Renée Francis - Aprende a conciliar tu vida profesional y personal

Renée Francis, 2017

Traducción: Laura Soler Pinson

Editor digital: Titivillus

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• ¿Problemática? ¿Cómo me aseguro de que mi vida profesional no invada demasiado mi vida personal? ¿Cómo encuentro el punto medio entre las dos para ser eficaz en el trabajo y estar tranquilo en casa?
• ¿Utilidad? En el momento en que entras en el mundo laboral y si, además, tienes un cónyuge, hijos y una vida social activa, te ves confrontado a la dificultad de conciliar con armonía la vida laboral y la vida íntima. Por lo tanto, resulta útil detenerse un instante para evaluar aquellos aspectos que conforman un día a día pleno.
• ¿Preguntas frecuentes?
  • ¿Realmente me interesa marcar una separación clara entre lo personal y lo profesional?
  • ¿Cómo lo hago si soy autónomo/empresario?
  • ¿Cuáles son las trampas que debo evitar para alcanzar un equilibrio adecuado en mi vida?
  • ¿Cómo empiezo mi jornada sin presión?
  • ¿Cómo limito las interrupciones, que generan tantas pérdidas de tiempo?
  • ¿Cómo acabo mi jornada con un sentimiento de satisfacción?

El problema del equilibrio entre carrera y vida personal afecta a toda la población activa, tanto hombres como mujeres; empleados, directores ejecutivos, becarios o autónomos; jóvenes o mayores; solteros, en pareja o divorciados; padres o no. No siempre resulta fácil cumplir simultáneamente con los distintos papeles que tenemos que desempeñar. De hecho, ¿aparcas realmente el trabajo hasta el día siguiente cuando sales por la puerta de la oficina? ¿Te pones a total disposición de tus seres cercanos?

Aunque es normal que de vez en cuando te sientas desbordado, sobre todo a causa del ritmo vertiginoso de la sociedad actual, también es fundamental que encuentres un equilibrio estable que se corresponda con esa calidad de vida a la que aspiras. La vida pasa rápido, ¡no pierdas el tren!

No existe un secreto para ello: se trata de volver a centrarse en uno mismo y en lo que realmente deseamos, de definir nuestras prioridades profesionales y familiares y de organizarnos para situarlas en el lugar que les corresponde. No estamos hablando de llevar a cabo grandes sacrificios, sino de aceptar que debemos elegir y que debemos efectuar pequeños cambios. Volvemos a repetir que no existe un secreto, pero para mantener un cierto equilibrio en el día a día, para dominar el estrés y para optimizar nuestro tiempo pueden resultar útiles algunos consejos.

¿Cuál es el manual de instrucciones para conciliar vida personal y vida profesional sin que nadie y, en primer lugar, nosotros, salga perjudicado? ¿Cómo mantener el entusiasmo? A lo largo de estas páginas, intentaremos responder a estas preguntas.

Nos resultará imposible encontrar el equilibrio adecuado si no sabemos qué podría provocar que nos tambaleemos. Por lo tanto, lo primero que haremos será tomarnos un instante para reflexionar sobre aquello que nos lleva a actuar en la vida, sobre nuestros valores, sobre nuestro motor principal y sobre nuestros límites.

Jerarquizar nuestros valores

El panorama que nos rodea está compuesto por la publicidad, las revistas, el flujo continuo de información, internet, la dificultad de elegir en esta sociedad de consumo, la presión social, profesional y familiar, etc. En este contexto, resulta difícil que tomemos conciencia de lo que queremos realmente. Y, sin embargo, este punto es esencial: determinar aquello que necesitamos para ser felices.

¿Sabes qué valores te llevan a actuar? Para arrojar luz sobre este asunto, toma un lápiz y rodea un número del 1 al 6 (del más importante al menos importante) en cada línea de la tabla que te presentamos a continuación —cuidado, solo puedes rodear una vez cada número—. Olvídate de todas las obligaciones y piensa únicamente en lo que realmente es importante para ti para crear la jerarquía de estos elementos en tu mapa mental.

Se pueden añadir otros valores a los que se enumeran aquí, como participar en un deporte de equipo, implicarse un proyecto humanitario o en una asociación, descubrir otras culturas, etc. Asimismo, debes ser consciente de que el resultado al que vas a llegar está lejos de ser definitivo. Nuestros valores evolucionan con nuestra trayectoria. Por lo tanto, será necesario realizar ajustes con el paso del tiempo para encontrar en todo momento nuestro equilibrio.

Vuelve a realizar el mismo ejercicio para indicar en qué posición se sitúan estos valores en tu vida diaria actual. ¿Qué valor ocupa el lugar más importante?

Ahora, compara todos los puntos de las dos tablas. La primera corresponde a los valores que debes priorizar para sentirte bien. La segunda corresponde al lugar que actualmente ocupan estos distintos componentes de tu vida en tu existencia. Si existen divergencias importantes entre las dos, significa que te encuentras en situación de desequilibrio y que tienes que emplear mucha más energía para seguir adelante. En este caso, necesitarás implementar una estrategia para reducir al máximo el desfase, ya que podrías llegar a asfixiarte.

Para ello, tendrás que identificar, antes que nada, aquello que te mueve realmente, tu verdadera motivación, el sentido que quieres darle a tu vida. Este sentido general ya se desprende de manera implícita de las respuestas que has dado sobre tus prioridades.

Encontrar nuestra fuente principal de energía

«¿Qué quieres ser cuando seas mayor?». A todos nos han formulado esta pregunta cuando éramos pequeños e incluso nosotros se la planteamos a las nuevas generaciones, como si la futura profesión fuera el único elemento capaz de convertirnos en seres felices y realizados.

¿Crees, en perspectiva, que has seguido la trayectoria que habías pensado? Hazte esta pregunta, sin ceñirte al ámbito profesional. Integra los valores que se recogen en las tablas anteriores para elaborar un pequeño y breve balance de tu trayectoria. ¿Las decisiones que has tomado están en sintonía con tus deseos y tus capacidades? Si tal es el caso, sin duda descubrirás rápidamente cuál es tu motor, el elemento fundamental que te da la energía para avanzar en la buena dirección y que te aporta la felicidad. Basta con encontrar el punto común entre tus diferentes opciones de vida. ¿El compartir? ¿El compromiso? ¿El amor? ¿La necesidad de comprender? ¿Las ganas de crear?

Si todavía buscas el motor de tu vida, ¡recuerda que lo que haces en tu día a día no tiene por qué definirte! Puede que sufras un desfase con respecto a los valores que te mueven y, en consecuencia, muy probablemente no veas con claridad cuál es tu motor. Eres tú quien debe recalcar dónde residen los valores que has situado en la parte alta de la lista; estas prioridades que expones contribuyen a tu fuente de energía. Por lo tanto, a partir de estas, podrás deducir cuál es ese ideal hacia el que debes dirigirte para encontrar la felicidad.

Encontrar el sentido a tu vida te aportará el aplomo necesario para sentirte más en sintonía contigo mismo. En cuanto identifiques tu motor, podrás organizar tu vida para que esa fuente de energía no quede relegada a un segundo plano. Estarás en condiciones de dar una orientación a todo lo que haces, ya que, al contrario de lo que ocurre con los valores, cuya importancia varía constantemente, tu fuente de energía principal no debería cambiar.