Prem Rawat - Cuando el desierto florece: El libro que hace brotar tu sonrisa interior

¿Sabes quién eres?

Esta pregunta puede parecer extraña,

pero en realidad, tu historia comienza

cuando empiezas a sentir

lo que está ocurriendo dentro de ti.

01 /

Si esta vida es tu historia, ¿no te gustaría asegurarte de que sea una historia interesante?

Algunas personas quieren que su historia sea una aventura, quieren escalar el Himalaya o hacer cosas que nadie haya hecho jamás. Pero la mayor de todas las aventuras es mirar hacia dentro y llegar a conocer tu verdadero ser, eso que nunca cambia, aun cuando tu cuerpo vaya envejeciendo.

Estarás contigo durante toda esta historia, pero ¿llegarás a convertirte en tu propio amigo? ¿Estás dispuesto a escuchar lo que de verdad quieres? Eso que siempre has querido, ese deseo que nunca desaparece. Cuando puedas sentirlo, estarás listo para empezar a escribir tu historia.

02 /

Conoces a quienes te rodean, pero

¿te conoces a ti mismo?

03 /

Paciente: Doctor, tengo mucho dolor.

Doctor: ¿Dónde le duele?

Paciente: En todas partes. Cuando me toco la cabeza, me duele; si me toco la mandíbula, me duele; al tocarme la oreja, la pierna... me toque donde me toque, me duele.

Doctor: Ya veo. Creo que lo que tiene roto es el dedo.

04 /

¿Te has ocupado de tu relación contigo mismo? ¿O has estado más pendiente de lo que los demás puedan pensar de ti?

Nos preocupamos por cómo nos ven nuestros vecinos y colegas. Hemos aprendido a medirnos con la escala de valores del mundo, a medir nuestra posición social, nuestro nivel de éxito.

Lo que importa es cómo nos sentimos. ¿Nos sentimos bien? ¿Estamos a gusto o no?

No pierdas ni un instante en medirte a ti mismo. Comienza a prestar atención a lo que ocurre dentro de ti. Estarás contigo durante toda esta historia, así que ocúpate de conocer a ese compañero, de conocer esa fortaleza.

05 /

El coco

En cualquier islita tropical deshabitada encontrarás un cocotero alto y fuerte. ¿Cómo llegó allí? Haciendo un viaje increíble atravesando un entorno realmente hostil. Ese pequeño coco no tiene mapa, ni GPS ni vela ni motor. Sin embargo, tiene dentro de él todo lo que necesita en su travesía. Para sobrevivir en el océano y poder brotar cuando llegue a la nueva costa, necesita agua. Durante la travesía estará rodeado de ella, pero como no puede usar el agua salada, lleva dentro de él agua dulce. Su corteza le permite flotar, lo protege durante el viaje y sobresale del agua solo lo suficiente para que el viento lo impulse, como si fuera una vela.

El coco parte valientemente con rumbo desconocido. Al caer del cocotero, va rebotando con el ir y venir de las olas. Una y otra vez trata de salir a mar abierto y, cuando lo logra, deja que el viento y las corrientes marinas lo empujen, y emprende la travesía.

En medio del océano lleno de olas gigantescas, el pequeño coco no muestra ningún temor. Nosotros construimos navíos, enormes barcos de carga, pero cuando viene la tormenta, todos se dirigen al puerto más cercano y esperan a que pase. El humilde coco no hace eso. Se deja arrastrar, sube y baja con cada ola y aprovecha la tormenta para seguir avanzando.

Y un día, la marea alta lo deposita en la costa. Allí echa sus raíces calladamente y, al cabo de un tiempo, habrá un nuevo coco listo para levar anclas desde allí. El coco saca el mejor partido posible de lo que tiene, no duda en aprovechar todas las oportunidades que se le presentan y finalmente encuentra su espacio, su lugar para vivir.

Nosotros también tenemos todo lo que necesitamos para poder encontrar nuestro lugar, para usar nuestra valentía y hallar un rincón en nuestro interior donde podamos sentirnos bien con nosotros mismos.