Acerca del autor
Conocido por ser el autor de Padre Rico, Padre Pobre –el libro #1 de finanzas personales y bestseller del New York Times por más de seis años–, ROBERT T. KIYOSAKI se ha convertido en un defensor de la educación financiera a nivel mundial. En 1997, Padre Rico, Padre Pobre rompió barreras al declarar “Tu casa no es un activo” y “Los ahorradores son perdedores”. Diez años más tarde, con más de 20 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, cuando el mercado de bienes raíces quebró y los bancos empezaron a imprimir trillones de dólares, sus predicciones se volvieron realidad. Kiyosaki ha transformado radicalmente la forma en la que millones de personas perciben el concepto de dinero. Con perspectivas que contradicen el conocimiento convencional, se ha ganado una gran reputación por su irreverencia y claridad para expresar sus ideas sobre las finanzas personales.
Capítulo 1
¿Cuál es el precio
de ser tacaño?
El precio de algo no siempre se mide con dinero.
PADRE RICO
Existen muchos libros que difunden la idea de la frugalidad y la austeridad. Muchos de los llamados expertos en dinero escriben, hablan o aparecen en radio y televisión para comentar las virtudes de cancelar sus tarjetas de crédito, ahorrar dinero, invertir lo más posible en su plan de retiro, comprar autos usados, vivir en una casa más modesta, recortar cupones, comprar en remates, comer en casa, pasar la ropa usada de los hijos grandes a los pequeños, tomarse vacaciones más económicas y otros consejos similares.
Aunque éstas son ideas excelentes para la mayoría de la gente y la frugalidad también tiene un sitio en la vida, a casi nadie le gusta escucharlas. La verdad es que a casi todas las personas les encanta gozar de las mejores cosas que el dinero puede comprar. Para la mayoría de la gente, tener una casa grande, un auto nuevo, juguetes sofisticados y vacaciones de lujo resulta mucho más atractivo que guardar su dinero en el banco. Casi todos tendemos a concordar con los sabios que profesan la austeridad y la abstinencia económica. No obstante, en el fondo, muchos de nosotros preferiríamos tener una tarjeta de crédito platinum sin límite de crédito, pagada, claro está, por un tío rico que tiene más dinero que todos los jeques petroleros árabes, los bancos privados suizos y Bill Gates juntos.
Aunque casi a todos nos gustan las cosas tan maravillosas que se pueden comprar con dinero, nos damos cuenta de que es el deseo incontenible de tener objetos divertidos, buenos y lujosos lo que más nos causa problemas económicos. Y son justo los problemas económicos engendrados por tales deseos lo que hace que los gurús del dinero digan: “Cancele sus tarjetas de crédito, viva con austeridad y compre un auto usado.”
Por otro lado, mi padre rico nunca me dijo: “Cancela tus tarjetas de crédito”, ni “vive con austeridad.” No había razón alguna para que me aconsejara hacer algo en lo que él mismo no creía. Cuando surgió el tema de la frugalidad, lo que dijo fue: “Puedes hacerte rico si eres tacaño. El problema es que aun cuando ya seas rico, seguirás siendo tacaño.” Después añadió: “No encuentro sentido a vivir en la avaricia para morir en la riqueza. ¿Por qué razón querrías vivir como un tacaño y morir rico sólo para que tus hijos gastaran los ahorros de toda tu vida después del funeral?” Mi padre rico notaba que las personas que escatiman y ahorran durante toda su vida, con frecuencia tienen hijos que actúan como hienas hambrientas cuando sus padres mueren. En lugar de disfrutar de la herencia de sus padres, suelen pelear por el dinero y gastarlo todo tan pronto como llega a sus manos eso que llaman su parte justa.
En vez de decirme que viviera con tacañería, mi padre rico solía decir: “Si deseas algo, averigua su precio y págalo.” También decía: “Pero recuerda siempre que todo tiene un costo, y el costo de hacerte rico al ser tacaño es que seguirás siendo tacaño.”
Puedes hacerte rico de diferentes maneras
Mi padre rico también me explicó: “Puedes volverte rico al casarte con alguien por su dinero. Pero todos sabemos el precio que esto conlleva. En Nueva York, yo tenía un compañero de clase que a menudo decía: ‘Casarse con una chica rica es tan fácil como casarse con una chica pobre’. Cuando se graduó, se casó con una muchacha proveniente de una familia muy rica, tal como lo había prometido. Para mí, él era un hipócrita, pero ésa era su manera de hacerse rico.”
También puede hacerse rico al convertirse en ladrón, y todos sabemos el precio de tal elección. Cuando era niño, pensaba que los ladrones usaban antifaz y robaban bancos. Hoy me doy cuenta de que hay muchos ladrones de traje y corbata que suelen ser miembros respetados de su comunidad.
Existen otras maneras de enriquecerse, como apostar en un casino o a las carreras, jugar a la lotería o invertir a ciegas en la bolsa de valores. Y de nuevo, ya conocemos el precio de esto. Durante la fiebre de las páginas de internet, conocí a muchas personas que me habrían firmado un cheque con sólo decirles: “Voy a iniciar un negocio de internet.”
También puede enriquecerse si se convierte en extorsionador, y todos sabemos lo que les pasa a las personas de esa calaña. Tarde o temprano aparece alguien más abusivo y poderoso, o el extorsionador se da cuenta de que las únicas personas dispuestas a hacer negocios con él (o ella) son aquellas a las que les gusta que las maltraten.
Y como dije antes, usted puede volverse rico al ser tacaño, y todos sabemos que el mundo tiende a despreciar a las personas que son ricas y tacañas. Tan sólo recordemos a Scrooge, aquel personaje de Un cuento de Navidad, relato clásico de Charles Dickens. La mayoría de nosotros conocemos gente que siempre quiere regatear más, quejarse por las cuentas o, lo que es peor, rehusarse a pagarlas por las razones más insignificantes. Un amigo que tiene una tienda de ropa suele quejarse de los clientes que compran un vestido, lo usan en una fiesta y luego lo regresan a los pocos días, pidiendo la devolución de su dinero. Y, por supuesto, también hay personas que conducen autos usados, se ponen ropa demasiado vieja, compran zapatos baratos y tienen apariencia de pobres aún cuando guardan millones de dólares en el banco. Aunque estos individuos pueden enriquecerse por su avaricia, tal conducta los lleva a pagar un precio que está mucho más allá del dinero. A veces yo mismo he tenido problemas por ser demasiado tacaño, pero noto que la gente tiende a ser más amable conmigo cuando soy generoso. Por ejemplo, cuando doy una buena propina por un buen servicio, esto se me retribuye de otras maneras. En otras palabras, la gente generosa tiende a caer mejor que la gente mezquina.
¿Todos podemos ser ricos?
Mi padre rico y yo hablamos mucho acerca del precio de ser rico. Él me decía: “El precio es diferente para distintas personas.”
También decía: “La única gente que piensa que la vida debería ser fácil es la gente floja.”
Como yo no estaba convencido, le hice más preguntas. ¿A qué se refería con que el precio es diferente para distintas personas? Su respuesta fue: “Quiero pensar que todos venimos a este mundo con dones y talentos únicos. Podemos ser buenos para cantar, pintar, hacer deporte, escribir, ser padres, predicar, enseñar, etcétera. Pero aunque Dios nos haya dado esos talentos, de nosotros depende desarrollarlos. Y el precio que solemos pagar por dichos dones es el esfuerzo por desarrollarlos. El mundo está lleno de gente lista, hábil y talentosa que no conoce el éxito financiero, profesional o en sus relaciones personales. Aunque cada uno de nosotros tiene ciertos dones, todos tenemos retos personales que superar. Nadie es perfecto. Cada uno de nosotros tiene sus virtudes y defectos. Yo digo que el precio es diferente para distintas personas porque todos tenemos dificultades diferentes. La única gente que piensa que la vida debería ser fácil es la gente floja.”