GARY SMALLEY
LA LLAVE AL
CORAZÓN
DE TU HIJO
GARY SMALLEY
LA LLAVE AL
CORAZÓN
DE TU HIJO
LA LLAVE AL CORAZON DE TU HIJO
© 1991 EDITORIAL CARIBE
P.O. Box 141000
Nashville, TN 37214-1000
Publicado originalmente en inglés con el título de
THE KEY TO YOUR CHILD'S HEART
Copyright © 1984 por Gary Smalley
Publicado por Word, Incorporated
Irving, Texas 75039, E.U.A.
Versión castellana: Cecilia Romanenghi de De Francesco
Editor en Jefe: Raquel Boqué de Monsalve
ISBN 0-88113-052-4
ISBN 978-0-88113-052-2
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total o parcial, ya sea mimeografiada o por otros medios, sin la previa autorización escrita de la Editorial Betania.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas.
Printed in U.S.A.
E-mail: caribe@editorialcaribe.com
22a Impresión, 4/2009
www.caribebetania.com
En memoria de nuestros padres
Uel Jefferson y Eleanor Deck,
Frank y Emily Smalley.
Y dedicado a nuestros hijos
Kari, Greg y Michael,
con quienes tenemos un compromiso de por vida.
índice
A pesar de ser verano, soportábamos el duodécimo día consecutivo de lluvia, mientras viajábamos por el país. Todo en nuestra pequeña casa rodante estaba húmedo, y los cinco estábamos cansados unos de los otros.
Habíamos viajado hasta el Canadá para ver la belleza del Parque Nacional Banff. Yo les había descrito las hermosas montañas y los ríos que veríamos, pero durante tres días seguidos, la niebla y la lluvia habían velado la belleza del paisaje. Ahora, en la cuarta mañana, nos encontrábamos sentados en un restaurante tratando de decidir qué hacer. Yo insistí que volviéramos a nuestra casa en Phoenix, Arizona donde el clima es seco y cálido. Desde allí yo viajaría solo a Seattle, estado de Washington, que era donde tenía mi próximo compromiso. Mi esposa Norma rogaba que nos quedáramos un día más en el Canadá para ver si salía el sol. Kari, nuestra hija de quince años, deseaba que continuáramos hacia Seattle. Nuestros dos hijos varones "demandaban" que nos quedáramos a pescar en el estado de Washington.
A medida que el tono de voz de cada uno crecía en defensa de su propio plan, Greg, nuestro hijo mediano, exclamó: "¡Alto! ¡Tengo la solución!" Fue tan enfático que hasta nuestros vecinos de la mesa contigua se dispusieron a escuchar. "Pienso que deberíamos volver a la casa rodante, tomar la escopeta y matarnos unos a otros." Todos soltamos una carcajada y eso nos relajó lo suficiente como para permanecer otro día en el cual finalmente el sol reveló la majestuosidad de las montañas canadienses.
¿Por qué será que nosotros cinco, y otras familias similares a la nuestra, pueden atravesar por momentos de mucha tensión como el que experimentamos en el Canadá y, sin embargo, disfrutar de la unidad y la felicidad juntos? Sin embargo, muchas otras familias están tan divididas que aun una crisis menor puede separar para siempre a sus miembros enviándolos en diferentes direcciones.
Existen muchos libros sobresalientes con respecto a la crianza de los hijos, pero sin embargo, luego de leer algunos de ellos, muchas veces me he preguntado: "¿Para qué intentarlo? ¡Es demasiado difícil!" Al dar conferencias y aconsejar en todo el país, he descubierto que muchos padres experimentan una frustración similar.
En este libro descubrirás que somos una familia normal con conflictos muy típicos. Pero hemos tratado de encontrar soluciones prácticas a esos conflictos que se pueden aplicar a todas las familias. Narraremos lo que nos ha dado resultado en nuestro hogar y lo que no ha dado resultado, y compartiremos contigo los principales factores que nos han conducido a una relación íntima.
También resumiremos lo que dicen algunos expertos hoy en día. Por ejemplo, existen cuatro clases básicas de padres, pero sólo una de esas cuatro clases produce los mejores resultados en cuanto a la crianza de los hijos. Examinaremos por qué los hijos de esta clase de padres tienen mayor autoestima, son menos rebeldes y generalmente tienen más éxito en la vida.
Podrás leer cómo trajimos orden y armonía a nuestra familia a través del sencillo método de los "contratos".
Discutiremos diversas maneras prácticas sobre cómo ayudar a los hijos para que no tengan relaciones sexuales antes del matrimonio.
Si te preguntas cómo lograr que tus hijos limpien sus habitaciones, coman comidas sanas y eviten ciertas actividades pernicio sas, te podemos ofrecer por lo menos veintidós maneras para motivar a tus hijos. También compartiremos el secreto para aumentar el deseo de tus hijos de escucharte atentamente.
Este libro te dará varios principios básicos que yo creo que son la clave para criar hijos. En particular, el siguiente capítulo trata de un principio, que, si se aplica diligentemente, puede virtualmente garantizar una relación más íntima entre padres e hijos. En mi opinión, es LA LLAVE AL CORAZON DE TU HIJO.
La violación de este principio, sin lugar a dudas, ha destruido más familias que cualquier otro factor. Es la principal razón por la cual más de un millón de hijos se han ido de sus hogares y por la cual millones han rechazado los patrones morales de sus padres.1 Menor cantidad de adolescentes recurrirían al alcohol y a las drogas si los padres comprendieran y practicaran este principio.
Por lo tanto, el concepto que presentamos en el siguiente capítulo provee el fundamento para una paternidad exitosa. Sugiero que lo leas varias veces. Si dominas este principio, puedo asegurarte que harás significativos progresos para llegar a experimentar la alegría y la recompensa de una familia unida.
1 Estas cifras corresponden a EE.UU.A. (Nota del Editor.)
Cómo vencer al mayor
destructor de las familias
Un espíritu cerrado
Las manifestaciones de un espíritu cerrado
Cómo reabrir el espíritu de un hijo
Cinco pasos para reabrir el espíritu de un hijo
Razones por las cuales alguien puede rehusarsea perdonar
Observar el tono de voz y las expresiones facialespara reconocer un espíritu cerrado
Cómo un niño o un adulto puede reabrir supropio espíritu
¿Cuán abierto está el espíritu de tu hijo?
84 maneras en las que puedes ofender a tu hijo
Una noche, mientras me encontraba en mi habitación hablando por teléfono en una llamada de larga distancia, mi hijo Greg, que en ese entonces tenía cinco años, lanzó un estremecedor alarido desde el cuarto de baño. Vino corriendo a la puerta, gritando tan fuertemente que no me dejaba escuchar la voz de la persona al otro lado de la línea. Sentí como me subía la presión sanguínea mientras le haca señas para que se callara. Muy gráficamente, le indiqué que lo castigaría si no dejaba de gritar inmediatamente. Pero Greg continuó gritando, así que finalicé rápidamente mi conversación telefónica explicándole a la persona que la llamaría más tarde.
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