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Yordi Rosado - ¡Renuncio! Tengo un hijo adolescente, ¡y no sé qué hacer!: Guía para que tú y tus hijos disfruten de su adolescencia

Aquí puedes leer online Yordi Rosado - ¡Renuncio! Tengo un hijo adolescente, ¡y no sé qué hacer!: Guía para que tú y tus hijos disfruten de su adolescencia texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2013, Editor: Penguin Random House Grupo Editorial México, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Yordi Rosado ¡Renuncio! Tengo un hijo adolescente, ¡y no sé qué hacer!: Guía para que tú y tus hijos disfruten de su adolescencia
  • Libro:
    ¡Renuncio! Tengo un hijo adolescente, ¡y no sé qué hacer!: Guía para que tú y tus hijos disfruten de su adolescencia
  • Autor:
  • Editor:
    Penguin Random House Grupo Editorial México
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  • Año:
    2013
  • Índice:
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¡Renuncio! Tengo un hijo adolescente, ¡y no sé qué hacer!: Guía para que tú y tus hijos disfruten de su adolescencia: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "¡Renuncio! Tengo un hijo adolescente, ¡y no sé qué hacer!: Guía para que tú y tus hijos disfruten de su adolescencia" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

En esta guía destinada a padres, Yordi Rosado proporciona reflexiones y análisis detallados sobre las distintas etapas de la adolescencia.

Llega un nuevo éxito de ventas el Yordi Rosado, y exitoso autor de Quiúbole con...

Guía para padres es el libro que todos los papás han esperado; deja de preocuparte por la relación con tu hijo y ocúpate de ella.

El extraordinario éxito de la serie de Quiúbole no sólo radicó en el lenguaje fresco y la imagen juvenil de los libros que, además, reunían un contenido nunca antes publicado directamente para los chavos y las chavas. Además, los libros inspiraron la confianza de los padres y los maestros ya que brindaban a los jóvenes información valiosa, con credibilidad y de manera directa. Con esto en mente, Yordi Rosado ha decidido escribir un libro para los padres que tienen problemas para comunicarse con sus hijos, que quieren hablarles de sexo, drogas, redes sociales, decisiones profesionales... pero no están seguros cómo hacerlo.

Con el tono que lo ha caracterizado y con una base teórica completísima, Yordi por fin presenta un libro necesario: el que dice la verdad a los padres sin dejar de lado ningún tema vital en la vida de los adolescentes. Desde las relaciones familiares, las comparaciones entre hermanos, la escuela, la fiesta, el alcohol, las relaciones de pareja y las redes sociales e Internet, esta es la guía más completa y más cercana a los padres que quieren ser amigos de sus hijos sin perder autoridad frente a ellos.

En este libro no sólo encontrarás consejos prácticos y puestos a prueba en varias ocasiones. En cada capítulo descubrirás las explicaciones fisiológicas y psicológicas de porqué tu adolescente se comporta como lo hace; cuál es la mejor forma de iniciar una conversación incómoda; diálogos modelo en los que puedes basarte para hablar con tus hijos; experiencias clave de padres de familia y cómo lograron resolver la situación con sus hijos adolescentes.

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Índice

Yordi me quiero suicidar Así me dijo Alejandro un chavo que se me acercó - photo 2

“Yordi, me quiero suicidar…”. Así me dijo Alejandro, un chavo que se me acercó después de un programa de televisión que estábamos grabando. Me quedé congelado. Yo, que no puedo dejar de hablar, no supe qué decirle. Después de como cuatro segundos de silencio (que se me hicieron como cuatro horas), me preguntó “¿qué hago?”. No sabía. Empecé a decirle miles de cosas, a hacerme bolas yo solito, a repetir lo mismo veinte veces y a aconsejarle que no lo hiciera, pero me di cuenta de que no entendía lo que él estaba sintiendo y que, por lo mismo, él tampoco entendía lo que yo trataba de explicarle. Le pedí su teléfono y me lo apuntó en un papelito. Me fui preocupadísimo porque no podía dejar de pensar en lo que podría hacerse.

Llegué a mi casa y empecé a buscar en varios libros el tema del suicidio. No había mucho, así que le marqué a un psicólogo que conozco muy bien, me explicó algo, pero me pidió que le marcara a otro doctor que era experto en ese tema. Le llamé y hablamos como cuarenta minutos. Me platicó de la situación que llevaba a un chavo a llegar a un momento así y de cómo se veía a sí mismo, me recomendó dos libros sobre el tema, y me dio unos teléfonos de una línea de ayuda a la que marqué. Ahí me explicaron qué decirle y cómo animarlo para que él marcara. Sentí que ya tenía la información mínima para decirle qué hacer, así que le marqué por teléfono.

Estaba ocupado. Marqué por mucho tiempo y seguía igual. Esa noche casi no pude dormir pensando en él. Al otro día en la mañana fui a la librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo a comprar los libros, los empecé a hojear mientras seguía marcando y marcando por teléfono, pero llamaba y no contestaban. Continué leyendo lo más que podía, y me empecé a poner muy ansioso con el teléfono, me preocupaba que lo hubiera hecho.

Después de marcar como veinte veces más, cuando estaba a punto de volver a colgar contestaron…. Era una voz de señora. No conocía a ningún Alejandro. El número estaba equivocado. Quizá se puso nervioso y escribió mal su número de teléfono.

Yo sentí horrible, no podía dejar de pensar si estaba bien o no. Me enojé conmigo por no haber hecho todo más rápido, por no haber verificado el teléfono, por no haber sabido qué decirle. Pensé en cómo localizarlo, pero no había forma. Hasta la fecha pienso en él y me pregunto si estará bien.

Como un año después de eso, no sé si fue coincidencia, destino, casualidad (o como dicen en los exámenes de opción múltiple “ninguna de las tres anteriores”), me invitaron a dar una plática para adolescentes. Después de lo que había vivido con Alejandro no lo dudé ni un segundo: investigué y preparé unos temas. Tengo que aceptar que me costó trabajo subirme a dar la plática, pero les costó mucho más trabajo bajarme.

Usé la imagen que tenía en la televisión, las bromas, mi programa de radio, en fin, ahora si que aproveché todo lo aprovechable para poder conectarme con los chavos, y una vez que estábamos en la misma sintonía, les daba información importantísima sobre todos esos temas que los pueden meter en problemas muy serios. Me encantó hacerlo. Hoy llevo catorce años dando conferencias para adolescentes y he escrito tres libros sobre estos temas.

Es común que cuando acabo una plática, tengo una fila de chavos que quieren platicar conmigo en privado para contarme sus problemas (a veces, la mayor privacidad a la que llegamos es alejarnos cuarenta centímetros de los demás). Ellos me dicen “esto es algo que jamás le platicaría a mis papás”. Los problemas van desde situaciones sencillas hasta algunas muy, muy serias. Yo busco ayudarlos, darles información, escucharlos, referirlos con un especialista si el caso lo amerita y, principalmente, intentar que mejoren la relación con sus papás.

De unos años para acá, muchos adultos empezaron a ir a las conferencias y algunas veces también se acercaban a preguntar sobre sus hijos (era muy chistoso, las mamás no querían que sus hijos oyeran nada y ellos estaban rondándonos como moscos en la noche cuando apagas la luz, para ver si se enteraban de algo). El asunto es que en cada conferencia había dos o tres mamás que querían platicar, y cada vez se fueron sumando más. Un día no lo podía creer, había más papás que chavos, que querían platicar. Pero si eso me había sorprendido, no sabía lo que venía.

Los papás no sólo estaban muy preocupados y sin pistas de qué hacer. De hecho, estaban más asustados que sus propios hijos. Un día, una mamá se soltó a llorar y me dijo: “No puedo más, estoy cansada, ya no sé qué hacer. Ya lo he castigado con todo, Yordi, y no encuentro la manera. No sólo no me respeta, sino que se burla de mí en mi cara, y yo sólo busco que esté bien.”

Me quedé impresionado de verla llorar y me cayó el veinte de que la mamá estaba llorando aún más que una niña que había pasado unos minutos antes, que me platicó que su novio le pegaba. Jamás se me va a olvidar, porque en la cara de la mamá vi miedo. Un adulto con miedo es algo fuertísimo, porque no estamos acostumbrados a verlo. Un adulto con miedo es alguien completamente vulnerable.

Empecé a ver a más papás y muchos estaban preocupados, desesperados, enojados, y siempre con las preguntas:

• ¿Qué hago?

• ¿Cómo resuelvo esto?

• ¿Es para siempre?

Ahí me di cuenta de que urgía un libro que hablara de todos estos temas. Que los papás necesitábamos una herramienta que nos ayudara a saber qué estaba pasando en cada caso y cómo enfrentarlo. Un libro que tuviera una respuesta para cada uno de los “¿qué hago?”

Desde ese día que vi a la señora llorar, pensé en este libro, y decidí buscar y hablar con los expertos más preparados sobre varios temas para que me explicaran cada una de las situaciones más difíciles por las que pasan los papás. Pensé que sería buenísimo tener un manual prácticamente de “primeros auxilios para padres de adolescentes” y que, por más trabajo que tuviera y por más tiempo que tuviera que dedicarle lo iba a hacer.

Cinco años después aquí está. Este libro es el resultado de los consejos de todos esos expertos, de las entrevistas con más de 250 padres de adolescentes que me hicieron el favor de regalarme su tiempo (y sus problemas), de una amplia bibliografía y de lo que he podido aprender de los adolescentes en estos catorce años que he tenido la oportunidad de trabajar con ellos.

Después de todo esto siento que no sólo tengo dos hijos, sino que he sido papá de más de cuatrocientos adolescentes en los últimos años de mi vida (afortunadamente no he tenido que mantenerlos). Lo que más quiero de este libro es aprender de cada uno de los que me han ayudado, además de RECORDARTE que la adolescencia de nuestros hijos puede ser una etapa INCREÍBLE (si entendemos lo que ellos están viviendo), y, especialmente, ayudarte a encontrar una respuesta a cada una de esas preguntas de las que no tenemos ni la más mínima idea de cómo contestar.

En fin, muchas gracias por tu confianza y recuerda que atrás de cada comentario de este libro hay mucha gente que trabaja todos los días con adolescentes. Y por favor, no te preocupes, aunque haya momentos en que no veas lo duro sino lo tupido con la adolescencia de tus hijos… esto va a pasar. Te pido, te sugiero, bueno, te imploro que te tatúes en la cabeza que esto es sólo una etapa y que si sientes perdidos a tus hijos sepas que SÍ los vas a recuperar. Y te digo algo de todo corazón: estoy seguro de que ese día no sólo vas a estar contento de haber pasado con éxito esta etapa, a la distancia vas a extrañar la adolescencia de tus hijos.

Mucha suerte y ánimo, ¡¡¡todo va a salir bien!!!

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