A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2016
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
INTRODUCCIÓN
«Afortunado en amores, desgraciado en el juego»
Aunque así reza el viejo refrán, es absolutamente falso. Este libro se lo demostrará: el éxito en el juego depende exclusivamente de usted, o casi.
El comentarista de bridge de un conocido semanario reseñaba el resultado de un torneo con las siguientes palabras: «[...] el encuentro ha terminado con el triunfo del equipo X, que ha jugado sin cometer un solo error». Así pues, el perdedor comete errores, el ganador no.
¿Se quiere destruir el mito según el cual el juego, sin distinguir si es o no un juego de azar, más que estar sujeto a unas reglas fundamentales, estaría confiado a la suerte o a la fatalidad, a la fortuna? Aun cuando es hermoso creer y confiar en ella, no deja de resultar excesivo e ingenuo responsabilizarla de cada éxito o fracaso, incluso en el juego.
En la mesa con los amigos o ante el tapete verde de los torneos internacionales, ¿sólo se gana si la diosa de los ojos vendados ha besado la frente del jugador afortunado? No, no es únicamente cuestión de buena suerte, ni tampoco se cifra todo en la experiencia, en la intuición o en la astucia, aunque tienen, sin lugar a dudas, su importancia, sino que se trata primordialmente de conocer y dominar la técnica del juego, sus diversas situaciones, posibilidades y soluciones. Por lo tanto, también para jugar es preciso documentarse si uno quiere salir de la mediocridad.
«Ayúdate y te ayudarán», reza otro viejo proverbio que, este sí, es provechoso y válido en cualquier circunstancia. Este libro presenta los juegos de cartas más conocidos: desde aquellos que tienen un carácter eminentemente popular, como la brisca y el siete y medio, hasta los que pudiéramos llamar de sociedad, como el remigio y la canasta, sin olvidar los solitarios, los juegos para niños y los de azar.
En este panorama, realmente completo, se reserva un amplio capítulo al bridge, quizá el juego más difundido y que más pasiones despierta. El autor, renombrado y competente experto en la materia, además de describir minuciosamente los movimientos, ha desarrollado muchos de ellos a título de ejemplo, para ofrecer así una visión exhaustiva y práctica.
Haga, pues, su juego, aunque el amor vaya viento en popa, pero hágalo después de haber leído este libro porque ¡no enseña sólo a jugar, enseña a ganar!
LAS CARTAS: HISTORIA Y TIPOS
L OS NAIPES O CARTAS
Historia de las cartas
Los naipes tienen su propia historia, noble y secular, cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos. De hecho, ni siquiera se ha podido determinar con exactitud el país en que se inventaron. Se han formulado muchísimas teorías al respecto, basadas siempre en antiguos documentos que mencionan estos sugestivos pasatiempos. El aspecto más positivo de cada una de ellas es, precisamente, el hecho de estar fundamentadas en documentos con toda probabilidad originales; sin embargo, todas las teorías tienen el mismo defecto: se basan sólo en ese documento concreto, ignorando todos los demás.
Muchos autores han sostenido el origen italiano de los naipes, fundando sus opiniones en un acta florentina del año 1376 que califica de reciente el juego de las cartas.
No obstante, parece que no puede ponerse en duda el hecho de que este popularísimo medio de distracción llegó a Europa procedente de Oriente. La polémica, aún vigente, surge en torno a la cuestión sobre qué país fue el primero en exportar los naipes. Por un lado, se propone China (así se afirma en un diccionario chino del año 1678, en el que figuran grabados de cartas de este tipo que datan de principios del siglo XII ) y, por otro, la India (en donde las cartas habrían nacido derivadas directamente del ajedrez).
Lo que parece aceptado por todo el mundo es el hecho de que las cartas fueron introducidas en Europa por los árabes a finales del siglo XIV . Una prueba bastante convincente de ello es el origen árabe de la palabra naipe.
Se desconoce la finalidad para la que fueron inventados los naipes, es decir, no se sabe si sirvieron como instrumento para la adivinación o si desde un buen principio se usaron como simple pasatiempo. Según parece, los primeros naipes se utilizaron para entretener a los niños.
Sea como fuere, lo cierto es que, a partir del siglo XIV , las cartas se difundieron por toda Europa, y fueron tomando sus características fundamentales de los tipos usados respectivamente en Italia, Alemania, Francia y España. Al menos en las cartas que usamos habitualmente para el juego hallamos distintos palos, que son herederos directos de aquellos que siglos atrás se adoptaron en dichos países.
Las cartas más comunes
Los naipes más comunes en nuestro país son la baraja española y la francesa.
La baraja española consta de cuatro palos: copas, oros, bastos y espadas. Para cada palo hay doce cartas: del uno al nueve más las tres figuras (sota, que corresponde al diez, caballo, el once, y rey, el doce). En este grupo caben pequeñas diferencias en las figuras y en los motivos gráficos con respecto al modelo general.
La otra gran familia de naipes usados en todo el mundo es la de ascendencia francesa o inglesa (digamos, a título de ejemplo, que se trata de la baraja utilizada normalmente para jugar al póquer y al bridge). Los palos, siempre en número de cuatro, son los siguientes: picas, corazones, rombos y tréboles. Cada palo comprende trece cartas: las numeradas del uno al diez más las tres figuras (sota, dama y rey). Generalmente las figuras tienen, además, una letra (tomada del nombre inglés) que las caracteriza y que sirve para dar nombre a la carta en cuestión. A la sota corresponde la letra