DAVID BENATAR es profesor de filosofía y jefe del departamento de Filosofía en la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Es conocido por abogar por el antinatalismo en su libro Better Never to Have Been: The Harm of Coming into Existence (en castellano: “Mejor no haber sido: El dolor de llegar a la existencia”) en el que argumenta que la existencia inflige un verdadero daño, independientemente de los sentimientos del ser existente y, como consecuencia, es siempre moralmente erróneo engendrar más seres que sienten.
Benatar argumenta desde la premisa de que el dolor y el sufrimiento, son en sí mismos algo negativo y su obra se asocia generalmente con las corrientes filosóficas del nihilismo y el pesimismo.
A mi familia y amigos, que palian mi dilema
Título original: The Human Predicament: A Candid Guide to Life’s Biggest Questions
David Benatar, 2017
Traducción: María Hernández Díaz
Diseño de cubierta: José Luis de Hijes
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
Notas
Prólogo
[1] David Benatar (2006): Better Never to Have Been: The Harm of Coming into Existence, Oxford: Oxford University Press.
[2] David Benatar y David Wasserman (2015): Debating Procreation, Nueva York: Oxford University Press. Téngase en cuenta que la primera mitad de este libro, capítulo 3 incluido, es exclusivamente obra mía y que, por consiguiente, las opiniones allí vertidas no deben atribuirse a David Wasserman, con quien he debatido la ética de la procreación.
Notas
Introducción
[1] O cuándo sucederá. Stanislaw Lec dijo: «Lo único que diferencia a los optimistas de los pesimistas es la fecha del fin del mundo». Hay que señalar que Stanislaw Lec consiguió retrasar su propia muerte. Sentenciado a morir por un segundo intento de huir de un campo de concentración alemán durante el Holocausto, tuvo que cavar su propia tumba. Utilizó la pala para matar al guardián y consiguió escapar.
[2] Un chiste pesimista dice que mientras que algunos creen que el vaso está medio lleno, y otros, medio vacío, ambos se equivocan porque, en realidad, el vaso está vacío en tres cuartas partes. (Una versión todavía más pesimista dice que el vaso está completamente vacío).
[3] James Branch Cabell (1975): The Silver Stallion, Londres: Tandem, p. 105. Esta redacción no es la ideal porque el referente de «esto» es ambiguo entre el hecho de que el optimista hace una afirmación y el contenido de lo que afirma. Una redacción más apropiada habría sido: «El optimista proclama que vivimos en el mejor de los mundos posibles y el pesimista teme que lo que dice el optimista sea verdad».
[4] Véase, por ejemplo, John Martin Fischer y Benjamin Mitchell-Yellin (2014): «Lo que piensa el pesimista es que, de ser inmortales, sobrevendría un profundo aburrimiento […] la vida sería, por así decirlo, mortalmente aburrida» («Immortality and Boredom», Journal of Ethics, 18, p. 363).
[5] Al agregar los distintos aspectos podrían ponderarse por importancia, si su importancia variara.
[6] No hablo aquí de costes económicos.
[7] Digo más sobre esto en el apartado «El gambito teísta» del capítulo 3.
[8] Hay quien me ha sugerido que a la mayoría de la gente le importa el sufrimiento animal, pero no son conscientes de ello a menos que se vean expuestas a imágenes muy reales del sufrimiento animal. Aunque esto fuera verdad, la importancia que da la mayoría de la gente al sufrimiento humano es mucho mayor y esa es suficiente justificación.
[9] La siguiente anécdota no constituye un ejemplo de vilipendio. Cuando Elizabeth Harman, que había escrito un artículo en respuesta a Better Never to Have Been, me dijo en el año 2010 que estaba embarazada, enmudecí. Entonces me dijo que me debería alegrar por ella. Le respondí algo así: «Me alegro por ti. Es por la criatura que esperas por quien no me alegro». (Repito esta anécdota con los nombres reales porque Elizabeth Harman ya la ha contado en público en una conferencia y doy por hecho que no tiene objeción. He oído que otros repiten la anécdota de forma inexacta, por lo que quiero dejar las cosas claras aquí).
[10] He recibido una enorme cantidad de mensajes de este tenor en respuesta a Better Never to Have Been.
Notas
El sentido
[1] Me viene a la mente el chiste de Sherlock Holmes y el doctor Watson que van de acampada. Se despiertan en mitad de la noche y mantienen la siguiente conversación:
SHERLOCK HOLMES: Watson, mire hacia arriba y dígame qué ve.
DR. WATSON: Veo el cielo estrellado.
SHERLOCK HOLMES: ¿Y qué deduce de ello?
DR. WATSON: Deduzco que somos seres pequeños e insignificantes en el universo infinito.
SHERLOCK HOLMES: No, maldito imbécil; ¡nos han robado la tienda!
[2] Aquí adopto la perspectiva de Saul Kripke sobre la necesidad de tener orígenes; Naming and Necessity, Cambridge, MA: Harvard University Press, 1972, pp. 111-114, también aceptada por Derek Parfit; Reasons and Persons, Oxford: Clarendon Press, 1984, pp. 351-352.
[3] La propia vida se indica a menudo con un simple guion entre la fecha de nacimiento y la de la muerte.
[4] Richard Taylor da un ejemplo similar. El suyo es sobre las ruinas de una casa; «The Meaning of Life», en Good and Evil, Amherst: Prometheus Books, 2000, pp. 328-329.
[5] Inevitablemente habrá detalles más complicados, pero el asunto que preocupa principalmente a la gente (si sus vidas tienen sentido) queda razonablemente claro.
[6] Algunos filósofos que mantuvieron esta postura después cambiaron de opinión. Véanse, por ejemplo, Philip L. Quinn (1999): «The Meaning of Life According to Christianity», en The Meaning of Life (segunda edición), E. D. Klemke (ed.), Nueva York: Oxford University Press, p. 57; E. M. Adams (2002): «The Meaning of Life», International Journal for Philosophy of Religion, 51, p. 71.
[7]Oxford English Dictionary.
[8] Tatiana Zerjal et al. (2003): «The Genetic Legacy of the Mongols», American Journal of Human Genetics, 72, pp. 717-721.
[9] Iddo Landau hace este tipo de sugerencia. Habla sobre «un grado suficientemente alto de riqueza o valor» como condición necesaria para que la vida tenga sentido; «Immorality and the Meaning of Life», Journal of Value Inquiry, 45, 2011, p. 312.
[10] Susan Wolf es una de las que sostiene esta opinión; «Happiness and Meaning: Two Aspects of the Good Life», Social Philosophy and Policy, 14, 1997, pp. 207-225.
[11] Algunas personas creen que el uso genérico de «ellos» y otros pronombres para referirse a las personas de uno y otro sexo o de sexo indeterminado es sexista. Un argumento que demuestra lo contrario puede leerse en David Benatar, «Sexist Language: Alternatives to the Alternatives», Public Affairs Quarterly, 19, enero de 2005, pp. 1-9.
[12] Thomas Nagel (1979): «The Absurd», en Mortal Questions, Cambridge: Cambridge University Press, p. 13.
[13] Ibíd., p. 21.
[14] Paul Edwards diferencia entre la perspectiva «cósmica» y la «terrestre». Véase su «The Meaning and Value of Life», en E. D. Klemke (ed.) (1999): The Meaning of Life (segunda edición), Nueva York: Oxford University Press, pp. 143-144.
[15] En principio, hay otras perspectivas entre las del universo y las de los humanos. Por ejemplo, podríamos hablar de perspectivas galácticas o del sistema planetario. Sin embargo, para los fines humanos, estas no se distinguen funcionalmente de la perspectiva del universo.
[16] El término sub specie aeternitatis es de uso corriente entre filósofos. Anteriormente lo he comparado con el de