No Hay Pedo: la ley universal
Antes de que llegaras a este planeta, la existencia fluía tranquila. Todo era armonía, todo era paz… Aunque había huracanes e inundaciones, éstos también eran pacíficos en su tremenda potencia. Todo era relajado y no había ningún problema: el Sol giraba alrededor de la Tierra, la Luna alrededor de la Tierra, los ríos escurrían hacia el mar, los árboles ofrecían amigablemente sus ramas a los pájaros, los pájaros construían sus nidos, las flores florecían, los frutos maduraban… Todo fluía tranquilo y relajado.
¡Después llegaste tú! y creaste todo este desmadre, empezando a empujar la vida de un lado, a jalarla por el otro, a quejarte, a pelearte, alejarte, arrepentirte, regresar, desear, ganar, ahorrar, guardar, proyectar, organizar, hacer, deshacer, comparar, vender, transar, juzgar, romper, juntar, arreglar, separar, controlar, cambiar, preferir, condenar, aceptar, destruir, desterrar…
Un día te irás de este planeta… y la existencia continuará tranquila, relajada, pacífica: los ríos escurriendo, los pájaros cantando, las flores floreciendo y los frutos madurando.
Ahora, ¿cómo es posible que ninguno de nosotros sea capaz de quedarse un poquito tranquilo y relajado, fluyendo en paz con la existencia?
—¡¿Cómo chingados es posible que un pinche pajarito o un pinche chabacano sean más inteligentes y sabios que tú?! —continúa nuestro Pancho López, esperando que abra el barbero.
La existencia funciona de acuerdo con la Ley Universal. Basta mirar la naturaleza en su eterna rutina para darse cuenta de que No Hay Pedo.
Pero ¿por qué precisamente los humanos viven fuera de la Ley Universal? ¿Cuál es el pedo?
El pedo es que el ser humano, por su característica de ser consciente, es capaz de crear la ilusión de estar separado del todo. ¡Es obvio que nadie puede estar separado del todo! Tu vida está indisolublemente interconectada con todos los elementos que componen la existencia: el Sol, la tierra, el agua, las plantas, los animales… Todo es funcional para la vida de este planeta, y en consecuencia para la tuya. Pensar en estar aislado, pensar en que tú estás de un lado y los demás del otro es una ilusión.
El ego es una ilusión. Una peligrosísima ilusión que te lleva a vivir atrincherado detrás de sus barricadas, creando la incómoda sensación de estar constantemente rodeado de enemigos potenciales. A raíz de esto vivimos siempre a la defensiva: nunca puedes relajarte, ni con tu pareja ni con tus hijos.
¿Tienes miedo de terminar en el infierno? ¡¡¡Tú ya vives en el infierno!!! O mejor dicho: tú creaste este infierno. Lo creaste con el poder de tu imaginación. Es un infierno ilusorio, como era ilusoria la pesadilla del delfín con las plumas, como era ilusorio el sueño a ojos abiertos del rancho en Chiapas, como es ilusoria la realidad que creas con tu mente a través de las interpretaciones que haces de la realidad.
De ahí la importancia de estos mantras mexicanos. México tendría que sentirse orgulloso por la contribución que está dando al desarrollo de la conciencia en el mundo. El Tíbet se queda corto comparado con México.
De hecho, yo estoy enseñando los mantras mexicanos a los tibetanos.
El otro día estaba caminando por la Condesa y encontré a tres monjes tibetanos amigos míos, que moviendo en sus manos estas cositas de cobre que usan para rezar, balanceando ligeramente sus cabecitas, rezaban: ¡No Es Mi Pedo! ¡No Es Mi Pedo! ¡No Es Mi Pedo!
Los detuve, curioso, para preguntarles a dónde iban:
—Aeroméxico —contestaron a coro.
—¿Aeroméxico? ¿Para qué?
—Vamos al Tíbet —continuaron a coro.
—¿Por qué, se cansaron de estar aquí?
—No, aquí nos encontrarnos muy bien, pero sentimos el deber moral de ir a ayudar a nuestros hermanos tibetanos.
—Ah, entiendo: la situación económica…
—No, no, no…
—¿La situación política?
—No, no, no… Vamos a enseñar los mantras mexicanos.
—¿Los mantras mexicanos? Pero ¿cómo? Con todos estos bellísimos mantras que tienen ustedes…
—¡Me Vale Madres! —rezaron a coro.
—Pero ¡¿cómo?! Om Mani Padme Hum…
—¡A La Chingada!
—Om Tare Tuttare Ture Soha…
—¡A La Chingada!
—Om Gate Gate Paragate Parasamgate…
—¡A La Chingada!
—¿De verdad quieren enseñar los mantras mexicanos en el Tíbet?
—¡A Huevoooooo!
—¿Y si el dalái lama se enoja?
—¡Me Vale Madres! ¡A La Chingada! ¡No Es Mi Pedo! Y sobre todo: ¡No Es Tu Pedo!
—¿Seguros que no hay problema?
—No Hay Pedo… No Hay Pedo… No Hay Pedo… No Hay Pedo —empezaron a cantar y bailar.
Se veían tan felices que no pude más que sentirme feliz yo también.
—Me da gusto, amigos… me da mucho gusto que lleven a su país estas perlas de sabiduría mexicana…
—A nosotros también. Estamos muy felices de esta novedad. ¡Estábamos hasta la madre de esos viejos mantras que nadie sabe qué significan!
—¿Cómo que “nadie sabe qué significan”?
—¡Nadie, nadie! ¡Tampoco el dalái lama!
—¡No es cierto!
—¡Es cierto! ¡Tampoco él! Ya le escribimos y está contento como enano. Se le queman las habas para aprender los mantras mexicanos.
—¿Lo dicen en serio?
—¡A Huevo! Ya lo imaginamos todo feliz, mandando ¡A La Chingada! a todos.
—¡Pero no! ¡No! —dije, preocupado—. ¡Los mantras mexicanos sirven para liberarse de las ataduras del mundo interior, no de las del mundo exterior!
—¡¡¡MEVALEMADRES!!! —gritaron a coro—. ¡Ya basta! ¡Desde hace siglos todos se aprovechan de nosotros por culpa de esta maldita compasión que no sirve de nada! ¡Se acabó! ¡Ahora, con estos mantras, nos vamos a chingar a todos! A los rusos, a los chinos, a los hindúes… Y a ti también, si no te quitas de allí y nos dejas pasar.
—Okay, okay… pero quítenme una última duda —dije, notando que el más chiquito de los tres arrastraba una maletota con evidente fatiga—. ¿Qué llevan allí dentro?
—Souvenirs.
—¿Artesanías?
—¡No, no, no! ¡Cerveza Corona y pan Bimbo!
Y, sin despedirse, se fueron todos felices, agitando sus cositas de cobre y rezando: ¡A La Chingada! ¡A La Chingada! ¡A La Chingada!
Lo que los chinos no pudieron hacer con las armas y las persecuciones, lo están haciendo los mexicanos, sin tampoco saberlo. México está colonizando el Tíbet con la cerveza Corona, el pan Bimbo y los mantras mexicanos.
Cuando vives en la ilusión de estar separado de los demás, has sembrado la semilla de la discordia. Cuando piensas que tu interés está separado del interés de los demás, estás condenado a manipular, mentir, engañar, agredir… y a sufrir la manipulación, las mentiras, los engaños y las agresiones de los demás. Es obvio que tienes un chingo de problemas, pero todos son el resultado de la gran ilusión que es el ego.
Una vez escuché a Osho decir que miles y miles de personas lo habían visitado a lo largo de su vida para hablarle de sus problemas, y él nunca, en toda su vida, había visto a nadie que tuviera un problema. De modo que también Osho realizó la Ley Universal. Y un histórico día (que todavía no se encuentra mencionado en la Wikipedia), Osho llamó por teléfono a Pancho López y le dijo:
—Tenías razón, compadre: No Hay Pedo.
Los problemas son el resultado de una mente en tensión. Y la mente es tensa por definición. Es tensa porque siempre está ocupada en la realización de todo lo que nuestro ego necesita para ser fuerte, grande y seguro. No importa si el precio que debemos pagar es nuestra propia vida. El sueño de nuestra mente crea una historia que no existe, y el ego es el protagonista imaginario de esta historia que sólo existe en tu mente. Nuestra forma de vivir no es tan distinta de la del loco que, a pesar de ser güerito, cree ser el presidente Obama, y cada dos semanas va a la Casa Blanca a exigir la quincena.
Si tu vida es el resultado de lo que tu mente te dice, la consecuencia natural es vivir en una fantasía llena de problemas. Pero es obvio que son problemas tan ilusorios como los que encuentras cuando en la noche te atascas de frijoles y te vas a dormir. Está claro que tendrás muchos pedos… y no culpes a los inocentes frijolitos. La culpa es de tu inconsciencia; la culpa es del estado de sonambulismo en que vivimos.