Hablar en público
- ¿Problemática? ¿Cómo gestionar el miedo y superar el estrés para hablar en público con éxito?
- ¿Utilidad? En el mundo profesional, es inevitable tener que hablar en público. No importa la forma que tome la intervención; gestionar el estrés para desarrollar y reforzar las cualidades de orador en cualquier circunstancia solo puede ser una ventaja.
- ¿Contexto profesional? Búsqueda de trabajo (entrevistas, entrevistas de grupo), presentaciones internas (de un proyecto, de un servicio, de objetivos, de resultados, de informes de reunión), intervenciones profesionales (conferencias, seminarios, formaciones, salones, presentaciones en la universidad/escuela).
- ¿Preguntas frecuentes?
Cada intervención que se lleva a cabo frente a un público más o menos numeroso es diferente, en la medida en la que el auditorio no es nunca idéntico. También varía el tema planteado y, a no ser que seas un experto en el tema en cuestión, puede ser igualmente una fuente de angustia. Pero a esto se le añaden otros parámetros externos, como el tiempo de preparación, el lugar de la presentación o los acontecimientos personales que pueden perturbar al mejor de los oradores.
Entonces, ¿estamos condenados a percibir para siempre este ejercicio como algo difícil? Si el mejor de los oradores no logra dominar el conjunto de los parámetros que convierten en exitosa una intervención en público, ¿qué pasa entonces con el resto de los mortales? ¿Quedamos reducidos a afrontar eternamente con temor esa toma de palabra? O peor todavía, una vez que pasa el miedo de la intervención, ¿estamos inevitablemente atrapados en un círculo vicioso del que no podemos salir, puesto que es imposible tener por completo el control de la situación?
¡Es una triste manera de verlo! Porque si bien es imposible dominarlo todo para ahorrarnos ese estrés, sí que es fácil reducir esa tensión de manera sustancial gracias a métodos y a ejercicios al alcance de todos, si estamos dispuestos a acompañar ese cambio en todas las dimensiones que reviste.
Como se trata de un proceso que se produce a lo largo de toda la vida por su carácter subjetivo y evolutivo, debes desacralizar este ejercicio descubriendo y apropiándote personalmente de pistas de reflexión, métodos y consejos que te harán tomar conciencia de que tomar la palabra en público no significa firmar tu sentencia de muerte. Solo es cuestión de tiempo antes de que únicamente sientas emoción ante la idea de tomar de nuevo la palabra en público.
Desde mi infancia, me he visto en numerosas ocasiones delante del público: primero rodeada por decenas de personas en las galas de baile, y luego, me uní a un grupo de música, donde me puse al micrófono en varios conciertos. Aunque el estrés estaba ahí, me transportaba y no parecía paralizarme.
A pesar de que me exponía con relativa frecuencia ante el público, el ejercicio de tomar la palabra delante de un grupo siempre ha sido difícil y arriesgado. Tengo un nudo en el estómago durante los instantes (a veces, horas) decisivos antes de la intervención, y enseguida, desde las primeras frases, se me ponen las mejillas coloradas y eso se extiende rápidamente al resto de la cara. Es imposible ocultarlo por la fuerte sensación de calor con la que se acompaña. Además de hacerme sentir completamente ridícula, eso perturba mi concentración y convierte el ejercicio en algo insuperable. En esencia, no soy una persona tímida, y no llego a entender qué me lleva a ese estado.
Al final, encontré la respuesta en la música: en realidad, lo que me aterroriza es la improvisación. Igual que era incapaz de inventarme la letra de una canción durante una improvisación musical, también me cuesta mucho responder a una pregunta imprevista en una presentación y, de manera general, salirme del marco que me he fijado y aventurarme en terrenos movedizos.
El estrés vinculado a la dificultad para improvisar de manera inmediata para responder a una reacción imprevista es todavía hoy un freno que experimento en el marco de mi vida profesional. Como responsable de distribución para una compañía artística, mi misión principal consiste en llamar a los programadores requeridos decenas de veces al día para convencerles de que programen varios de mis espectáculos. Ser capaz de presentar a la perfección un espectáculo (que a veces no he visto) y de responder a todas las posibles dificultades y objeciones no se ha convertido todavía en un aspecto que controle totalmente.
Sin embargo, la toma de palabra ha formado parte integrante de mis estudios y, ahora, también de mi vida profesional, y dado que no puedo resolver esas dificultades, he aprendido a esquivarlas.
Testimonio de Anne Rouchouse (responsable de distribución en el sector cultural).
El abecé del orador optimista
No hacen falta datos para darse cuenta del gran número de personas que sufren esta fobia. El miedo a hablar en público, o «glosofobia» —del griego [ glosa ], «la lengua» y [ phobos ], «el miedo»—, es uno de los miedos más comunes. En efecto, al menos tres de cada cuatro personas sentirían ansiedad ante la idea de hablar delante de un grupo. Dicho de otra manera, la mayoría de las personas que se encuentran delante de ti en una presentación estarían igual de estresadas que tú en tu lugar. Aunque esto pueda parecer tranquilizador en un primer momento, desgraciadamente no es suficiente para superar lo «insuperable».
Vencer nuestro miedo a hablar en público y ofrecer una presentación dinámica y controlada en todos los aspectos es el resultado de un largo proceso. En efecto, dado que cada presentación es diferente, rara vez podrás basarte en lo logrado. Sin embargo, llegarás a desarrollar un método y recursos que a continuación podrás hacer tuyos y adaptar en tus presentaciones y en función de las circunstancias.
Los inicios, para hacerse todas las preguntas
Primera etapa: el brainstorming
El brainstorming o «tormenta de ideas» es una técnica que se utiliza con frecuencia en el mundo profesional, puesto que presenta ventajas innegables. En el marco de la preparación de una intervención en público en la que eres el protagonista, esta técnica puede ser útil para hacer una lista con todo lo que no te agrada personalmente y con todo lo que capta tu atención en una presentación.
Esta reflexión debe situarse antes de cualquier iniciativa de presentación; tiene lugar incluso antes de fijar los objetivos de una intervención, puesto que una vez que te sumerjas en un tema específico, correrás el riesgo de perder esa perspectiva que antes te permitía pensar en la estructura ideal para un discurso convincente, sea cual sea la temática. Por lo tanto, no se trata de estructurar el ejercicio en función de una presentación en particular, sino de encontrar una metodología correcta para cualquier discurso. Los objetivos del brainstorming son:
- por una parte, que te liberes de un marco demasiado rígido para dejar que tu reflexión se centre en elementos que parecen menos pertinentes en un primer momento;
- por otra parte, que, ya en las primeras etapas del proceso de preparación, estés sereno y empieces con buen pie para luchar lo antes posible y de manera progresiva contra tu estrés y tu miedo.
Ejercicio práctico
¡Inspírate de tus experiencias! Pregúntate qué es lo que no te gustó en las presentaciones a las que asististe y lo que te habría permitido escuchar mejor. Si tomas conciencia de estos ejemplos y de estos contraejemplos concretos, detectarás mejor los recursos que te permiten captar la atención del público.