Mihir A. Desai - La sabiduría de las finanzas

AGRADECIMIENTOS

Estoy profundamente agradecido con todas las personas que apoyaron este proyecto. Tim Sullivan y mi agente, Jay Mandel, me iniciaron en los caminos de la industria editorial y me brindaron asesoría constante y acertada a lo largo de este proceso. Lo más importante es que Jay me presentó a mi editor, Rick Wolff, quien ha sido un guía increíblemente juicioso, alentador y comprensivo durante este proceso. Rick es una combinación perfecta de sabiduría paternal, retroalimentación minuciosa y un pensamiento riguroso orientado a las fechas de entrega. Mi más profundo agradecimiento a todo el equipo de Houghton Mifflin Harcourt, en especial a Rosemary McGuinness y Adriana Cloud, cuya paciencia debo haber agotado muchas veces. Alexandra Kesick, Zach Markovich y Rohan Reddy me brindaron una excelente asistencia en la investigación mientras preparaba el manuscrito. Zoe Dabbs hizo todo lo posible para ayudarme a terminar el manuscrito.

Las largas llamadas telefónicas con Amanda Irwin Wilkins transformaron este libro y mis puntos de vista sobre la lectura y la escritura. Joshua Margolis me dio el impulso inicial para explorar estas ideas, me apoyó y me hizo comentarios a lo largo del camino. Varias comidas prolongadas con Joshua Rothman me inspiraron y me abrieron el mundo de la narrativa. Mis intercambios con Amanda, Joshua y Joshua fueron cruciales en la transformación de este proyecto de una conferencia en un libro.

Muchos colegas apoyaron con generosidad esta iniciativa, pero Lynn Paine, Cynthia Montgomery, Nien-He Hsieh, Jan Rivkin, Vicki Good, Al Warren, James Zeitler, Bharat Anand, David Ager, David Garvin, Stephen Greenblatt, Tom Nicholas, Clayton Rose, Willy Shih, Lauren Cohen, Walter Friedman, Laura Linard, Scott Westfahl, Louis Menand, Kristin Mugford, Bharat Anand, Felix Oberholzer Gee y Erik Stafford merecen una mención especial. Dean Nitin Nohria ha respaldado durante mucho tiempo mis proyectos y fue particularmente generoso con su tiempo y entusiasmo en este libro. La División de Investigación de HBS me ayudó a desarrollar este libro de manera inestimable.

Mis colegas en la Unidad de Finanzas de HBS han influido en mi forma de pensar, desde seminarios hasta grupos de enseñanza, y estoy muy agradecido con todos ellos. Tuve la fortuna de iniciarme en las finanzas con un notable grupo de maestros, entre ellos Michael Edelson, Scott Mason, Dwight Crane, Andre Perold, Peter Tufano, John Campbell, Oliver Hart y Andrei Shleifer. Mis mentores académicos, Marty Feldstein, Michael Graetz, James R. Hines Jr. y Andrei Shleifer han sido modelos persistentes de integridad académica y empeño.

He tenido increíbles oportunidades de convivir con muchos estudiantes de licenciatura, maestría, doctorado, doctorado en jurisprudencia y formación ejecutiva. Este libro es el resultado directo de lo que ellos me han enseñado sobre estas ideas y sobre la enseñanza. Los primeros alumnos que tuvieron acceso a este trabajo me pidieron que lo convirtiera en libro, así que estoy particularmente agradecido con la generación de MBA de Harvard 2015 (en especial con Parasvil Patel) y con los estudiantes de formación ejecutiva del Programa de Administración General 18. Muchos grupos de estudiantes diferentes escucharon las primeras versiones de esta charla, y estoy muy agradecido por todos los comentarios que me hicieron. Dos exalumnas, Lea Carpenter y Gayle Tzemach Lemmon, fueron muy generosas con su tiempo para este proyecto en particular. Las valiosas conversaciones que tuve con Laura Amelio, Dan McGinn, Karen Dillon, Rachel Sherman, Sid Shenai, Richard Tedlow, Stephen Turban, Sujoy Jaswa, Paul Cooke, Adi Ignatius, Vikram Gandhi, Alan Jones, Elyse Cheney, James Dubela, Robert Pinsky, Gretchen Rubin, Brian Misamore, Mark Veblen, Rimjhim Dey, Cassie Wang, David Reading, Hirsh Jain, Jonathan Slifkin, Geoffrey Kristof, Evan Hahn, Christian Liu, Adrienne Propp y Henry Cousins aparecen de una u otra forma en este libro.

Reuben Silvers, Alan Lui y Joshua Margolis se portaron como grandes amigos cuando más de una vez dudé del proyecto. Mi madre y mi difunto padre siguen siendo, como siempre, modelos inspiradores de inteligencia, curiosidad, trabajo perseverante y cariño. Mi hermano Hemen y mi hermana Deepa siempre han estado ahí de innumerables maneras, y su apoyo significa todo para mí. La familia de mi hermano, la familia de mi hermana, la familia de mi esposa y mi familia extensa me brindaron un tremendo apoyo. Vikram Desai, Haresh Desai y Hemal Shroff fueron especialmente alentadores.

Mia Desai, Ila Desai y Parvati Desai (mis valores terminales) fueron comprensivas más allá de cualquier expectativa razonable, y su alegre energía e infinito afecto impulsaron mis esfuerzos. Teena Shetty me brindó el apoyo y el aliento que me permitieron emprender este proyecto, y mucho más. Su amor y cariño me dan toda la seguridad que puedo esperar.

MIHIR A. DESAI nació el 9 de julio de 1967 en India y se crio en Hong Kong y Nueva Jersey. Como profesor de Harvard Business School y Harvard Law School, Desai enseña finanzas, impuestos, negocios y ha desarrollado un curso de finanzas en línea.

LA RUEDA DE LA FORTUNA

[Fortuna]

A la mitad de El halcón maltés, Dashiell Hammett interrumpe el desarrollo de la trama vertiginosa y una prosa sobria para contar una pequeña historia curiosa. La parábola de Flitcraft es, según el crítico literario Steven Marcus, el «momento central de toda la novela… y uno de los momentos centrales de la obra de Hammett». Por alguna razón, John Huston decidió omitirla en su clásica adaptación al cine negro, protagonizada por un joven Humphrey Bogart como el detective Sam Spade.

En una escena, Spade, la encarnación del detective rudo, platica con Brigid O’Shaughnessy, que representa a la mujer fatal. De ser su cliente, ella se ha convertido con rapidez en su amante y, cada vez más, en su principal sospechosa. Sin motivo aparente, Spade comienza a contar la historia de Flitcraft, un exitoso ejecutivo de bienes raíces en Tacoma, Washington, que gozaba de todas las «pertenencias de una vida estadounidense exitosa». Tenía un nuevo Packard, dos hijos, un hogar, una esposa y un negocio prometedor. Flitcraft no tenía vicios secretos ni demonios ocultos. De hecho, llevaba una vida muy ordenada y estaba en camino de aumentar su éxito. Pero un día desapareció de forma repentina después del almuerzo, «como un puño cuando se abre la mano», sin dejar rastro y sin ningún motivo romántico o financiero.

Cinco años después, alguien de Spokane, una ciudad cercana, contactó a la esposa de Flitcraft y le dijo que habían visto a su esposo. Enseguida ella le pidió a Spade que investigara y encontró a Flitcraft, que ahora era un exitoso vendedor de automóviles con una nueva familia y un nuevo hogar, viviendo con el seudónimo de Charles Pierce. Flitcraft/Pierce no sentía, en apariencia, ningún remordimiento; pues, según le dijo a Spade, su familia anterior estaba en una posición desahogada. No obstante, Flitcraft/Pierce estaba ansioso por darle una explicación a Spade, ya que nunca le había contado a nadie lo que había sucedido.

Flitcraft reveló que en su camino para almorzar el día en que desapareció, una viga de acero cayó desde el octavo piso de una construcción y se estrelló en la banqueta muy cerca de él. Incluso se le hizo una pequeña cicatriz pues un pedazo de cemento del piso voló y golpeó su mejilla. Flitcraft estaba conmocionado: «Sintió como si alguien hubiera levantado la tapa de la vida para mostrarle su mecanismo».