KABBALAH: EL PODER DE CAMBIARLO TODO
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Primera Edición en Español
Octubre de 2009
Impreso en Canadá
ISBN13: 978-1-57189-644-5
Diseño: HL Design (Hyun Min Lee) www.hldesignco.com | |
KABBALAH
EL
PODER
DE
CAMBIARLO
TODO
YEHUDÁ BERG
ÍNDICE
Cuando era pequeño, mis padres enseñaban Kabbalah en el sótano de nuestra casa. En aquel entonces, yo no entendía mucho lo que hacían. Todo lo que sabía es que siempre había muchas personas en nuestra casa —desde drogadictos a vagabundos—, a quienes mis padres enseñaban y ayudaban.
Cuando cumplí doce años, empecé a hacer preguntas, así que mi padre, el Rav, me presentó su sabiduría, la sabiduría que el maestro de su maestro había hecho accesible al traducirla a un idioma moderno, que su propio maestro hizo accesible para la clase obrera, y que el Rav y Karen (mi madre) entregaron libremente a todo aquel que quisiera aprender. Mi padre fue quien me entregó esta sabiduría.
Sin embargo, en ningún momento me dijo qué debía hacer con ella ni tampoco que esta sabiduría era mi camino. Siempre me dio el libre albedrío para ser un médico, un arquitecto o quien fuera que quisiera ser. Pero cuando cumplí 17 años, de alguna forma supe que este también era mi camino. Necesitaba formar parte de entregar esta sabiduría a los demás.
Mi padre me dio mi primer proyecto para trabajar en el Centro de Kabbalah, y desde entonces ha habido muchos más. Con cada proyecto y a cada paso en el camino creía que necesitaba al Rav o a su sabiduría para apoyarme en ella. No importaba cuántos años habían pasado, a cuántos estudiantes estaba enseñando, ni cuántos éxitos de venta había escrito; todavía era aquel chico de 17 años que se escondía detrás del Rav, que necesitaba su guía y su aprobación.
Creía que no merecía ser un maestro en este linaje histórico de gigantes. Necesitaba al Rav. Necesitaba al maestro del Rav, y al maestro de su maestro.
El 2 de septiembre del 2004, mi padre sufrió un infarto cerebral, y básicamente dejamos de estudiar juntos. Como ya no podía recurrir al Rav, intentaba posponer los asuntos y trasladarlos a los kabbalistas: “según los kabbalistas” esto, “según los kabbalistas” lo otro. Todo el tiempo evitaba asumir la responsabilidad de ser un maestro por mí mismo. Hasta ahora.
Curiosamente, en la primera página de mi primer libro cité una frase del Kabbalista Solomon Gabirol que habla sobre adquirir sabiduría. Él dijo: “En la búsqueda de la sabiduría, la primera fase es el silencio, la segunda fase es escuchar, la tercera fase es el recuerdo, la cuarta fase es la práctica y la quinta fase es la enseñanza”.
Si realmente estás buscando sabiduría, debes enseñar.
Esta idea fue el primer paso de mi propio viaje. Kabbalah: El poder de cambiarlo todo es el siguiente paso. Al escribir este libro he aprendido que para enseñar de verdad debes aceptar la responsabilidad del paquete completo, pase lo que pase. Para cambiar el mundo, cada uno de nosotros debe ser un maestro y mantenerse en pie sobre una tarima de orador en Trafalgar Square, sin importarle quién le escucha ni qué pensará de él o ella. Debe simplemente arriesgarse.
Este libro es mi tarima de orador, sobre la que estoy parado sin miedo y con la esperanza de que elegirás aprender y, algún día, enseñar.
Con inquietud y amor,
Yehudá Berg
Nos demos cuenta o no, ahora mismo estamos en guerra. Estamos en una lucha hasta el final para detener la destrucción implacable de cada aspecto de la vida. Es una guerra de la conciencia. La Biblia nos dice que llegará un tiempo, al final de los días, en los que “Comeréis las carnes de vuestros hijos, y comeréis las carnes de vuestras hijas”. (Levítico, 26:29)
Este mundo fue creado para ser dichoso, bello, feliz, sano, limpio, eterno, sostenible; en resumidas cuentas, perfecto. Y perfectos somos. Entonces, ¿qué sucedió? Aunque la intención pudo haber sido que fuera perfecto, el mundo no fue creado así. Fue creado para que a través de nuestros propios esfuerzos pudiéramos alcanzar la perfección para nosotros mismos y para el planeta. Así que, ¿qué pasa con esta dolorosa historia de la humanidad?
Es la historia de la Conciencia.
Nuestra conciencia.
La conciencia es la esencia de todo. Es lo que nos hace hacer lo que hacemos y pensar de la forma en que pensamos. Es un controlador incorporado en nosotros que esencialmente nos hace quienes somos.
En el 2009, el científico Dr. Robert Lanza escribió un libro llamado Biocentrismo: De cómo la vida y la conciencia son las claves para comprender la verdadera naturaleza del Universo. El Dr. Lanza afirma en su libro: “No hay un universo físico separado fuera de la vida y la conciencia. Nada de lo real no es percibido. Nunca hubo un tiempo en el que un universo externo, tonto y físico existió, o del cual la vida emergiera arbitrariamente más adelante. El espacio y el tiempo existen sólo como construcciones de la mente”.
Los físicos cuánticos dicen básicamente que la conciencia humana juega un papel vital en la realidad. En otras palabras, la mesa de tu cocina no existe a menos que tu conciencia la observe. Según los últimos experimentos físicos, no hay un universo independiente ahí fuera. El cosmos entero es una ilusión, creada por la mente. Nada existe realmente fuera de nuestra mente. El universo que piensas que ves sólo existe dentro del ámbito de la conciencia humana. Es una construcción de la mente.
Según el Dr. Lanza, la conciencia crea el universo que percibimos, ¡no al revés! Concretamente, el universo no dio origen a su existencia y luego creó galaxias, la Tierra, la vida y luego la conciencia. En su lugar, la conciencia creó al propio universo, incluidas todas sus leyes. Dicho de otra forma, no existe tal cosa como el poder de la mente sobre la materia. La mente
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