en la playa.
que se confunden entre las tuyas.
entre la multitud.
más fuertes que tu palabra.
entre los libros.
más bellas que las tuyas.
en los recuerdos del corazón.
de tu amor.
PRÓLOGO
Viejo tema el del perdón. Algunos pensarán que poco se puede decir de un valor que acompaña toda la historia de la humanidad, uno de los referentes más importantes de la salud psico-espiritual.
Sin embargo, el retorno del abordaje de este tema en contextos como el de la psicología y el de la espiritualidad creo que es realmente una novedad, o al menos contiene novedades. Tendencia a reducirlo a un tema religioso o a reducirlo a su celebración o con otras categorías afines pueden haber llevado a no considerar su extrema importancia en nuestra salud relacional y, por qué no decirlo, también física.
En este sentido, estas últimas décadas están siendo fructíferas... e insuficientes. Todavía hay demasiados profesionales de las relaciones de ayuda que en su estrategia de acompañamiento no incluyen esta variable. Algunos se avergüenzan. Otros la omiten por no manejarla con soltura. No falta quien no la explora o insinúa porque la considera un dinamismo virtuoso que supera el campo psicológico y entraría en el espacio ético...
El genuino perdón es una particular liberación de un prisionero del rencor, el resentimiento, la ira, que es uno mismo, el que perdona. Cuando se es capaz de dinamizar esta forma de intenso amor que regala y excusa hasta lo que se vive como algo que no tiene disculpa, se realiza una experiencia de sanación interna. El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar, decía Martin Luther King.
Las paradojas del perdón son que, siendo fácil, no siempre está disponible; que, siendo liberador para el ofensor, libera más aún al ofendido; que, siendo vital, a veces nos da miedo; que, siendo ligero, a veces pesa mucho; que a la vez que misterioso y profundo es cotidiano; que, siendo tan divino, es también genuinamente humano.
Sandrin, psicólogo de renombre en Italia y en el contexto de la formación en psicología de la salud, presidente durante muchos años del Instituto Internacional de Pastoral de la Salud ( Camillianum , Roma), sabe bien de la importancia de este dinamismo para la salud. Una salud no reducida a la dimensión biológica, naturalmente, sino pensada y conquistada como reto biográfico y como dinamismo también relacional.
El autor, religioso camilo, sabe bien del sufrimiento evitable y de los dinamismos sanadores que la condición humana necesita para vivir saludable y gozosamente. «El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe», dice William Shakespeare.
Experto en psicología de la salud, autor de numerosos libros, algunos de los cuales ya han sido traducido al español, nos regala ahora otro hermoso libro accesible tanto a los profesionales de la salud, de la psicología, de la educación o de la intervención social, como a cualquier persona deseosa de comprender el dinamismo del perdón, dado el especial modo de escribir: preciso y accesible, profundo y fácilmente comprensible para todos. Escribir así es un arte. El autor ya está entrenado en esto. Por eso, en nuestras manos, un buen libro para leer y... para regalar.
Como regalo que es, en el Centro de Humanización de la Salud de España nos sentimos muy agradecidos por este texto y confiamos en su poder humanizador para los lectores.
J OSÉ C ARLOS B ERMEJO
Director del Centro de Humanización de la Salud
PRESENTACIÓN
LA MIRADA DE LA PSICOLOGÍA
Hablar del perdón está de moda. Oímos hablar de él en televisión, en distintos talk show ; leemos sobre él en los periódicos y en la revistas que ojeamos en el tren o en la peluquería. Resulta ya un clásico esa pregunta que el periodista de turno dirige a un padre que acaba de perder a una hija en un accidente de tráfico: «¿Podrá perdonar al responsable?». Está hablando de ese jovenzuelo que, por conducir a gran velocidad y quizá bajo el efecto del alcohol, no ha sabido ser responsable. Se trata de algo que nos molesta y que incluso puede hacernos enfadar.
Las respuestas que pueden darse a esa pregunta no son ajenas a temas como la justicia y el perdón, los derechos y la bondad, la sociedad, nosotros e incluso Dios.
De este tema hablan a menudo filósofos, moralistas y teólogos. Pero es menos habitual introducir el tema del perdón bajo la mirada de la psicología . Los psicólogos han empezado a hablar de esto desde hace poco tiempo, y sus escritos a este respecto resultan bastante interesantes.
Hablaré del perdón, de lo que es y de lo que no es, de los factores que influyen sobre él y del proceso que lo caracteriza; hablaré del perdón entre individuos y entre grupos sociales, del perdón dirigido a los demás, a uno mismo y, aunque pueda parecer extraño, también a Dios. Hablaré de sus efectos terapéuticos y del uso que cada uno de nosotros puede hacer libremente de él. Hablaré de las diversas dificultades que existen para perdonar. Podemos ser ofendidos por la persona que amamos o por un extraño con quien nos cruzamos por el camino; el impacto psicológico será diverso. A menudo, además, somos nosotros los que ofendemos, a veces voluntariamente y a veces sin querer. Perdonar y sentirnos perdonados nos cambia la vida. Como también no perdonar y no ser perdonados.
Hablaré de las similitudes y de las diferencias entre perdón y reconciliación, así como de la relación que existe entre ambos. La reconciliación es un camino más comprometido que el del perdón, y no siempre es aconsejable.
La psicología nos puede ser útil para comprender la complejidad del perdón y de la reconciliación, para ayudarnos a resolver conflictos y a prevenir situaciones que nos hacen sufrir especialmente.
Todo esto para decir que abordaré este asunto con la mirada de la psicología .
PERDONAR.
LO QUE EL PERDÓN NO ES
En su libro sobre el arte de perdonar , Jean Monbourquette escribe: «Durante más de tres años me debatí en el intento de sanarme de una herida afectiva. Pensaba que resultaría posible encontrar una solución milagrosa a todas mis amarguras mediante un perdón impuesto únicamente por la voluntad. Pero no fue así. No conseguía encontrar esa paz interior tan buscada». Esta experiencia le impulsó a profundizar en la dinámica del perdón para así comprender por qué, «a pesar de toda su buena voluntad y sus grandes esfuerzos», no conseguía liberarse de sus resentimientos y perdonar de verdad .
En algunos momentos de la vida, todos tenemos necesidad de perdonar y de ser perdonados. Sin el perdón se corre el riesgo de quedarse encallados en el mal que se ha hecho o sufrido, esperando que sea el otro quien dé un improbable primer paso. Puesto que siempre estamos convencidos de que la culpa es de los demás. Es así como seguimos sufriendo, viviendo en un constante resentimiento y consumiendo energías emotivas e intelectivas (con repercusiones también corporales) que podrían ser utilizadas mucho mejor de otra manera. Es así como se permanece prisioneros del pasado y se pierden las oportunidades que ofrece el presente, puesto que uno es incapaz de imaginar un futuro relacional diverso y afectivamente satisfactorio. Se piensa que la venganza tendría un poder resolutivo y terapéutico sobre el propio sufrimiento. Pero, evidentemente, no la tiene, y terminamos por quedarnos como esclavos.