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PRÓLOGO
Permíteme que antes de hablar del libro que tienes entre manos te hable un poco de mí.
El reto más complicado al que me he enfrentado en mi vida fue estudiar Ingeniería Informática en la Universidad Politécnica de Madrid. Una carrera de seis años que la gente solía terminar de media en diez.
Créeme si te digo que las tres cosas más importantes que aprendí en esa carrera no fueron precisamente conocimientos de informática.
Un día, en mi primera clase de álgebra y después de mirar perplejo al encerado y pensando que me había equivocado de asignatura, pregunté a mi compañero de la derecha:
—¿Qué asignatura es ésta?
—Álgebra —me contestó.
Hice una pausa de un minuto porque aquello parecía una clase de jeroglíficos egipcios indescifrables.
—Perdona, es que no entiendo nada de nada.
—Es que esto es así, vienes a clase, tomas apuntes, no entiendes nada y un buen día en casa, después de estudiarlo diez veces, verás la luz.
«Verás la luz.» Esa expresión se quedó grabada a fuego en mi cabeza porque con el tiempo descubrí que aquel chaval tenía razón.
Después de interminables horas delante de aquellos indescifrables apuntes, antes o después terminabas entendiéndolos; era cuestión de tesón y oficio.
Otra de las valiosas lecciones que me llevé fue el trabajar en equipo. La carga de asignaturas y prácticas era tan grande que era imposible llegar a todo. Cada departamento te exigía presentar la práctica en un lenguaje distinto de programación porque era lo que ellos entendían. No sólo había que hacer el trabajo sino que además tenías que presentarlo en un lenguaje distinto. Es como si tuvieses que hacer un trabajo en francés, otro en japonés y otro en chino.
Llegué a la conclusión de que me tenía que rodear de gente que estudiase por mí. Con esa extraña habilidad que tengo, convencía a amigos para que fueran a clase, tomaran apuntes, los estudiasen por mí y luego me los explicaran.
Debo decir que engañé a varios porque después tampoco es que les recompensara yo con mis conocimientos. La verdad es que tenía bastante morro. Conseguí trabajar en equipo, o lo que es lo mismo, conseguí que un equipo trabajara para mí.
Yo creo que me aguantaban porque por aquel entonces yo ya era un poco el bufón de la facultad y se reían conmigo. Utilizaba mi lema: «Si no puedes convencer con brillanteces, confunde con gilipolleces».
La tercera y última lección que me acompaña desde entonces es la siguiente: «Hagas lo que hagas, siempre hay una manera mejor de hacerlo».
Durante años programaba en distintos lenguajes, y cuando ya había terminado de programar y aquello parecía que funcionaba a la perfección, llegaba el profesor y me decía que lo optimizara, que lo depurara. En otras palabras, que lo hiciese más simple y más eficiente.
Yo al principio no entendía nada. Pero si ya funciona, ¿para qué perder el tiempo?
Pues lo que es la vida, me acostumbré a preguntarme siempre «existe una manera más fácil de hacer esto» e incorporarlo a mi ADN.
Estas tres enseñanzas me han acompañado a lo largo de mi vida y paradójicamente ahora soy yo el que se dedica a dar charlas y escribir libros en los que enseño a la gente a optimizar su tiempo y dar lo mejor de sí mismos.
Y en medio de este camino un buen día recibo la llamada de un tal Víctor Martín, de un blog de internet, que quiere entrevistarme para un podcast. Uno más, pensé yo. Me equivoqué, es la mejor entrevista que me han hecho nunca, por una sencilla razón: la pasión y el entusiasmo que pone Víctor en todo se nota, vaya si se nota.
Se había leído mi libro, lo había destripado y encima era un friki de los mismos temas que yo. Fue un amor a primera vista, con permiso de mi mujer ;)
El libro que tienes en tus manos destila esa pasión que Víctor le pone a todo lo que hace.
Es el resultado de años de investigación y de ensayo y error que amablemente pone a tu servicio para que mejores tu vida de una manera brutal.
Al principio, muchas de las cosas que cuenta te pueden sonar a apuntes de álgebra, pero créeme, practícalo y «verás la luz», es cuestión de tiempo.
Él es como aquellos compañeros que iban a clase y estudiaban por mí, y que luego me lo ponían en bandeja para que yo aprobara. Todo ese esfuerzo ya lo ha hecho Víctor y te lo regala en este libro para que tú te aproveches de su trabajo.
Y por si fuera poco, Víctor te obliga a replantearte tu vida.
Hay una frase que le atribuyen a Mario Benedetti que dice así: «Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas».
Este libro te va a dar respuestas, pero, lo más importante, te va a enseñar a hacerte nuevas preguntas.
¿Es mi vida como quiero que sea?
¿Son mis metas alcanzables?
¿Puedo hacer más y quejarme menos?