Cala y Cruz: las dos caras de la comunicación
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Editorial dedicada a la difusión de libros y audiolibros de desarrollo personal, crecimiento personal, liderazgo y motivación.
Diseño de carátula y diagramación: Gabriela Tortoledo
Edición y corrección de estilo: Nancy Camargo Cáceres
ISBN 10: 1607384035
ISBN 13: 9781607384038
03-201601
Introducción
¿En qué piensas cuando escuchas la expresión “comunicación efectiva”?
Es muy probable que lo primero que venga a tu mente tenga que ver con la importancia de saber comunicar con seguridad y entusiasmo tus ideas, pensamientos, emociones o sentimientos. Aunque también es posible que le des mayor importancia a tu capacidad para escuchar con empatía ya que, si eres un buen comunicador; pero no sabes escuchar, corres el riesgo de comunicar de manera elocuente cosas que a lo mejor no le interesen a tu interlocutor.
En todo caso, sea cual sea tu definición, la cuestión es que la comunicación efectiva va mucho más allá de hablar con propiedad o escuchar con atención —las consabidas dos caras de la comunicación— ya que, incluso sin pronunciar una sola palabra, el ser humano siempre está comunicando algo a través de su postura física, apariencia personal, manera de vestir o sus gestos. De hecho, como veremos más adelante, el lenguaje corporal tiene un mayor impacto en quien escucha que el mismo discurso hablado, pues, si lo que comunicas a través del lenguaje de tu cuerpo o tus gestos contradice aquello que expresa tu mensaje verbal, terminarás por transmitir desconfianza y confusión.
Sin duda, comunicar de tal manera que podamos influir positivamente en los demás significa expresar nuestras ideas con convicción y confianza; aprender a prestar total atención y escuchar con empatía a nuestro interlocutor cuando es su turno de hablar; y entender que, cuando hablamos, todo nuestro cuerpo habla. Dominar estas tres habilidades requiere de práctica, pese a que a menudo hay quienes piensan que la comunicación es un acto que se da de manera natural y espontánea; que depende de la personalidad y rasgos hereditarios y que no hay mucho que podamos hacer para mejorarla. Pero lo cierto es que, como descubrirás a lo largo de esta lectura, sí hay mucho por aprender cuando se trata de convertirnos en mejores comunicadores. Y todo comienza entendiendo los diferentes aspectos de la comunicación.
Más de una docena de investigaciones realizadas por varias universidades e instituciones durante los pasados 50 años han encontrado que la persona en edad adulta ocupa un promedio de 16 horas diarias comunicándose. El 45% de ese tiempo, lo emplea escuchando; el 30%, hablando; el 16%, leyendo y el 9% restante, escribiendo. A esto debemos agregar el hecho de que nuestro lenguaje corporal —postura, apariencia, gestos, mirada— siempre está comunicando una emoción, actitud o estado mental.
Ahora bien, si el 75% de la comunicación diaria está centrado en escuchar y hablar, es allí donde deberíamos centrar gran parte de nuestra atención durante los años de formación escolar, ¿no es cierto? Sin embargo, por absurdo que parezca, dichas capacidades comunicativas pasan relativamente desatendidas mientras que el mayor interés parece estar en cerciorarnos de que los niños aprendan sobre todo a leer y escribir. Esto hace que la mayoría de las personas llegue a la edad adulta no muy bien equipada en lo que respecta a las dos habilidades que más influyen en su capacidad para desarrollar relaciones positivas: escuchar y hablar.
Es indudable que la interacción humana tiene éxito o fracasa como resultado directo de la habilidad para comunicarnos. La comunicación pobre limita la efectividad de cualquier tipo de actividad; produce caos, confusión, agotamiento y desmotivación.
La comunicación tiene una función trascendental en la vida de pareja, determina el tipo de relación con los hijos y, en general, influye en la capacidad para relacionarnos con nuestro entorno. Es innegable que aprender a comunicar con eficacia juega un papel de enorme importancia en la vida personal, familiar y profesional.
A nivel empresarial, la capacidad para comunicarnos de manera asertiva es fundamental en el funcionamiento dinámico de cualquier organización y juega un papel preponderante en todas y cada una de las actividades diarias de la compañía: el trabajo en equipo, las ventas, la atención y el servicio al cliente, la delegación de responsabilidades, el proceso de negociación o el desarrollo de reuniones y planes de trabajo. Sin lugar a dudas el éxito de cualquier empresa y organización depende de que la misión, los valores corporativos y las metas y objetivos de la misma hayan sido comunicados con total claridad a todos y cada uno de los miembros del equipo.
El hecho es no quedarse en el acto de informar. Es esencial comunicar. Y no se trata solo de ser comunicadores amenos, de hablar con precisión o ser buenos escuchas. La cuestión es saber desarrollar las habilidades necesarias para comunicar con poder, entusiasmo y efectividad cualquier mensaje y bajo cualquier circunstancia. Es importante hacer énfasis en esto porque, si bien es cierto que no se requiere de grandes habilidades para transmitir buenas noticias a un grupo altamente motivado, ¿qué hacer entonces cuando el objetivo no sea tan sencillo y nuestro interlocutor no se muestre muy receptivo? ¿O cuando el reto consista en corregir un problema interno en la empresa, en solucionar un conflicto entre dos miembros de un equipo de trabajo, en lograr que los hijos demuestren una actitud receptiva a los consejos o en saber argumentar frente a las objeciones de los clientes para que respondan de manera favorable a nuestra oferta?
Como descubrirás a lo largo de este libro, comunicar no es solo cuestión de hablar claro, también es saber escuchar con empatía, es aprender a identificar las emociones y estados de ánimo que complementan lo que estás diciendo; es saber que, cuando hablas, todo tu cuerpo habla. Evita caer en la trampa de creer que comunicar es solo informar. Si lo que buscas es informar, un correo electrónico, un volante o una nota serán suficientes. Pero, si de lo que se trata es de obtener una respuesta de tu interlocutor, es necesario que entiendas que, a diferencia de cualquier mensaje escrito, cada ser humano le agrega al acto comunicativo un componente emocional único que determina qué tan bien sea comprendido y aceptado el mensaje que envía.
De hecho, en lo que a las relaciones humanas se refiere, es imposible dejar de comunicarte ya que hasta el mismo silencio dice algo, transmite un sentimiento, una emoción o una actitud mental específica.