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Edición en formato digital: mayo de 2019
© 2019, Laura Mascaró
© 2019, Candela Ferrández, por las ilustraciones
© 2019, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
Diseño de portada: Penguin Random House / Judit Sendra
Ilustración de portada: © Candela Ferrández
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ISBN: 978-84-17773-26-7
Composición digital: M.I. Maquetación, S.L.
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¿Por qué las huchas tienen forma de cerdito? Si todos los billetes cuestan lo mismo, ¿por qué valen diferente? ¿Qué es el truque?
Aprender a tomar decisiones, a negociar (sí, ¡el intercambio de cromos en el patio es la primera y más dura de las transacciones a las que nos enfrentamos!), a entender la diferencia entre precio y valor es fundamental.
Este libro ilustrado nos muestra de una forma muy dinámica, divertida y eficaz las claves básicas para aprender a gestionar la paga y entender qué es el dinero.
Laura Mascaró es una profesional de la educación que desde hace tiempo imparte cursos online, tanto para padres como para hijos, en los que trata temas como la desescolarización, la enseñanza en casa, la economía o las finanzas y gestión del dinero, entre otras.
.1.
Samuel vivía en una pequeña isla soleada donde siempre era verano.
Todas las mañanas, algunos hombres bajaban a la playa y atrapaban con sus manos los peces que la marea había llevado hasta la orilla. Mientras, otros recogían ramitas con las que encender el fuego, y agua del río para beber.
Por la tarde, cocinaban el pescado, comían y descansaban.
Así era su sencilla vida en la Isla del Sol.
Pero a Samuel pescar le parecía muy aburrido. Él quería ser explorador. El viejo Nicolás el Aventurero contaba que había otros pueblos al norte de la isla y, mar adentro, muchas otras islas.
Samuel quería conocer esas islas y ver cómo vivían sus habitantes. «Seguro que es más emocionante que salir a pescar todas las mañanas», pensaba.
Cuando cumplió ocho años, su padre le dijo que había llegado el momento de empezar a trabajar: bajaría con él a la playa todas las mañanas.
Con el agua hasta las rodillas, trataba de atrapar los peces mientras fantaseaba con viajes a lugares exóticos.
Pero pescar no era tan fácil como parecía, y muchas jornadas volvía a su casa con las manos vacías y desanimado. Los pescadores no podían faltar ni un día porque, si no pescaban, no comían. ¡Y comer es muy necesario! Tras varias semanas de intenso trabajo en las que solo conseguía, a lo sumo, atrapar un pez al día, Samuel empezó a quejarse.
—Tiene que haber otra forma de hacerlo —decía, frustrado.
—Siempre se ha hecho así. No hay otra forma —respondían los mayores—. Practica y mejorarás. Nadie consigue atrapar tres peces al día cuando tiene ocho años.
Pero él no paraba de darle vueltas a aquella idea. Cuando bajaba a la playa, con los pies metidos en el agua se concentraba en lo que estaba haciendo. Pero en el camino de vuelta a casa con los peces en el cubo, cavilaba para encontrar una manera de lograr pescar más con menos esfuerzo.
Estaba convencido de que tenía que haber otra forma de hacerlo…
Pero no teníade cómo hacerlo.
Los hombres pescaban tres peces al día o, si tenían suerte, cuatro. Y volvían a bajar todas las mañanas porque…
«SI NO PESCAS, NO COMES».
(Los de los mayores no se cansaban de repetirlo…)
Pero un día a Samuel se le ocurrió visitar a Nicolás el Aventurero para que le contara los viajes que había hecho de joven.
Nicolás decía —aunque nadie le creía— que en el norte había una comunidad de pescadores, como ellos, pero que usaban artilugios para adentrarse en el mar y pescar más en menos tiempo.
¡LO SABÍA!
Samuel había intuido que tenía que haber otra forma de hacerlo y al fin estaba a punto de descubrirlo. Le pidió a Nicolás que le explicara cómo lo hacían.
El viejo le habló de barcas y de redes. De las herramientas para fabricarlas y de cómo se usaban.