Sapiens Editorial - El Alquimista: Resumen Del Libro De Paulo Coelho

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Es una novela tejida en torno a una historia profundamente humana, que expone el poder transformador de los sueños, la importancia de escuchar al corazón y de entender los mensajes que no se transmiten con palabras.

A través de las aventuras de Santiago, un joven pastor andaluz que emprende un viaje por el desierto en busca de un tesoro, el lector recorre un mundo poblado de señales y de sueños en el que sufre con el personaje sus momentos de tristeza, y también se alegra por sus logros, se entusiasma con la búsqueda de la piedra fundamental, y al fin descubre que el amor es la verdadera fuerza transformadora. Es decir, descubre el alma del mundo.

¿Por qué abordar este libro de ficción? Porque este libro ameno y sencillo, permite una visión existencial que mueve la reflexión, y en la que se respira el mensaje de que cuando uno desea algo con intensidad, el Universo entero conspira para que ese deseo se vuelva realidad. Los aprendizajes de Santiago en la historia, se volverán aprendizajes de vida del lector.

El Alquimista es un libro simbólico, y así debe ser leído. La Alquimia fue una disciplina que interesó a Coelho, quien se sintió atraído por la mística idea de convertir metales en oro, o de encontrar la Piedra Filosofal y con ella el Elixir de la Vida Eterna. Leyó toda la bibliografía existente acerca de la alquimia, se vinculó con alquimistas, inició algunas prácticas, pero los resultados fueron nulos, por lo que abandonó durante un tiempo toda práctica mística.

En 1981 conoció a RAM (Rigor, Amor, Misericordia), una orden católica oculta, y en ella se puso en contacto con el lenguaje y la simbología cristiana, que luego vuelca en el libro que nos ocupa.

Un día, en un momento de diálogo con un Maestro RAM, Paulo le preguntó por qué el lenguaje de la Alquimia era tan complicado y vago. Y la respuesta que recibió se grabó a fuego en su espíritu: porque el lenguaje de la Alquimia es un lenguaje dirigido al corazón y no a la razón. Entendió luego que muchas personas que jamás habían oído hablar de la Alquimia consiguieron, en sus vidas, descubrir la Piedra Filosofal.

Esa fue la base del El Alquimista, que encierra lo que el autor aprendió de la simbología y que pretende, además, ser un homenaje a aquellos que consiguieron alcanzar el Lenguaje Universal: Hemingway, Blake, Borges y Malba Tahan, entre otros.

Santiago es un pastor que se ha integrado tanto a su rebaño que todos, hombre y ovejas, pasan la vida en una simbiosis tranquila y sin demasiadas emociones. Viajes en busca de buenas pasturas para los animales, los libros en cuya lectura Santiago se enfrasca frecuentemente, conversaciones con sus ovejas con la convicción de que ellas entienden todo lo que él les dice y momentos de reflexión profunda ocupan la vida del pastor.

Santiago pensaba mucho en ese rasgo de las ovejas que ha dado lugar a la comparación con la actitud de muchas personas que van por la vida movidas por otras: ellas nunca necesitan tomar una decisión pues confiaban en él. Por tanto, mientras el muchacho las llevara a los mejores pastos y no les faltara el agua, permanecerían junto a él. En parte, esto le daba cierta tranquilidad.

¿Por qué era pastor? Había pasado muchos años de su corta vida en el Seminario, destinado a ser cura, pero había renunciado a este destino pues su deseo era viajar. “Entre nosotros, los pobres, sólo los pastores viajan”, le había dicho su padre. “Pues entonces, seré pastor”, había respondido Santiago. Recibió de su padre tres monedas de oro con las que compró su rebaño y emprendió su accidentado viaje.

Y así inició una vida de nómade, en la que ya llevaba dos años. Tenía consigo su chaqueta, un libro que iba cambiando por otro una vez leído, y un rebaño de ovejas. Era feliz. Además, había pensado que cuando se aburriera de la vida de pastor podía vender sus ovejas y hacerse marinero. Estaba seguro de que en esa vida encontraría oportunidades de ser feliz.

Aquel día había buscado refugio en una iglesia abandonada para pasar la noche. Hizo que las ovejas entraran y obstaculizó la puerta para que no pudieran salir. Le llamó la atención un sicomoro que crecía en la sacristía, curioso detalle en aquel lugar. Por techo tenía el cielo estrellado, mirando al cual se durmió. Despertó pensando en la joven a la que había conocido en una de esas recorridas por Andalucía, el año anterior. Fue una rara aparición. Santiago estaba sentado y leía su libro, mientras esperaba a un comerciante para vender lana y la joven hija del comerciante, se le había acercado. Atraída por el pastor lector, la muchacha permaneció junto a él durante casi dos horas, inmersos los dos en una amena charla. La llegada del comerciante y la venta de la lana interrumpió el diálogo, pero Santiago se prometió que al año siguiente volvería para verla. Y ese momento estaba llegando.

Esos pensamientos ocupaban su mente cuando abrió los ojos. Sabía que era probable que la joven hubiera conocido a otros pasajeros o pueblerinos, e intentó convencerse de que no le importaba. Pero en el fondo sabía que sí le importaba.

El día se presentaba prometedor. El sol abrumaba poco, pero seguía brindando su luz al mundo. Santiago pensó en por qué buscar a Dios en el seminario, si él estaba en todos los caminos.

Luego, la muchacha ocupó otra vez sus pensamientos. En cuanto llegara a Tarifa, un pueblo cercano a su destino, se afeitaría y cortaría el pelo, mejoraría su apariencia para su encuentro con la chica.

“Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante” se dijo. Y pensando en los sueños, recordó que en el pueblo vivía una mujer que los interpretaba, y decidió visitarla. Había tenía un sueño repetido esa noche y quería saber qué simbolizaba.

Cuando la encontró, no sin cierto temor se sentó enfrente de la extraña gitana y le contó su sueño. Las dos veces en el sueño había ocurrido lo mismo: cuando estaba en un prado con sus ovejas, apareció un niño que empezó a jugar con los animales. De repente, el niño lo había tomado de la mano y lo había llevado hasta las Pirámides de Egipto.

La vieja gitana actuó extrañamente. Luego de hacerle jurar que le daría la mitad del tesoro si lo encontraba, empezó a interpretarlo. Le dijo que era un sueño del Lenguaje del Mundo. Le explicó que tenía que ir hasta las Pirámides de Egipto, donde encontraría un tesoro que lo haría rico. Y lo expulsó del lugar.

Santiago se alejó decepcionado y arrepentido de haber confiado en que la gitana le aportaría algún dato útil, o al menos interesante sobre su sueño.

Había instalado sus ovejas en el establo de un amigo, a la entrada del pueblo, así que, tranquilo, buscó un lugar sombreado donde sentarse, tomó un poco de vino que recién había comprado y comenzó a leer su nuevo libro que había canjeado al cura. Tenía la agradable sensación de saber que dentro de tres días encontraría a la muchacha en la que pensaba hacía un año.

Un viejo se acercó a él e interrumpió su soledad. Sus actitudes mostraban que quería charlar, y aunque Santiago prefería el silencio y la paz, consideró que sería irrespetuoso cambiarse de lugar, así que lo atendió. El viejo observó su libro, y el pastor se dio cuenta de que sabía leer, y que, indudablemente había leído muchos libros antes. Y se asombró al escucharlo decir: “Es un libro que habla de lo que hablan casi todos los libros. De la incapacidad que las personas tienen para escoger su propio destino. Y termina haciendo que todo el mundo crea la mayor mentira del mundo”. ¿Cuál era la mayor mentira del mundo a la que el viejo se refería? Pronto lo aclaró: en un momento de la existencia, los hombres pierden el control de sus vidas y terminan siendo gobernados por el destino.