A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2020
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
INTRODUCCIÓN
El instante en el que la masa amorfa, colocada en el torno, se eleva —por utilizar el término técnico— y aparece la vasija, tiene en sí algo de mágico: es la conquista de la forma, del volumen. Partiendo de un dibujo sobre un plano de arcilla, se pueden crear formas plásticas: con el bajo y el altorrelieve las figuras emergen, se separan del fondo hasta adquirir una presencia viva, animada, y se entra en el ámbito de la escultura.
Los más lejanos testimonios que nos han llegado, las redondas e hinchadas venus prehistóricas de esteatita, marfil y terracota, eran creadas al mismo tiempo que los primeros recipientes para la conservación de los frutos a través de una especie de ritual propiciatorio. El modelo y el material utilizado eran lo mismo: la tierra, es decir, la Madre.
Es imposible establecer dónde y cuándo el hombre del Neolítico empezó a trabajar la arcilla, pero lo cierto es que, llegado el momento, descubrió que cociéndola en cavidades excavadas en el terreno aumentaban su dureza y su resistencia. La producción de objetos de arcilla fue conocida por la mayoría de los pueblos del mundo, si bien en Asia Menor y en la cuenca del Mediterráneo, gracias al trabajo de egipcios y griegos, se perfeccionaron las técnicas de elaboración. Estos últimos desarrollaron un procedimiento muy complejo que permitió la creación de productos refinados y muy apreciados; sus vasijas se exportaron por todo el mundo conocido e influyeron en las producciones artísticas de otros pueblos. La fabricación de objetos manufacturados con arcilla continuó durante siglos hasta que la producción en serie y la tecnología industrial revolucionaron el mercado. Afortunadamente, no desaparecieron las prácticas tradicionales, que sobreviven hoy en día gracias a numerosos artesanos que se mantienen aferrados a un saber que se transmite de generación en generación y en los cuales la creatividad personal se expresa en forma de piezas únicas que constituyen auténticas obras de arte.
Este libro quiere ser una guía para todos aquellos que desean aventurarse en la elaboración de la arcilla, una materia viva y natural que desarrolla la creatividad sin demasiado gasto y que ofrece buenos resultados aun no teniendo un taller perfectamente equipado.
Los contenidos se van desarrollando a medida que avanza el texto, lo cual permitirá al aficionado ir desde las piezas más sencillas hasta otras que exigen mucho tiempo y un conocimiento de las técnicas más profundo.
Por otra parte, el volumen se convertirá, o al menos así lo deseamos, en un excelente instrumento de trabajo así como en un amplio repertorio de modelos e ideas al que recurrir. A lo largo de estas páginas se encontrarán sugerencias y consejos aportados por artesanos y artistas que han hecho de la elaboración de la arcilla algo más que una profesión.
En tiempos lejanos, perdidos en la niebla del olvido, el hombre sentía un profundo respeto, una especie de veneración hacia la tierra, el elemento al que se sentía más afín. Volver a apropiarse de un íntimo contacto con ella proporciona la sutil emoción del reencuentro con las propias raíces. Dar forma a nuestra creatividad, haciendo de nuestras ideas algo concreto, suscita en nosotros un gran entusiasmo y satisfacción; tocar la tierra, plasmar una intuición, evoca intensas sensaciones táctiles capaces de hacer despertar el niño que, oculto en nuestro interior, aprendió hace muchos años a jugar con el barro.
Si con este libro conseguimos comunicar alguna de estas sensaciones, y se despierta en los lectores el interés por esta maravillosa labor, podremos considerarnos plenamente satisfechas.
NOCIONES PRELIMINARES
Los materiales
La arcilla es un material térreo que se ha formado a lo largo de millones de años a partir de la descomposición de rocas feldespáticas compuestas por silicatos de sodio, potasio o calcio y óxidos de magnesio y hierro. Se trata de una sustancia terrosa de grano finísimo y compacto que, en combinación con el agua, puede trabajarse a voluntad.
Existen varios tipos de arcilla que se diferencian por la consistencia, la plasticidad y el color, en función de su proceso de formación.
En general, las arcillas sedimentarias, transportadas por los agentes externos, se han enriquecido con varios elementos de origen mineral u orgánico, lo que les ha dado un mayor grado de plasticidad; las arcillas estáticas, en cambio, se han depositado en el lugar de formación y resultan más puras si bien son más difíciles de trabajar.
Además de la plasticidad, la arcilla posee algunas características que conviene conocer antes de prepararse para su elaboración. Si se expone al aire, la cantidad de agua contenida en ella se evapora en breve tiempo, haciendo que disminuya de volumen: se calcula una reducción del material, equivalente al 10 % aproximadamente.
La porosidad depende de la solidez que haya adquirido el material a través de la cocción: se va desde la terracota, de superficie áspera y porosa, hasta la porcelana, de aspecto liso, cristalino e incluso translúcido.
La coloración está determinada por la combinación de distintas sustancias; así, por ejemplo, la presencia de hierro determina una tonalidad roja o rojiza mientras que el carbonato de calcio da una ocre o rosada y el caolín, blanca.
La última característica, pero no menos importante, es su refracción, es decir, la resistencia a temperaturas muy altas (hasta 1.700 °C). Por ello los objetos creados mantienen su forma durante el proceso de cocción y adquieren incluso una gran resistencia y dureza.
Una o más arcillas mezcladas juntas constituyen un masa cerámica. Desde tiempos pasados los artesanos alfareros trabajaban distintos tipos de arcilla mezclados para obtener un compuesto que tuviese todas las características indispensables para la producción de un determinado objeto. En la preparación de una masa, los elementos fundamentales son los plásticos, que facilitan su cohesión y su maleabilidad; los desengrasantes, que favorecen su secado; y, finalmente, los indicados para su fundición, como las micas y los fosfatos, capaces de acelerar su cocción. Al elegir una masa de tipo plástico, podremos trabajar con facilidad objetos de tamaño pequeño o mediano; si, se desea realizar otros mayores, la masa deberá ser magra