PRÓLOGO
E l día 22 de marzo de 2010 se estrenaba el capítulo 18 de la tercera temporada de la serie The Big Bang Theory . Sheldon Cooper, reputado científico, ve reconocida su contribución a la física teórica con la concesión del Premio a la Ciencia del rector del Instituto de Tecnología de California. Cuando se lo comunican, sin embargo, considera seriamente rechazar el premio, pues padece de pánico escénico y no se cree capaz de realizar el discurso de aceptación.
Cuando más de 13 millones de personas vieron en directo aquel capítulo, un sentimiento de empatía surgió en muchos de ellos. Estudiantes, abogados, arquitectos, profesores, escritores, ingenieros, emprendedores, directivos... Todos esperaban de Sheldon la receta para solucionar el que también era un problema propio. El miedo a hablar en público. Su solución —emborracharse con champagne — no les sería de gran ayuda.
Y es que, sorprendentemente, en un mundo donde se publican 250 millones de tuits diarios, se crean cinco perfiles de usuario de Facebook por segundo y se generan 4,5 billones de likes diariamente, uno de los mayores problemas de la sociedad sigue siendo comunicarse ante un auditorio.
El propósito de este libro es, precisamente, proveer de las herramientas necesarias para ser persuasivos y eficaces comunicadores a todos aquellos que comprendan y padezcan el mismo problema que nuestro ficticio personaje.
Existen decenas de tesis doctorales que analizan las causas del miedo escénico y los nervios. Centenares de libros sobre cómo hablar mejor y generar confianza. Millares de vídeos en internet que aportan toda clase de trucos para el orador. Convence y vencerás no pretende ser nada de lo anterior. No pretende ser un manual, ni una tesis doctoral, ni una recopilación de trucos. Pretende ser una valiosa y completa herramienta que ayude al lector a afrontar con mayor eficacia sus discursos, charlas, presentaciones y debates.
Es por ello, estimado lector, que sólo debes esperar de las próximas páginas lo siguiente: que al terminar de leer, habrás podido incorporar a tu día a día alguna de las técnicas que los mejores oradores utilizan y que tendrás una visión global sobre cómo convertirte en un buen comunicador.
Mis compañeros y yo llevamos años dedicándonos —de una forma u otra— al debate universitario y a la docencia. Hemos tenido la ocasión de trabajar con centenares de personas que han conseguido superar sus temores y transmitir al mundo sus mensajes. Hemos aprendido de sus lances y hemos comprobado cómo, siendo todos diferentes, eran capaces de aprender a elevar su voz y comunicar de manera persuasiva.
Y ése es, en esencia, el propósito de este libro. Transmitir nuestra experiencia para que cuando el lector vuelva a emprender la aventura de hablar en público, lo haga con un sabor menos amargo y una conciencia de sus posibilidades mucho mayor.
Comunicar eficazmente —hoy día— es algo más que una necesidad. Es una poderosa herramienta que permite expresar lo que sentimos, acercarnos a nuestros propósitos y, en muchas ocasiones, reducir la distancia que nos separa de nuestros sueños. Emprender esta aventura es, pues, más necesario que nunca.
Valientes lectores, bienvenidos a la aventura.
A NTONIO F ABREGAT ,
marzo de 2017
INTRODUCCIÓN
EL BUEN COMUNICADOR NO NACE, SE HACE
I magina por un momento, estimado lector, que eres Rafael Nadal el día que empezó a jugar al tenis. Probablemente, tu tío, Toni, te acabe de regalar una raqueta, un equipo, unas zapatillas y un juego de pelotas. Imagina saltar por primera vez a esa pista que, muchos años después, traerá tantos éxitos y alegrías a tu país. Posiblemente, antes de enseñarte a empuñar la raqueta, tu tío dedique unos momentos a explicarte algunas reglas básicas: el saque, al cuadro diagonal; la pelota entre las rayas dibujadas en el suelo; los pasillos no valen; sólo puede botar una vez antes de que la golpees; no toques la red.
Unos días más tarde, probablemente comiences a perfeccionarte. El revés puede ser a una mano (cuántos calvarios le traerá ese revés a una mano...) o a dos. Liftar y cortar son dos efectos que se le pueden dar a la pelota y que sólo tú aprenderás a utilizar con tanta maestría. Volear en la red. Rematar. Passing . Y por supuesto, el saque.
A los pocos meses tendrás que aprender algunas cosas que te harán valerte por ti mismo. Poner el grip. Cambiar las cuerdas . Quizá incluso empieces a coger algunas manías que, siendo irrelevantes, harán que la gente las reconozca como tuyas. Y después de muchos meses de trabajo, estarás listo para empezar a competir. Tu formación, sin embargo, aún no ha acabado. Es más, no ha hecho más que empezar. Aún te queda por desarrollar un estilo propio. Te queda por construir una mente fuerte que te permita sobreponerte a situaciones complicadas. Te queda convertirte en el número 1.
Seguro, estimado lector, que has sido capaz de comprender cómo el mejor tenista no nace. Se hace. Con dedicación, esfuerzo y la suficiente formación, pero se hace. El buen comunicador, por suerte para ti y para mí, también se hace. Poco a poco, con práctica y ganas, pero se hace.
LA COMUNICACIÓN ES UN TODO
Para que lo anterior sea posible, sin embargo, es necesario comprender que hablar en público no es, ni puede ser, aprender algunos trucos que nos hagan buenos oradores. Si así fuera, si hubiera una fórmula mágica, probablemente el miedo a hablar en público no sería uno de los mayores problemas en el mundo profesional. Ni la hay, ni podemos dártela. De hecho, uno de los principales errores que se cometen a la hora de convertirse en un comunicador más persuasivo es, precisamente, buscar la inmediatez.
Durante los últimos años, en innumerables ocasiones, he tenido que escuchar la pregunta: «¿Podrías darme consejos para ser mejor orador?», y he buscado con tesón la forma de sintetizar una respuesta de manera adecuada. No encuentro sino una: «Comprende, querido amigo, que ser un buen comunicador es un todo». No es un buen comienzo, ni un buen final. Ni un buen contacto visual. Es la suma de un conjunto de factores que, agregados, convierten a aquel que consigue incorporarlos a sus mensajes en una persona más persuasiva.
La Real Academia Española define «comunicar» como «hacer a una persona partícipe de lo que se tiene». Y más tarde, en su cuarta acepción, «transmitir señales mediante un código común al emisor y al receptor». Comunicar, pues, no es más que el proceso por el cual un emisor transmite un mensaje a un receptor —su audiencia— con el ánimo de hacerle conocedor de algo o generar en éste alguna reacción.
Así, un comunicador eficaz no será otro que aquel que consiga, en un alto porcentaje de ocasiones, que su receptor reciba de manera correcta el mensaje y que se genere en él la reacción deseada. Ya sea un abogado que pretende convencer a un juez de la inocencia de su cliente, un ingeniero que presenta su proyecto para ganar un concurso o un emprendedor que exhibe su startup para conseguir financiación, la clave de aprender a hablar en público eficazmente se halla en conseguir elevar ese porcentaje de éxitos.