Índice
Para María Vila y Rafael Ortiz,
mis fuentes de inspiración .
Introducción
¿Estamos preparados para hablar en público? ¿Tenemos la formación necesaria para realizar una presentación efectiva? Cada uno tiene su propia respuesta, pero es evidente que en términos generales casi ningún profesional del mundo de la empresa o de la vida académica ha recibido formación específica para enfrentarse a una audiencia en vivo y en directo.
En mi experiencia personal, como directivo y profesor, he vivido muchas situaciones en las que esta carencia se hace dolorosamente evidente. Cuántos profesionales brillantes y grandes conocedores de su actividad fracasan cuando se enfrentan a una presentación en público. Creativos publicitarios, profesores universitarios, directores comerciales, responsables de recursos humanos, políticos, etc. restan eficacia cada día a su desempeño y erosionan su imagen pública sólo porque no saben preparar adecuadamente una presentación o porque no son capaces de enfocar el proceso de la comunicación de forma efectiva.
Lógicamente todo tiene una explicación. Si echamos un vistazo a lo que ocurre en otros países en los que la oratoria y la comunicación en público forman parte de los programas de formación ya en la etapa de la educación secundaria, veremos que los resultados son completamente distintos. El mundo anglosajón cultiva especialmente esta materia. Por eso, no es extraño que una buena parte de los grandes comunicadores de nuestro tiempo sea precisamente norteamericana o británica. Lo mismo ocurre cuando intentamos encontrar bibliografía especializada o novedades editoriales en este campo.
Es evidente que esta falta de formación, junto al escaso conocimiento de idiomas en general, y del inglés en particular, provoca un lastre del que el profesional de nuestro país no siempre puede librarse fácilmente.
No podemos cambiar esta situación sólo con un libro, pero nos puede ayudar mucho si el lector aporta una buena combinación de experiencia profesional y un deseo de mejorar en esta habilidad. Este libro pretende ser una guía para mejorar todos los aspectos relacionados con la comunicación en público. El lector podrá decidir si quiere abordar todos ellos o sólo alguno. En cualquier caso, tendrá la oportunidad de mejorar claramente la eficacia de sus presentaciones sin grandes esfuerzos.
Hacemos presentaciones para vender ideas
Frecuentemente nos enfrentamos a la preparación de una presentación de una forma bastante mecánica. Solemos empezar conectando el ordenador y abriendo el PowerPoint. A partir de ahí, empezamos a recopilar contenidos (casi siempre otras presentaciones) y nos ponemos a trabajar en modo «corta y pega».
Se nos olvida, por tanto, cuál es el verdadero propósito de nuestra presentación. Puede ser que nuestro jefe nos haya pedido que mostremos el plan de lanzamiento de un nuevo producto, puede ser que tengamos que explicar la reorganización de nuestro departamento o puede que tengamos que justificar la razón por la que queremos contratar a un nuevo vendedor. Si buscamos un denominador común a todas estas situaciones, nos encontraremos con que en todos los casos tenemos que vender una idea o, como dirían los expertos en personal branding , vendernos a nosotros mismos . Además, a fin de cuentas, nos toca vivir en un entorno competitivo en el que tenemos necesariamente que diferenciarnos. Si estamos haciendo una presentación en el Comité de Dirección de nuestra compañía, en realidad estamos compitiendo con el resto de personas (y, por tanto, de proyectos) que presentan ese día. Si estamos intentando influir a nuestro equipo para que actúe en determinada dirección, estamos compitiendo con la rutina diaria y con la fuerza que intenta evitar el cambio a toda costa. Si nos estamos ofreciendo como candidatos a un proceso de selección, estamos compitiendo con todos los demás. Es importante entender, por tanto, que cuando estamos haciendo una presentación estamos, en realidad, haciendo una venta.
Si partimos de esta premisa y aplicamos la lógica del proceso de venta a nuestra presentación, tendremos muchas más posibilidades de que el resultado sea efectivo y consigamos vender nuestra idea a la persona o personas que nos están escuchando. Es importante aclarar que vender en este contexto equivale a decir muchas otras cosas: persuadir, motivar, influir, convencer, informar, etc.
Creo que a estas alturas ha quedado claro que éste no es un manual para hacer presentaciones PowerPoint. Se trata de un libro que nos ayudará a crear ideas y mensajes poderosos, y a presentarlos de una forma atractiva para conseguir nuestros objetivos. Por supuesto, nos apoyaremos en el famoso, y a veces odiado, PowerPoint y en muchas otras fuentes que están disponibles para todos en Internet.
En definitiva, el lector hallará en este libro recomendaciones para convertir su presentación en un momento para brillar, para ser mucho más efectivo a la hora de comunicar. Encontrará la manera de convertir su forma de presentar en público en un aspecto diferencial y, por tanto, en una verdadera ventaja competitiva.
Lunes
El mensaje
«La simplicidad es la sofisticación definitiva.» L EONARDO DA V INCI, 1452-1519 «El secreto para ser aburrido es contarlo todo.» F RANÇOIS M ARIE A ROUET ( V OLTAIRE) , filósofo y escritor francés, 1694-1778
La primera pregunta que nos debemos hacer cuando nos enfrentamos a una presentación es la siguiente: ¿qué quiero comunicar?, ¿cuál es la idea básica que quiero que cale en la mente de mi audiencia? O dicho de otra forma: si la audiencia sólo recordara una sola cosa de mi presentación, ¿cuál tendría que ser?, ¿cuál quiero que sea?
La respuesta debería ser algo así como el titular de un artículo: una frase o idea fuerza que resume la esencia de la noticia. Parece fácil, pero no siempre lo es. Muchos periodistas y comunicadores sólo consiguen hacer grandes titulares después de muchos años de práctica. La ventaja
es que si tenemos clara esta idea básica, será relativamente sencillo desarrollar toda la argumentación posterior de nuestra presentación.
La prueba del ascensor
Una buena forma de afrontar este reto es a través de la llamada «prueba del ascensor». Consiste en recrear una situación imaginaria en la que el lector se encuentra con una persona habitualmente inaccesible y clave para su proyecto profesional tomando el ascensor en la planta 30 de un edificio de oficinas. Dicha persona le da la oportunidad de que le cuente su propuesta acompañándole hasta el aparcamiento. Esto le llevará como máximo medio minuto. Nuestro protagonista no tendrá más remedio que despojar su discurso de florituras y argumentos innecesarios y quedarse exclusivamente con la esencia de su mensaje. No hay tiempo para más. Si es capaz de sintetizar su proyecto en una idea fuerza, tendrá grandes posibilidades de que esa inesperada minirreunión en el ascensor haya servido para algo.
Cómo hacer el argumento El discurso del ascensor proviene del concepto anglosajón elevator pitch . Es el nombre que se da a aquel discurso necesario para explicar en forma breve (lo que tarda un viaje en ascensor) todo sobre un negocio, empresa o proyecto a quienes interesa que estén al tanto del tema (alta dirección, inversores, clientes, etc.). Existen multitud de eventos dedicados al networking y a poner en contacto potenciales inversores con emprendedores que utilizan sistemáticamente esta herramienta. Así el inversor tiene la posibilidad de escuchar a varios emprendedores y viceversa. Aunque no existe una «ley universal del discurso del ascensor», es importante que éste incluya aspectos como: • Quién es usted, qué hace y qué sabe. • Cuáles son los aspectos diferenciales de su propuesta (cuál es su valor añadido). • Pocas ideas, pero muy poderosas. • Generar curiosidad y apelar a las emociones. • Generar alternativas de reunión posterior.
Pues bien, a la hora de preparar una presentación es fundamental conocer esa idea fuerza porque tendremos que recurrir a ella en diferentes momentos. En el capítulo dedicado al miércoles veremos que la repetición es una técnica muy valiosa para comunicar de una forma efectiva.
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