro preguntó al aprendiz “¿Crees que si todavía tuvieran su vaca estarían en esta situación?” “No, no. Creo que seguirían pobres y ruinosos como antes”, respondió el muchacho.

En esa charla con su Maestro, el joven entendió que si bien la vaca era la única posesión que la familia tenía, también era como un ancla, como una cadena que los mantenía atados a su vida de miseria y de mediocridad. Si bien la familia se sentía orgullosa con su vaca y la consideraba un gran logro, en realidad era esa vaca lo que la mantenía en esa extrema miseria.

Cuando la vaca ya no estuvo, el piso se sacudió. Al no disponer de esa rutinaria seguridad, la familia tuvo que pensar en otros mecanismos para sobrevivir. Y gracias a eso lograron salir de la miseria.

Es muy frecuente que lo que sucedía a esta familia ocurra a muchas personas. Cuando se tiene poco, se lo venera, adora y cuida, y no se piensa en nada más. Y las personas no se dan cuenta que eso que tienen es como la vaca de la familia de la historia. No son felices, están frustradas con esa vida, pero no saben cómo cambiarla.

Esto ocurre cuando, por ejemplo, tienes un trabajo que no te gusta y que no te permite satisfacer tus necesidades básicas. Pero lo sientes como seguro, y por eso no tomas la decisión de dejarlo y buscar otro. Entonces te conformas con lo que tienes, con esa vida miserable y frustrada.

Muchas personas tienen vacas en su vida. Viven atados a la mediocridad y a las carencias sin descubrir el mundo de oportunidades que existen un poco más allá. Solo cuando hayan matado sus vaca s, lograrán aprovechar esas posibilidades.

La vaca de la historia representa esa excusa que siempre usas cuando te quedas estancado en la mediocridad. Puede ser un pensamiento paralizante, una falsa creencia que te han inculcado desde niño, una idea que te debilita cada vez que vislumbras una nueva posibilidad. La vaca se disfraza, muta, adopta diferentes disfraces para convencerte y mantenerte encadenado a tu situación.